La COVID sigue ganando terreno en algunas regiones del mundo mientras, en otras, se mantiene al margen por momentos. Si bien los números son esperanzadores en países de primer mundo, la realidad supera a la mayoría, ya que sólo el 27 por ciento de la población a nivel mundial cuenta con ambas dosis de una vacuna.
Por Óscar Zurriaga
Profesor Titular. Dpto. de Medicina Preventiva y Salud Pública (UV). Serv. Estudios Epidemiológicos y Estadist. Sanit. (Generalitat Valenciana). Unid. Mixta Investigación Enfermedades Raras FISABIO-UVEG. CIBER Epidemiología y Salud Pública, Universitat de València
Madrid, 6 de septiembre (The Conversation).- Estos días todos se preguntan qué pasa con la inmunidad de grupo. ¿Acaso no se preveía que al 70 por ciento de cobertura vacunal frente a la COVID-19 ya la habríamos alcanzado? Pues resulta que las últimas estimaciones no hablan ya de esta cifra, elevándola, e incluso algunos directamente la consideran imposible en el caso de la COVID, como se publicaba en marzo pasado en la revista Nature.
Al comienzo de la pandemia, cuando las vacunas estaban en un horizonte que, entonces, parecía muy lejano, este concepto de inmunidad de grupo fue utilizado como estrategia de algunos países que optaban por dejar que se alcanzara de un modo natural.
La Declaración de Great Barrington, que fue motivo de polémica hace ya casi un año, decía que “sabemos que, eventualmente, todas las poblaciones alcanzarán la inmunidad de rebaño –es decir, el punto en el que la tasa de infecciones nuevas se mantiene estable— y que esto puede beneficiarse de (pero no depende de) una vacuna”.
La aparición de las vacunas y el comienzo de la inmunización colectiva situó la discusión en otro punto. A principios de 2021, la disponibilidad de vacunas y las diferentes estrategias vacunales marcaban las coberturas de la vacunación. Eso sí, sólo en los países más ricos, esos que, por regla general, tenían la certeza de que habría dosis de vacunas para todas sus poblaciones. En otros países, simplemente, se estaba –y se sigue estando– a la espera.
LOS DATOS DE COBERTURA VACUNAL EN EL MUNDO
Durante el primer semestre de 2021, Israel se convirtió en el país en el que todos se fijaban: cobertura de vacunación creciente, y con una población relativamente pequeña. Fue así gracias a los acuerdos alcanzados por el Gobierno israelí con una compañía farmacéutica. Los datos que se ofrecían eran muy esperanzadores. Es más, se mantuvo a la cabeza mundial de la vacunación hasta principios de junio.
La situación ha cambiado. Israel ya no lidera el ranking mundial, superado por bastantes países. Es cierto que tiene un apreciable 62.6 por ciento de población cubierta por dos dosis de vacuna. Pero también es necesario mencionar la desigual distribución de vacunas en la población que habita dentro de sus fronteras: sólo un 8 por ciento de la población palestina ha recibido dos dosis.
En la actualidad, según los datos que ofrece “Our world in data” sobre cobertura vacunal, es Malta quien se sitúa en el puesto más alto, con un 80 por ciento de su población completamente vacunada. Entre el 75 y el 80 por ciento de cobertura están Islandia, Emiratos Árabes Unidos, Portugal y Singapur. Y entre el 70 por ciento y el 75 por ciento tenemos a las Islas Caimán, Catar, Dinamarca, España, Uruguay, Jersey, Chile, Islas Faroe, San Marino, Seychelles y Bélgica.
Como puede apreciarse, no son necesariamente los países más ricos del mundo. De hecho, ninguno de ellos forma parte del G7. Pero sí comparten la característica de disponer de una posición económica relativamente favorecida. En algunos casos, además, se trata de países con poblaciones muy pequeñas. También cuentan con sistemas sanitarios que han podido hacer frente a este reto.
Por cierto, los datos de los países del G7 con población cubierta por dos dosis de vacuna son estos: Estados Unidos, 52.2 por ciento; Reino Unido, 63.2 por ciento; Alemania, 60.5 por ciento; Francia, 60.5 por ciento; Italia, 61.7 por ciento; Canadá, 67.2 por ciento; y Japón, 47.3 por ciento.
¿Y quienes están al final de la tabla? De algunos no se dispone ni siquiera de datos, lo que hace presagiar una situación poco halagüeña. Es el caso de Ghana o Irak, entre otros.
Pero de los que sí se sabe algo veamos algunas cifras:
Por debajo del 1 por ciento de población cubierta por dos dosis de vacuna tenemos a Siria, Libia, Nigeria, Somalia, Vanuatu, República Centroafricana, Liberia, Uganda, Tanzania, Mauritania, Mali, Sierra Leona, Sudán, Níger, Benín, Camerún, Nueva Guinea Papúa, Guinea-Bissau, Chad, Burkina Faso, Haití, Sudán del Sur y República Democrática del Congo.
Entre el 1 por ciento y el 2 por ciento de cobertura están: Congo, Argelia, Lesoto, Zambia, Kenia, y Afganistán.
Muchos de estos países se sitúan en el continente africano y en los puestos más bajos del índice de desarrollo humano (IDH). ¿Nos da esto alguna pista?
POR SOLIDARIDAD… O POR EGOÍSMO
El resultado es que, a día de hoy, sólo el 27 por ciento de la población mundial ha recibido la pauta completa de la vacuna.
Por mucho que se adelante en los países ricos, o en los pequeños, si en el resto del mundo se avanza poco o nada seguirá quedando mucha población mundial sin acceso a las vacunas.
Lo peor es que así se le dan oportunidades al virus de que se originen nuevas variantes. Y si alguna de ellas resulta ser de una transmisibilidad más elevada, de mayor gravedad o con posibilidad de escape a las actuales vacunas, no serán de mucha utilidad las coberturas vacunales de los países ricos.
El concepto de inmunidad de grupo se basa en supuestos como mezcla homogénea de la población y una inmunidad uniforme en personas de todos los grupos demográficos. Esta premisa, a nivel mundial, tampoco se está cumpliendo.
Estamos asistiendo a un hito histórico: tratar de vacunar a toda la población del mundo en meses. Nunca antes se ha hecho nada así. Un ejemplo: la vacunación de la polio se inició en la década de los 60 del siglo XX y todavía hoy, seis décadas después, se sigue con ella.
Es una de las muchas razones por las que el concepto de solidaridad debería marcar la actuación, facilitando dosis de vacunas y logística para su administración a los países que no disponen de medios suficientes.
Pero si la solidaridad no basta, también valdría el egoísmo. A la población de los países ricos le conviene, egoístamente, que se alcancen buenas coberturas en los países menos desarrollados.
Nadie estará realmente protegido hasta que la mayoría de las poblaciones lo estén.