Ciudad de México, 7 de abril (SinEmbargo).– La Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión (CIRT) lanzó el pasado domingo un comunicado en el que acusó al proveedor de televisión por cable Dish de mentir y de violar la equidad electoral, al permitir que la señal del Distrito Federal se transmitiera en todo el país y por consiguiente la publicidad del Partido de la Revolución Democrática (PRD), al que se refiere como “el partido mayoritario en el DF”.
El comunicado finaliza con una sentencia por parte de la CIRT, en la que llama a las autoridades para que eviten el fracaso de las elecciones por el “desacato” de Dish.
No es la primera vez que la Cámara de la industria de los medios de comunicación actúa de manera directa en contra de actores públicos, privados y comunitarios. La mesura se perdió desde hace dos décadas, a partir de que el mercado de las telecomunicaciones entró a una disputa con el mercado de la radiodifusión.
Especialistas consultados por SinEmbargo coinciden en que la CIRT se ha olvidado de que sus mil 200 agremiados trabajan con el espectro radioeléctrico, que es un bien del dominio de la Nación y que, aun cuando la infraestructura y el capital invertido sí les corresponde, la labor que realizan tiene implicaciones en el tema de la libertad de expresión y de derecho a la información.
Concluyen que, como sucede con las diferentes cámaras en México, éstas siempre son controladas por los “grandotes”, en este caso TV Azteca y, principalmente, Televisa.
La entonces Cámara Nacional de la Industria de Radiodifusión (CIR) fundada en 1941, tuvo como primer presidente a Emilio Azcárraga Vidaurreta y a lo largo de sus 74 años, amigos e integrantes de la familia propietaria de Grupo Televisa, han ocupado diversos cargos directivos como Bernardo Gómez Martínez, Vicepresidente Ejecutivo de Televisa. Y por otro lado, Tristán Canales Najjar, que a su vez es directivo de Grupo Salinas y TV Azteca.
De acuerdo con Aleida Calleja, analista de telecomunicaciones, y Agustín Ramírez Ramírez, presidente de la Asociación Mexicana del Derecho a la Información (AMEDI), el control que Televisa tiene sobre la CIRT no es un secreto para nadie en el sector y, en consecuencia, las posturas parciales tampoco resultan una sorpresa. “ahora es con Dish, pero en el pasado muy reciente fue Telmex y América Móvil. La postura la han ido cambiando y desafortunadamente la CIRT ahora se comporta de manera facciosa porque responde a los intereses completamente de Televisa”, dijo Ramírez.
La CIRT se define a sí misma como una institución autónoma, sin fines de lucro y tiene dentro de sus principales objetivos fungir como órgano de consulta y colaboración del Estado en materia de radiodifusión.
Con la llegada de Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la República, en 2012, la CIRT acató y aplaudió el Pacto por México y posteriormente celebró el paquete de reformas estructurales promovidas por el Ejecutivo federal.
Y es que la relación entre esta industria de medios y el poder político siempre ha sido cercana. Integrantes de diversos partidos han ocupado puestos del Consejo Directivo y del Consejo Consultivo: Jorge Mendoza Larza, empresario de medios en Monterrey y militante del Partido Revolucionario Institucional (PRI); Arturo Laris Rodríguez, militante del Partido Acción Nacional (PAN), a quien en 2003 le fue revocado el triunfo como Diputado federal por Zamora, Michoacán por uso de imágenes religiosas en campaña y por designar a autoridades municipales como funcionarios de casilla, y Roque Chávez, Diputado del PRI por Ahome, Sinaloa.
Para Calleja, el ejemplo más claro de esta relación son las comidas anuales organizadas por la CIRT a las que asisten secretarios, legisladores y el Presidente de México.
“Es un claro ejemplo de que se trata de un grupo que constantemente presiona para que se legisle o se establezcan políticas públicas de acuerdo a sus propios intereses. Hay una relación simbiótica entre el poder político y los concesionarios de la radio y la televisión. Esa relación no es nueva, es una relación de favores mutuos entre los empresarios de la radio y la televisión con los gobiernos en turno que van llegando; no importa si son priistas o panistas”, comentó en entrevista.
NECESITA MÁS RESPONSABILIDAD SOCIAL
Desde la perspectiva de Calleja, la Cámara debería manejarse con más responsabilidad al trabajar con bienes del dominio de la nación y enfocarse en los beneficios que debe dar a las audiencias, “es una Cámara que se comporta en la defensa de la libre empresa, pero omite el resto de sus responsabilidades […] Tienen una visión patrimonialista de las concesiones, prácticamente consideran que son suyas y se les olvida que las tienen por un tiempo, que no les pertenecen. En ese sentido deberían tener una mayor responsabilidad con la sociedad”.
En este sentido, en diferentes ocasiones la CIRT se ha pronunciado en contra de las radios comunitarias a las que en 2011 definió como “emisoras ilegales” que representaban una amenaza para el sector y que su presencia se traducía en una competencia desleal y en 2013 la Reforma en Telecomunicaciones eliminó el derecho de las radios y televisiones comunitarias a comercializar su tiempo para obtener recursos económicos que permitirían el financiamiento de los proyectos.
“[La CIRT] siempre ha estado en contra de las organizaciones de la sociedad civil, de los medios comunitarios, de los medios de uso público, pero el ataque no le veíamos de esta manera [con Dish], pero responde a su lógica facciosa de los últimos años de defender los intereses de sus agremiados y particularmente de quien la controla”, expuso Ramírez.
LAS CÁMARAS COOPTADAS
Para Mony de Swaan, ex comisionado de la Comisión Federal de Telecomunicaciones (hoy Instituto Federal de Telecomunicaciones), tanto la CIRT como la Cámara Nacional de la Industria de las Telecomunicaciones por Cable, han dejado de tener una agenda de medios propia y se han dedicado a ser voceras de intereses particulares.
“No me sorprende nada el comportamiento de la CIRT […] el discurso de las dos está marcado por las televisoras, más que por el sector en su conjunto, lo que le permite a Televisa tener una voz sin tener que ensuciarse las manos”.