Lejos de que el lugar en donde uno vive se vuelva irrelevante –con todo y globalización—, hoy más que nunca, explica las oportunidades vitales a las que podemos aspirar.
A diferencia de aquellos que sostienen que gracias a los avances tecnológicos “la tierra es plana”, la ubicación geográfica continúa explicando –y determinando— buena parte de nuestra vida. Esta es la hipótesis que defiende Richard Florida, en su libro Las ciudades creativas.
En Estados Unidos, por ejemplo, más del 90 por ciento de la riqueza se produce en las ciudades y sus áreas metropolitanas. Más aún, casi una cuarta parte de la producción norteamericana se concentra únicamente en cinco regiones metropolitanas.
Si abrimos el foco, resulta que las diez mayores regiones del planeta agrupan al 6.5 por ciento de la población pero reúnen el 43% de la actividad económica mundial. Por otro lado, si tomamos las 40 mayores mega regiones, resulta que abarcan a poco menos de una quinta parte de la población mundial, pero producen dos tercios de la actividad económica, 86 por ciento de las patentes y el 83% de los avances científicos. [1]
Incluso en algunos casos las fronteras son algo irrelevante, como en el corredor productivo que va desde Los Ángeles hasta Tijuana, la de los grandes lagos –que reúne ciudades canadienses y norteamericanas—, el eje que va de Barcelona a Lyon o el Ámsterdam-Rotterdam-Bruselas-Colonia y la cuenca del Ruhr.
Estas mega regiones tienen la gran ventaja de la concentración: concentración de gente, de talento, de creatividad e innovación. Así, la concentración crea mayores oportunidades y hace que la productividad se dispare. De ahí que las ciudades y sus áreas metropolitanas sean verdaderos motores de crecimiento económico.
En este sentido, tenemos un gran potencial para crecer. Las mega regiones del valle de México (que alcanza poblaciones del estado de México, Hidalgo, Morelos y Querétaro, además del DF), Guadalajara, Monterrey, Aguascalientes o la citada de Tijuana, deberían convertirse en motores de la creatividad y la innovación, la productividad y el crecimiento económico nacional.
La mesa esta puesta. Sin embargo, hay que trabajar en algunos temas críticos para que este desarrollo se vuelva una realidad. No es nada nuevo: tenemos un gran déficit de estado de derecho, de capital humano, informalidad y desorden urbano, políticas públicas contradictorias y que en lugar de buscar el desarrollo, parece que persiguen todo lo contrario, y un largo etcétera.
El desarrollo económico y social no es algo que suceda de forma automática. Hay que construir las condiciones que lo hagan posible.
Twitter: @jose_carbonell
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[1] Richard Florida. Las ciudades creativas. Por qué donde vives puede ser la decisión más importante de tu vida. Editorial Paidós, Barcelona, 2009, pp. 19 y 56.