Según sus cifras, el sector de la moda produce más de 92 millones de toneladas de desechos y consume 1.5 mil millones de toneladas de agua al año, una carga que "recae a menudo" en los países en desarrollo.
Londres, 7 abr (EFE).- El negocio de la moda necesita “cambios urgentes” para lograr que las cadenas de suministros sean sostenibles al largo plazo, incluida una “transición” desde la “fast fashion” (moda rápida) hacia la moda lenta y sostenible.
Así lo aseguran un grupo de investigadores en un estudio publicado este martes por la revista Nature, donde destacan que para reducir los impactos medioambientales de esta industria harán falta una “desaceleración de la fabricación” y la introducción de “prácticas sostenibles” en toda la cadena de suministro.
Los efectos de esta red se extienden al consumo de agua, la contaminación química, las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y los residuos textiles, señalan los autores del estudio, liderado por Kirsi Niinimäki, investigadora de Moda de la Universidad Aalto de Espoo (Finlandia).
Según sus cifras, el sector produce más de 92 millones de toneladas de desechos y consume 1.5 mil millones de toneladas de agua al año, una carga que "recae a menudo" en los países en desarrollo.
"Necesitamos una nueva comprensión de todo el sistema sobre cómo hacer la transición hacia este modelo –moda sostenible-, lo que requiere creatividad y colaboración entre diseñadores y fabricantes, diversas partes interesadas y consumidores finales", señala Niinimäki en la publicación.
En ese sentido, destaca que hará falta un “enfoque conjunto” en el que la industria textil invierta en tecnologías más limpias, el sector de la moda desarrolle nuevos modelos de negocio más sostenibles y los responsables políticos modifiquen la legislación.
Los consumidores, añade la investigación, también tienen “un papel crucial”, deben cambiar sus hábitos y “estar listos” para pagar precios más altos que asuman el impacto ambiental de la moda.
El estudio recuerda que esta industria representa el 10 por ciento de la contaminación mundial, lo que la convierte en el “segundo mayor contaminador” después de la aviación.
Sin embargo, apunta, el sector sigue creciendo por el auge de la “moda rápida” que depende de la fabricación barata, el consumo frecuente y el uso de prendas de vestir de corta duración.