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Adela Navarro Bello

06/11/2024 - 12:04 am

La continuidad de una presidencia populista

“En la etapa de la primera mujer mandataria de la nación en estos 30 días, no se ha visto un cambio en la presidencia de la República”.

“A grandes rasgos, el país sigue estancado en la era lopezobradorista, tal cual lo dejó el fundador del movimiento del cual forma parte la presidenta”. Foto: Presidencia.

“El populismo es el germen de la tiranía”. Roberto Cachanosky

Para el partido Morena todo evidentemente se reduce a la popularidad. Eligen candidatos en razón de quién tiene mejores resultados en las encuestas y no necesariamente a quien presente el mejor proyecto político administrativo. Eso, de hecho, pasa a importar nada, si aseguran votos suficientes para derrotar al adversario en turno. El de Morena es, a final de cuentas, una apuesta populista.

De la mente de su líder fundacional y moral, el ex presidente Andrés Manuel López Obrador, intentaron resolver problemas a través de consultas hechizas que no aportaron bases para la toma de decisiones, pero sí votos para las elecciones. Una muestra poblacional que no es vinculante para Ley alguna, pero que les sirvió en su momento para justificar la inacción. Por ejemplo, aquella “consulta” para determinar si se juzgaba o no a los ex mandatarios nacionales, los “del periodo neoliberal”. Aun cuando el tema fue primordial en la campaña del ahora ex titular del ejecutivo, que a gritos prometió acabar con la corrupción y castigar la del pasado, nada sucedió. Lo que sí, le dio mucha popularidad, primero la promesa de enjuiciarlos, y luego la “sapiencia” de consultar si lo hacía o no.

La popularidad en Morena llegó hasta la elección de su candidato a la presidencia de la República y de quienes contendieron por los gobiernos estatales. Aun cuando Marcelo Ebrard, quien se preciaba de ser un serio y de peso contendiente en la interna, presentó un proyecto de gobierno y de nación, las encuestas que supuestamente realizaron en el CEN de Morena, dieron como resultado que la más popular, y por ende la ganadora, era la hoy presidenta de la República, Claudia Sheinbaum Pardo.

En momentos de crisis, el ex presidente siempre rescataba las encuestas que le daban un índice de aceptación por arriba de los 70 puntos. Esa era su mejor defensa, incluso cuando dejó de tener actos públicos o se limitó a hacer viajes en aerolíneas comerciales como lo había presumido, como había prometido, seguía valiéndose de sus seguidores para sofocar desde su púlpito presidencial hasta la más mínima crítica en su contra.

Por popularidad propuso, y el poder legislativo con mayoría morenista le aprobó, que fuesen electos los integrantes del poder judicial. Marginando la experiencia, desdeñando la preparación académica e ignorando la capacidad y el desarrollo en la materia, el Poder Judicial de la era de Morena en México, será electo “por el pueblo” en una carísima jornada electoral que sobrepasa en números los costos de la elección presidencial de 2024, y se presume será la elección con más boletas y más extenuante en tiempo y decisión, aun cuando no se ponderarán parámetros de medición más allá de la popularidad que haya dejado una campaña política.

Hace unos días, el 1 de noviembre de 2024, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo cumplió un mes como titular del Poder Ejecutivo. En la etapa de la primera mujer mandataria de la nación en estos 30 días, no se ha visto un cambio en la presidencia de la República, tampoco la impresión del carácter femenino, ni la disminución de la polarización social, mucho menos la baja en los índices delictivos o la recuperación de la economía. A grandes rasgos, el país sigue estancado en la era lopezobradorista, tal cual lo dejó el fundador del movimiento del cual forma parte la presidenta.

El peso que se venía en 19.71 por un dólar norteamericano el 1 de octubre, para el 1 de noviembre se tasa en los 20.70 pesos mexicanos por dólar. Las inversiones no han aterrizado; la más grande que se avizoraba, la de la mega planta de Elon Musk en Nuevo León, está cancelada o por decir lo menos, en veremos si se concreta, lo que dependen del resultado de las elecciones presidenciales de los Estados Unidos.

