Dulce María Sauri Riancho, ex presidenta nacional de Partido Revolucionario Institucional, acepta que el 1 de julio la fuerza política sufrió la derrota más importante de su historia y lo atribuye a dos factores: el fracaso en la lucha contra la corrupción y la inseguridad.
Instalada ya en una curul de la Cámara de Diputados y como tercera vicepresidenta de la Mesa Directiva, al concluir la primera sesión ordinaria la también ex Gobernadora de Yucatán afirma desde el Salón de Sesiones que aunque son pocos en número, el PRI dará la batalla porque tienen la táctica y saben cómo hacerlo, pero reconoce que no todo dependerá de ellos sino también de lo que haga o no haga la nueva mayoría: el partido Movimiento Regeneración Nacional y el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, ahora Presidente electo de México.
Ciudad de México, 6 de septiembre (SinEmbargo).– El Partido Revolucionario Institucional (PRI) pagó en las urnas el alto costo de la corrupción galopante y de la inseguridad que impera en el país. Con el resultado electoral más desastroso de su historia, hoy el priismo se enfrenta al reto de ser oposición frente a un partido y a un Presidente de la República de izquierda, que ganó con una arrolladora votación mayoría en ambas cámaras, dice Dulce María Sauri Riancho, ex presidenta nacional del PRI y hoy tercera vicepresidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, en entrevista con SinEmbargo.
Pero Sauri Riancho afirma que, a pesar de que los priistas fueron los grandes perdedores de la elección pasada, el PRI “tiene todo por ganar” y que será 2021 la fecha fatal para que el tricolor se reponga del golpe que recibió en los comicios de este año, donde sólo ganó por principio de mayoría relativa ocho curules en la Cámara de Diputados, para sumar –con sus 38 plurinominales– una representación de 47 diputados.
El éxito o el declive, dice Sauri, no sólo depende de los priistas, sino de lo que haga o no haga el partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) en el Congreso de la Unión y en el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, Presidente de la República electo.
“No es solamente lo que somos nosotros, también lo que ellos quieren ser. Me refiero a la nueva mayoría de Morena. Nosotros tenemos esta convicción, esta visión del trabajo que tenemos que realizar, las forma concretas de aterrizarlo, las coyunturas. Las acciones tácticas para lograrlo se darán conforme la situación se vaya presentando, pero si queremos en primer término levantar el ánimo priista, tenemos una tarea pendiente. Ahora, ¿qué va a pasar con esta nueva mayoría? Solo llevamos la sesión de instalación, la del 1 de septiembre, y esta primera sesión ordinaria en donde la nueva mayoría apenas está empezando a ser consiente de que son eso: mayoría. Siguen comportándose como se comportaban cuando eran una oposición muy pequeña y necesitaban la estridencia para hacerse notar, para poder participar”, critica la Diputada federal.
Dulce María Sauri fue Gobernadora de Yucatán en 1991, ocupó una curul en la Cámara de Diputados en 1982, fue Seandora de la República en 1988 y en 2000, y presidenta nacional de su partido entre 1999-2002 cuando el PRI perdió ante el Partido Acción Nacional (PAN) y Vicente Fox Quesada se convirtió en el primer Presidente emanado de un partido de oposición en siete décadas.
Luego de perder la Presidencia de la República en dos ocasiones, el PRI logró gobernar de nuevo en 2012 con Enrique Peña Nieto, para después sufrir la derrota más importante de su historia como partido político el 1 de julio de 2018.
“El saldo electoral es el peor que hemos tenido desde que se formó el Partido Nacional Revolucionario (PNR, en 1929), es decir casi en 90 años. Es una realidad política. Lo que importa ahora es tratar de entender qué fue lo que hicimos mal y qué provocó el rechazo de los mexicanos. Pistas tenemos de sobra”, afirma.
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–¿Cuál es su balance del 1 de julio y la derrota que sufrió el PRI?
–Yo creo que los números hablan por sí mismos. El PRI no logró la Presidencia de la República y no pudo ganar en ningún estado de la república. En el caso de las fórmulas al Senado, en el caso de la coalición solamente ganó en Yucatán, y en el caso de mayoría el número que ganó finalmente fueron ocho. Entonces del PRI, de la coalición un poco más. El saldo electoral es el peor que hemos tenido desde que se formó el Partido Nacional Revolucionario [PNR] en casi 90 años; es una realidad policía. Lo que importa ahora es tratar de entender qué fue lo que hicimos mal y qué provocó rechazo de los mexicanos. Pistas tenemos de sobra.
–¿Cuáles son esas pistas?
–Yo diría que son dos grandes coordenadas donde se agrupan los males electorales, que son el reflejo de lo que hicimos mal en esas dos coordenadas: una de ellas sin lugar a dudas es la corrupción, no sólo lo que fue, sino lo que se supuso que fue. Porque acá entramos en un terreno donde la realidad se confunde con la imaginación. Ya hubo suficientes hechos como para dar origen a toda clase de especulaciones y escalar las cosas. No se trata de medir si era más o menos corrupción. El hecho es que en el imaginario colectivo de las sociedad mexicana, el Gobierno priista, no solamente el federal sino los de los estados, quedó envuelto en una zona de corrupción. El segundo es el tema es el de la inseguridad. El no haber podido garantizar la paz para las familias, para regiones extensas del país que se han visto asoladas por el crimen organizado, eso está muy presente en la decisión de los votantes. Conste que estoy poniendo en tercer lugar los temas relacionadas con la situación económica, porque yo creo que a pesar de lo que dicen los opositores, este fue un sexenio en el que realmente ha habido crecimiento de la economía sostenido. Uno de los datos que más me llamó la atención en el evento [el del Sexto Informe de Gobierno de Enrique Peña Nieto] fue cuando el Presidente habló que por primera vez en todos los trimestres de esta administración había habido crecimiento positivo en la economía.
