La UE le paga a Rusia 20 millones de dólares diarios por carbón, pero 850 millones de dólares al día por petróleo y gas natural.
Estados Unidos, 7 de abril (AP).- Los países de la Unión Europea acordaron el jueves prohibir las importaciones de carbón ruso, las primeras sanciones sobre la vital industria energética de Rusia debido a la Guerra en Ucrania.
La medida, sin embargo, resalta la incapacidad de las 27 naciones por llegar a un acuerdo hasta el momento sobre un embargo mucho más amplio que incluya al petróleo y gas natural, lo que sería un golpe más duro para Moscú, pero que conlleva el riesgo de provocar una recesión en sus países.
La prohibición del carbón le costará a Rusia cuatro mil millones de euros anuales, señaló la Comisión Europea. Analistas en materia energética e importadores de carbón aseguran que Europa podría reemplazar en cuestión de meses el suministro que recibe de Rusia con suministros desde otros países, incluyendo Estados Unidos.
Se trata de una medida significativa debido a que rompe con el tabú sobre cortar los vínculos energéticos entre Europa y Rusia. Con toda certeza también impulsará una inflación que ya se encuentra en niveles récord. Pero, en comparación con el petróleo y el gas natural, el carbón es por mucho el más prescindible a corto plazo e inflige un daño mucho menor a las arcas de guerra del Presidente ruso Vladimir Putin y a la economía europea. La UE le paga a Rusia 20 millones de dólares diarios por carbón, pero 850 millones de dólares al día por petróleo y gas natural.
Las alarmantes imágenes de cadáveres en las calles de la localidad ucraniana de Bucha mantienen con vida las discusiones sobre sanciones más extensas, y funcionarios de la UE aseguran que trabajan en medidas que afecten a la industria petrolera rusa.
Mientras el bloque sopesa sanciones adicionales, el Primer Ministro italiano Mario Draghi dijo que de momento no se considera un embargo al gas natural ruso.
“Y no sé si alguna vez estará en discusión”, dijo el miércoles a los reporteros.
Países de la UE, en particular las grandes economías como Italia y Alemania, dependen enormemente del gas natural ruso para calentar y enfriar viviendas, generar electricidad y mantener a la industria en marcha.