En política de desarrollo social, o bienestar como lo llaman en Morena, se adicionaron tres programas sociales de ayudantías económicas a sectores de la población, para mujeres de 60 años, para niños de educación básica y atención hospitalaria para adultos de la tercera edad que son el continuismo de los que establecieron en el sexenio pasado y que son parte de esa gran base de apoyos sociales que mantiene al partido oficialista en el poder.

En materia de inseguridad, la presidenta tomó el timón de la operación con una guerra interna en el cártel de Sinaloa que no pudieron contener en la pasada administración, y tampoco han podido en la presente. Nada más en Sinaloa, entre septiembre y octubre, cuando se desató la narcoguerra con el bando de los herederos de Ismael Zambada García, el Mayo, y los vástagos de Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, porque los segundos entregaron a los Estados Unidos al padre de los primeros, los asesinatos superan los 332 casos de acuerdo al conteo que día a día realizan periodistas del diario El Noroeste.

Tan solo en un día, en aquella entidad federativa, fueron abatidas 19 personas según datos oficiales, aunque ciertamente no están contabilizadas en la estadística del informe diario de la Comisión Nacional de Seguridad.

Aun cuando un mes puede resultar un plazo cortísimo para una evaluación, los cambios que se han percibido han sido imperceptibles. Por ejemplo, la presidenta retomó la mañanera donde los adversarios son los mismos, persiste la crítica a un sexenio que terminó hace 12 años; vaya, hasta los adjetivos calificativos para denostar a un adinerado activista político se repiten una y otra vez con un tono pausado de una voz que no es la suya.

El secretario de seguridad, Omar García Harfuch, ha iniciado el entramado para cambiar la dinámica de la secretaría y tener herramientas para combatir al crimen, pero aun no cuenta ni con la estructura necesaria, ni el personal suficiente, ni los acuerdos con las entidades o municipios más violentos.

Lo que sí ha cambiado es la estadística. A diferencia de todos los sexenios anteriores desde el electo en 2006, en las cifras de los homicidios dolosos de la Comisión Nacional de Seguridad ya no aparecen los datos públicos, únicamente son visibles los números oficiales, es decir aquellos que recolecta a su antojo y conveniencia el secretariado del sistema nacional de seguridad.

Considerando esos números manipulados, en un mes, del 1 de octubre al 1 de noviembre se cometieron 2 mil 381 asesinatos. Para dar una idea de lo falsa que es esa estadística, va un ejemplo: el 21 de octubre el propio gobierno informó del abatimiento a balazos de 19 personas en un operativo de captura de un miembro de la criminalidad organizada en Sinaloa, ese día la CSN informa que en ese estado se cometieron solo 3 asesinatos. Considerando que quizá el 21 no alcanzaron a alimentar la información de los 19 muertos, revisar el día 22 de octubre da cuenta que no es así, pues “oficialmente” se registraron 7 homicidios dolosos.

De las cifras reales de la inseguridad, solo sabremos por los trabajos que desde la sociedad se hagan en la recopilación de la información tomada de las calles que dominan los cárteles de la droga, ahora más libres para también utilizar carros bomba, aeronaves, drones y armas de alto calibre para sembrar terror y derramar sangre de manera impune.

En un mes, aun cuando no es plazo evaluativo suficiente, poco ha cambiado en México. O tal vez casi nada. Lo que sí, es que como en el sexenio pasado, se ha ponderado que en los primeros 30 días al frente de la administración del gobierno de la República, la presidenta Sheinbaum tiene un 70% de popularidad según las encuestas. Y con eso basta porque finalmente, más que un gobierno popular, está claro que el sexenio que inicia es la continuidad de un gobierno populista cuyas consecuencias para el país se verán en un futuro ya inmediato.

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