La reconocida escritora Jennifer Clement, autora de Ladydi, habló con SinEmbargo sobre su más reciente obra: un conjunto de relatos sobre ella y su conexión con dos grandes monstruos urbanos: las ciudades de México y Nueva York.
Ciudad de México, 6 de septiembre (SinEmbargo).– En La fiesta prometida (Lumen), Jennifer Clement hace un retrato de dos ciudades en las que le tocó vivir en dos momentos muy excepcionales: el México pre-libre comercio y una Nueva York sacudida por el SIDA.
“Hay mucha historia en el libro”, comentó en entrevista la reconocida autora. “Pero también, creo que la memoria está también hecha de canciones, de cosas que escuchaste, de lecturas que has hecho, yo creo que todas esas cosas hacen la memoria. Entonces, también logré retratar los tiempos también por esos medios”.
En efecto, la obra de Clement avanza al compás “de las presencias fantasmagóricas”, como reza la reseña, “de muchos artistas y escritores, como Julio Cortázar, William Burroughs, Frida Kahlo y Jean-Michel Basquiat”, a partir de los cuales Jeniffer “despliega lo mejor de sus habilidades verbales para recrear una época previa a la legalización del neoliberalismo en el norte de América Latina”.
Jennifer, de origen estadounidense, recuerda cómo su familia se asienta en México y establece una relación gracias a que viven en la calle de Palmas, en donde es testigo de toda una revolución cultural. “Gracias a esa calle, todo lo que sucedió, lo que cuento, estábamos muy cerca a un mundo fascinante, increíble, que fue artístico, de pintores, de intelectuales, yo era chiquita, pero todo eso lo viví y luego, en Nueva York, también todo es muy azaroso, porque llego a Nueva York con los 18 años, rentó un departamento e inmediatamente me hago amiga de Keith Haring, porque él, a las tres puertas, tiene sus… Está el club que se llama club 57, está a tres puertas de donde vivo y cada miércoles él organiza lecturas de poesía y luego mi vecino es Klaus nomi y luego está el acercamiento con Basquiat”.
“Una cosa importante de Basquiat que cuento, que creo que no se ha contado nunca, es que el mundo afroamericano ha tomado a Basquiat como de ellos, y la verdad es que Basquiat es mitad latino, su madre es puertorriqueña, él vivió en Puerto Rico tres años, él hablaba español, mucha de su obra está llena de español y mi relación con él era de latino. Él estaba fascinado con México, siempre quería saber más y más, y más, sobre México, siempre me dijo ‘quiero ir a México’, sí lo tenía en su horizonte y yo dije ‘yo tengo que hablar de esta parte de Jean-Michel, porque muy poca gente se da cuenta de esto, que él también es latino, es un latino también’”.
—¿De qué manera juega para ti la suerte?
—Yo creo que, espero, ojalá que muchas de las personas en el mundo tienen suerte, lo que pasa es que un escritor o un periodista lo puede contar, lo podemos escribir y se puede saber, por ejemplo, una cosa que me encantó al escribir este libro es darme cuenta que yo también podía contar las historias de otras personas, que no tenían todas que ser mis historias, porque también las historias que escuchamos también se vuelven parte de nuestra memoria.