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Alejandro Calvillo

07/04/2020 - 12:01 am

Covid-19 y la porquería que comemos

Todos los días recibimos información de más muertes por Covid-19 en México y nos enteramos que las personas que perdemos presentaban alguna enfermedad previa, en su gran mayoría relacionada con su mala alimentación: sobrepeso, obesidad, hipertensión. Los reportes internacionales y nacionales lo advierten: México tiene un alto riesgo frente al Coronavirus por la epidemia de […]

Si la mala alimentación de los mexicanos tiene como efecto la muerte de alrededor de 200 mil personas al año, más de 22 cada hora, sumándose el Covid 19, estas muertes se dispararán. Foto: Moisés Pablo, Cuartoscuro.

Todos los días recibimos información de más muertes por Covid-19 en México y nos enteramos que las personas que perdemos presentaban alguna enfermedad previa, en su gran mayoría relacionada con su mala alimentación: sobrepeso, obesidad, hipertensión. Los reportes internacionales y nacionales lo advierten: México tiene un alto riesgo frente al Coronavirus por la epidemia de obesidad y diabetes que vive.

El dato de México que más llama la atención en materia de Covid-19 es el promedio de edad de las personas que están muriendo por esta causa, ya que está entre 7 y 8 años menos que el promedio global. La causa es simple: la porquería que comemos y bebemos, la chatarra y las bebidas endulzadas, que son la causa principal del sobrepeso, la obesidad y la diabetes.

Estos alimentos, como lo expusimos la semana pasada, provocan inflamación en nuestros organismos, sus ingredientes activan nuestro sistema inmunológico que los percibe como una agresión. Lo que vemos en la obesidad y la diabetes es un proceso inflamatorio crónico, permanente, que desgasta al sistema inmunológico y lo debilita frente a otras amenazas.

Si la mala alimentación de los mexicanos tiene como efecto la muerte de alrededor de 200 mil personas al año, más de 22 cada hora, sumándose el Covid-19, estas muertes se dispararán. Desgraciadamente, la tragedia que ya viene ocurriendo en Mèxico desde hace ya un par de decenios, tiene detrás poderosos intereses económicos que ocultan sus causas: “es la falta de ejercicio”, “es la responsabilidad de la gente”, “son las garnachas”.

No importa su publicidad multimillonaria, la omnipresencia de sus productos, la falta de información con etiquetados engañosos, su presencia en las escuelas, su diseño hiperpalatable: la responsabilidad de la obesidad y la diabetes es tuya.

No importa que tus padres hayan contribuido a volverte adicto a lo dulce, como la mayoría de los mexicanos, al darte un cereal 40 por ciento azúcar y lo demás harina refinada, sin saberlo, porque en su caja decía que contenía minerales y vitaminas adicionadas y ellos pensaron que era muy saludable, y porque tenía un simpático tigrito dirigido a los niños, lo que lo convertía en un producto muy tierno. No importa que desde pequeño te dieran la chispa de la vida sin tener idea de que en un vaso te metían seis cucharadas de azúcar directamente a tu organismo. Y, menos aún, del daño que te hacía esa cantidad de azúcar a tu páncreas cada día. Tus padres, nunca tuvieron esa información, pero para las corporaciones y sus aliados, la culpa fue de tus padres, la culpa ahora es tuya, aunque los etiquetados que ponen en sus productos sea incomprensible, aunque sean mentiras que el niño consumiendo el producto crecerá grande y fuerte, que tendrá mayores capacidades, que su digestión será mejor, que tendrá huesos más fuertes, etc, etc.

Sin embargo, una vez más la realidad llega para revelarnos la verdad de manera muy trágica. Nuestro consumo de chatarra, el primero en América Latina y entre los principales del mundo, nos expone débiles ante el coronavirus, con un organismo permanentemente golpeado por estos productos llenos de azúcares añadidos, de grasas saturadas, de sodio, de calorías vacías y una gran cantidad de colorantes, saborizantes, endulzantes y aromatizantes químicos.

Nuestro organismo, que ha reducido el consumo de verduras, frutas y granos enteros, para sustituirlo con los ultraprocesados, ya no ingiere los fitoquímicos presentes en los vegetales, las vitaminas y los minerales presentes en estos vegetales y en los granos enteros, que son digeribles, que son biodisponibles. Lo que ahora ingiere a cambio, son grandes cantidades de azúcares, grasas saturadas, sal, calorías vacías, aditivos sintéticos, un coctel de ingredientes no saludables.

La falta de información sobre lo que comemos, sea bueno o malo, sea pro-inflamatorio o anti-inflamatorio, es absoluta. El nuevo etiquetado nos permitirá saber un poco sobre algunos de los ingredientes de estos productos que dañan nuestra salud, que afectan nuestro sistema inmunológico. Sin embargo, para las corporaciones no importa la pandemia, no importa la responsabilidad que tienen sobre las epidemias de obesidad y diabetes, sobre la vulnerabilidad que han provocado ante el coronavirus, las grandes corporaciones no quieren que ese mínimo de información llegue a los consumidores.

Entre las corporaciones que se están viendo más favorecidas con el coronavirius están las chatarreras, desde los cereales de caja, hasta las bebidas endulzadas, pasando por los lácteos azucarados, están incrementando sus ventas. Se estima que el sobrepeso y la obesidad aumenten en estos meses, cuando lo que deberíamos hacer es aumentar el consumo de verduras, frutas, granos enteros, los productos que son anti-inflamatorios.

Debemos promover el consumo de alimentos frescos por nuestra salud, por el planeta y por los agricultores, la gente del campo. De esta manera apoyamos a quienes trabajan la tierra, a sus familias, fortalecemos nuestra salud, mejoramos nuestras defensas, reducimos basura, cuidamos el planeta.

Alejandro Calvillo
Sociólogo con estudios en filosofía (Universidad de Barcelona) y en medio ambiente y desarrollo sustentable (El Colegio de México). Director de El Poder del Consumidor. Formó parte del grupo fundador de Greenpeace México donde laboró en total 12 años, cinco como director ejecutivo, trabajando temas de contaminación atmosférica y cambio climático. Es miembro de la Comisión de Obesidad de la revista The Lancet. Forma parte del consejo editorial de World Obesity organo de la World Publich Health Nutrition Association. Reconocido por la organización internacional Ashoka como emprendedor social. Ha sido invitado a colaborar con la Organización Panamericana de la Salud dentro del grupo de expertos para la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia. Ha participado como ponente en conferencias organizadas por los ministerios de salud de Puerto Rico, El Salvador, Ecuador, Chile, así como por el Congreso de Perú. el foro Internacional EAT, la Obesity Society, entre otros.

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