El 13 por ciento de la juventud global padece de algún trastorno mental diagnosticado; Unicef llama a gobiernos a aumentar inversión a la salud mental de niños, niñas y adolescentes.
Por Ana de León
Ciudad de Panamá, 5 oct (EFE).- Los trastornos mentales afectan a unos 16 millones de adolescentes en América Latina y el Caribe y hacen que las economías de la región dejen de percibir más de 30 mil millones de dólares anuales al “impedir” que puedan trabajar, alertó este martes el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), que pidió a los Estados una mayor inversión en el cuidado y prevención de la salud mental.
En una entrevista con EFE, la especialista regional en Adolescencia y VIH del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) para América Latina y el Caribe, Alejandra Trossero, dijo que los “trastornos mentales provocan una discapacidad e imposibilidad de poder contribuir” en calidad de “capital humano”.
“El estimado que se ha hecho en la región de América Latina y el Caribe es que cada año la región pierde en contribución 30 mil 600 millones de dólares”, explicó.
Esta estimación se basa en el informe “Estado Mundial de la Infancia 2021. En mi mente. Promover, proteger y cuidar la salud mental de la infancia” elaborado por Unicef en colaboración con el London School of Economics, y que analiza con “detalle cuál era la contribución que se hace a las economías en cuanto a capital humano”, explicó Trossero.
LAS TASAS MÁS ALTAS DE PROBLEMAS MENTALES EN JÓVENES
Alrededor del 15 por ciento de los adolescentes entre 10 y 19 años de América Latina y el Caribe sufren algún trastorno mental diagnosticado, lo que supone cerca de 16 millones de jóvenes, siendo esta la región del mundo con las tasas más altas.
“A nivel global, este porcentaje es del 13 por ciento, en nuestra región es del 15 por ciento, un poco más elevado que la media” mundial, detalló la especialista.
El Caribe mantiene “una media un poco más alta, de entre el 15 por ciento y 18 por ciento “con respecto al resto de los países de la región, los cuales en su mayoría no cuentan sistemas para reportar y registrar este tipo de problemas mentales entre la población joven.
Estos datos, recopilados en 2019 -antes de la pandemia- detallan que cada día más de diez adolescentes de la región pierden la vida por suicidio.
ANSIEDAD Y DEPRESIÓN, LOS TRASTORNOS MÁS DIAGNOSTICADOS
Dentro de la “amplia gama” de los trastornos mentales que afectan a los jóvenes de la región, los más comunes son la ansiedad y al depresión -que suponen la mitad de los problemas de salud mental e inciden mayormente en las niñas- junto con los problemas de conducta, alimenticios y autismo, señaló Trossero.
A pesar de que “son muchos los factores” que inciden, “hay que pensar que la adolescencia es un tiempo de mucha transformación, y por otro lado, los adolescentes están viviendo en una sociedad en constante cambio”, incidió la especialista.
“Hay que pensar también en la situación de vida en la que estamos, con mayor urbanización, aumento de la pobreza, mayor movilidad humana”, añadió.
La experta no descarta que la pandemia de la COVID-19 haya “profundizado” estos problemas, pero “las consecuencias se van a ver en un futuro”.
“Hicimos una encuesta el año pasado preguntándoles a los jóvenes cómo se sentían durante la pandemia. Un 27 por ciento de los más ocho mil jóvenes reportaron haber sufrido alguna ansiedad o depresión debido a la COVID-19”, detalló.
MAYOR INVERSIÓN
El informe “Estado Mundial de la Infancia 2021” hace un llamado a los gobiernos y a los socios de los sectores público y privado a comprometerse, comunicar y actuar para promover la buena salud mental de todos los niños, niñas, adolescentes y cuidadores.
También insta a realizar una inversión urgente en la salud mental de niños, niñas y adolescentes en todos los sectores, no sólo en salud, como apoyo a un enfoque de prevención, promoción y atención de toda la sociedad.
“Estimamos que el gasto [público] en la región dedicado a salud mental es [apenas] del dos por ciento del total. Hay una necesidad de mirar con más detalle esta inversión, pues hay poca en prevención. El llamado que hace Unicef es mirar en más detalle junto con los gobiernos de qué manera se puede aumentar esa inversión y priorizar la salud mental de niños, niñas y adolescentes”, añadió Trossero.
En organismo de las Naciones Unidas pidió además romper el silencio que rodea a las enfermedades mentales, abordando el estigma y promoviendo una mejor comprensión de la salud mental y tomando en serio las experiencias de los niños y los jóvenes.