El síndrome burnout, causado por el estrés laboral, no es considerado una enfermedad pero puede llegar a tener efectos graves, pues podría llevar al suicidio a las personas que lo padecen, advierten expertos.
Madrid, 06 septiembre (EuropaPress).- Una persona suele pasar en el trabajo, en el mejor de los casos, ocho horas diarias, lo que lo convierte con mucha diferencia en el lugar en el que más tiempo se está al día. Además de esto, el trabajo es el eje vertebrador de la rutina de las personas y, por si fuera poco, la fuente de su sustento. Bajo estas premisas no cuesta imaginarse que tanto la actividad que se realiza como el ambiente de trabajo son fundamentales para garantizar la salud y el equilibrio del trabajador.
Para el malestar que tiene su raíz en la actividad laboral hay un nombre: síndrome “burnout” o del trabajador quemado, que, aunque no es nuevo, recientemente ha cobrado importancia por su próxima inclusión en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) de la Organización Mundial de la Salud como problema asociado al trabajo.
La delegada territorial del País Vasco de la Asociación Española de Especialistas en Medicina del Trabajo (AEEMT), la doctora Blanca Usoz Oyarzábal, considera “importante” que el “burnout” figure en el CIE-11 porque estimulará la concienciación y la investigación en este sentido, pero llama a tener precaución porque “no es un diagnóstico médico, no es una enfermedad como tal”. La razón hay que buscarla en que es un fenómeno ocupacional y, sobre todo,”una experiencia subjetiva derivada del estrés laboral crónico mal resuelto”.
En efecto, la incorrecta resolución de un estrés laboral es la circunstancia que puede conducir a la aparición del síndrome del quemado. “El estrés normal es un desequilibrio entre las exigencias del medio laboral y la capacidad que tiene uno para afrontarlas. Si esta situación se mantiene de forma crónica podemos sufrir el síndrome”, detalla la experta. Además, puede suceder tanto por exceder las exigencias como por no alcanzarlas y que el trabajador no logre la realización laboral ni sus expectativas en este sentido.
Sin embargo, el hecho de que no sea una enfermedad al uso “no le quita importancia en cuanto a la gravedad que pueda tener” porque a veces “puede llegar a escenarios tan graves como suicidios”, puntualiza la doctora Usoz, que insiste en que siempre que se habla del síndrome se hace en un entorno laboral, “nunca en otros entornos”. También son las profesiones relacionadas con los cuidados y que implican relación con otras personas, como los profesionales sanitarios o los profesores, las más inclinadas a sufrirlo.
Sus principales síntomas se concretan en tres dimensiones principales, según la experta. Los primeros son “síntomas de falta de energía, pero a un nivel muy alto: estar exhausto”, especifica la delegada territorial de la AEEMT. Después también puede encontrarse un alejamiento de la actividad laboral, “lo que se llama cinismo respecto al trabajo”, explica la doctora Usoz. La última dimensión tiene que ver con la eficiencia profesional, que disminuye. En este contexto, al mencionado suicidio la experta añade síntomas de depresión.
Pero aunque los síntomas estén claros, el diagnóstico no es sencillo. “Al no ser una enfermedad y responder a la experiencia subjetiva negativa, el diagnóstico se complica simplemente por eso”, apunta la doctora Usoz. La experiencia del médico ayuda en este sentido. “No es difícil si el médico tiene experiencia”, confirma la experta, que agrega que existe un test, el de Maslach, que ayuda a diagnosticarlo.
CONSEJOS PARA EVITAR EL SÍNDROME “BURNOUT”
La doctora Usoz proporciona una serie de recomendaciones para evitar el síndrome. En primer lugar alude a la organización del trabajo, aunque reconoce que en ocasiones eso no está en la mano del trabajador. En este contexto, “abordar la actitud a la que nos enfrentamos a las circunstancias del trabajo” también puede ser útil, según la experta.
Por otro lado, la doctora Usoz también menciona “el ejercicio físico y las técnicas de relajación”. En el caso en que las expectativas en cuanto al trabajo se vean frustradas también se puede acudir a “las herramientas que sirven para tolerar de alguna manera la frustración”, subraya la delegada territorial de la AEEMT. “Todos estos factores ayudan pero si no abordamos de raíz la cuestión organizacional es muy difícil darle una solución satisfactoria”, hace hincapié la experta.