Ciudad de México, 7 de enero (SinEmbargo).- Llevaba un bigote falso y una pistola apuntándose a la cabeza cuando lo detuvieron tras varios días de estarlo buscando. Estaba en su coche, exhausto, luego haber sido perseguido por la policía. Además del arma, tenía 8 mil dólares. Su detención sería el inicio de un escándalo mediático, el más seguido en la historia del país más poderoso del mundo. “El juicio del siglo” sacaría a flote todos los fantasmas sociales con los que ha luchado durante décadas los Estados Unidos. Orenthal James Simpson, un héroe de los emparrillados de la NFL, era el principal sospechoso de haber asesinado a su ex esposa y el que era su actual pareja.
Nicole Brown y Ronald Goldman fueron encontrados en la casa de ella, con 20 puñaladas cada uno. Los dos hijos de Brown y Simpson, dormían en las habitaciones del piso de arriba. O.J. negó siempre las acusaciones. Tras escribir una carta de índole suicida, la policía inició una búsqueda notable. Fueron 134 días de juicio, con todo el país pendiente del caso. Las opiniones se distinguieron debido al carácter racial. La comunidad afroamericana acusaba de racismo a todo el proceso, la gente de tez blanca, no dudaba en señalarlo de asesino. Al final, un juzgado conformado en su mayoría por negros, lo consideró inocente.
Pasaron 13 años. En 2008, la hermana de Simpson se desmayó cuando escuchó el veredicto del jurado que señalaba a O.J. como culpable. En la memoria del pueblo estadounidense estaban los nombres de Nicole Brown y Ronald Goldman, pero el nuevo juicio tenía otros motivos. El que a mediados de los 70 era considerado como El novio de América y gozaba de una fama ganada desde sus dotes como atleta referente del futbol americano, había entrado armado a una tienda de objetos de colección en Las Vegas para intentar recuperar lo que el consideraba suyo. Hasta 12 veces, la palabra “culpable” se escuchó en el tribunal, responsabilizándole de todos los cargos incluidos secuestro y robo a mano armada. Fue condenado a 33 años.
“Señor Presidente, mi vida está por terminar. No me deje morir en la cárcel”, fueron las palabras que le dirigió el pasado fin de semana a Barack Obama. Simpson, de 65 años, sufre de diabetes y sospecha tener un tumor en el cerebro. Por cuestiones legales, el ex jugador podría solicitar el perdón dentro de cuatro años. Con problemas para escuchar, visión borrosa y un constante tartamudeo, los médicos de la prisión Lovelock Correctional Center, en Nevada, sospechan que pudiese haber un problema cerebral. Limitado de comer dulces, la diabetes le ha traído severos malestares dados a conocer apenas unos meses atrás. Algunos de sus allegados aseguran que está convencido de no tiene mucho por vivir.
En mayo pasado, solicitó la anulación de la condena que hoy cumple, debido a lo que el considera como un engaño de su abogado. “Nunca me dijo que si me declaraba culpable, podría tener una condena mucho menor”, declaró en su tiempo. Su abogado se mostró sorprendido por la noticia del posible tumor. “Por lo que sé su estado de salud es buena. Pasé junto a él mucho tiempo y estaba bien”, contó. Simpson lleva tiempo realizándose estudios en secreto. La petición al mandatario estadounidense, ha levantado otra vez el recuerdo de hace 20 años, cuando mucha gente lo consideró culpable, acusando el proceso de irregular.
Simpson fue elegido como el jugador más valioso de la NFL en 1973 e ingresó al Salón de la Fama en 1985. Tras el retiro de las canchas, se convirtió en actor de cine y presentador de televisión. Su relevancia deportiva se anexo al carisma de su personalidad. Nunca ganó un SuperBowl, pero sus marcas como corredor retumbaron en la liga. Se convirtió en el primer jugador en superar la barrera de las 2 mil yardas. Enfundado en el uniforme de los Bills de Búfalo, se convirtió en un referente histórico. Hoy, un hombre con un notable sobrepeso, afectado por el paso del tiempo, espera que sus súplicas lleguen a oídos de Barack Obama, para poder irse a casa, como tanto lo desea.