–Sí, yo estuve ahí. Hubo una impresión tanto de analistas como de académicos y otros sectores, de que el Presidente pintó un país muy bonito en el informe y que en las urnas se vio reflejada otra cosa. ¿Cuál es su opinión?
–Precisamente creo que el Informe destaca los aspectos, sobre todo porque es un balance de fin de sexenio positivo del Gobierno, aún cuando el Presidente reconoció que no se pudo lidiar con el tema de la inseguridad y que no se pudo enfrentar el tema de la corrupción, grados más, palabras más o menos, pero hay un reconocimiento de estas dos grandes coordenadas. Lo que pasa, lo que vale la pena reflexionar, es que precisamente por esta situación de encono social no se pueden tampoco analizar otras cosas que funcionaron razonablemente bien. Yo coincido de que hay una serie de reformas, las estructurales, cuyos resultados se van a ver en el mediano y largo plazo; no les gustó, pero lo que dijo Claudia Ruiz Massieu [presidenta nacional del PRI] que ellos tienen, el Gobierno que inicia el 1 de diciembre, una serie de ventajas y decisiones que tomó el Gobierno que se va, decisiones políticamente muy cuestionables por las consecuencias que tienen en lo económico.
A mí me tocó formar parte en la legislatura 56, la que se conformó como mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y de Senadores, pero la del error de diciembre, de la gran crisis económica que fue 94 y 95. Estando en la Cámara de Diputados recibimos las iniciativas de reforma de Ley General del IVA [Impuesto al Valor Agregado], para elevar la tasa del 10 al 15 por ciento. También la reforma a la Ley General de Deuda Pública, para que los famosos tesobonos se volvieran deuda pública interna y para autorizar al Ejecutivo a dar la factura de ingresos petroleros en garantía de las líneas de crédito que salieron con los Estados Unidos. Esas decisiones que permitieron al país salir adelante de la crisis económica en un tiempo muy corto, le costaron al PRI primero la mayoría en la Cámara de Diputados en el 97 y la Presidencia de la República en el 2000, pero México volvió a crecer y ha tenido un crecimiento, con sus altibajos como en la crisis de 2008 y la baja de los precios del petróleo en 2013, que este Gobierno logró contrarrestar con una Reforma Fiscal controvertida, pero que logró sustituir los recursos que dejaron entrar por el petróleo con recaudación directa.
–Usted fue presidenta del PRI, ¿qué tanto influyó el papel de la dirigencia nacional del partido en la derrota?
–Yo fui presidenta del partido cuando por primera vez el PRI perdió la Presidencia de la República. En ese momento fue algo inimaginable no sólo para nosotros sino por los rivales políticos, incluso Vicente Fox y el PAN recibieron la agradable sorpresa de su triunfo. Desde luego son situaciones diferentes porque fuimos mayoría relativa en las dos cámaras en aquel momento. Gobernábamos 21 de las entidades de la república, eran otras condiciones diferentes en términos territoriales. La dirigencia nacional del partido en una campaña presidencial, cuando el PRI es gobierno, tiene una serie de limitaciones en su toma de decisiones. Entonces es muy fácil culpar a la dirigencia nacional de todos los males del partido, por cierto cuando ganan no es la dirigencia nacional son otros los que ganan siempre. Yo creo que tomó las decisiones acotadas por una serie de circunstancias: un 2016 muy adverso en las elecciones locales, un 2017 en que los triunfos electorales en el Estado de México y Coahuila fueron muy sufridos. En ese marco la dirigencia nacional se desempeñó en su cargo, la dirigencia de Enrique Ochoa Reza. Si alguien quiere evitarse riesgo de pensar y quebrarse la cabeza, que le eche la culpa a la dirigencia nacional.
–Hay una impresión de que el PRI no escuchó a los mismos grupos priistas que pedían la expulsión del partido de César Duarte Jáquez que está prófugo [ex Gobernador de Chihuahua], por ejemplo. ¿Qué sucedió ahí?, ¿faltó una autocrítica por parte del partido?
–Hay que irnos más atrás, al 2012. La forma de relación que había al interior del PRI, vamos a decir el partido unipolar con la figura presidencial al frente, que fue lo que se empezó a desdibujar desde 1994, particularmente en el año 2000 cuando perdimos la Presidencia de la República, se volvió un partido multipolar, un partido en que uno de los polos más importantes del poder partidista estaba en los gobernadores. Esto siguió hasta el año 2012. Si no asumimos que hubo esa nueva realidad de reparto del poder político al interior del PRI, no se entiende lo que pasó en 2012, cuando llega uno de los pares a la Presidencia de la República que era el Gobernador del Estado de México, que construyó su candidatura conjuntamente con sus pares y que al llegar a la Presidencia no podía volver a la misma relación que había antes de 1994, entre el Presidente de la República del PRI y los gobernadores priistas. Y no tuvimos la capacidad, no es solamente de la Presidencia de la República, también del propio partido, para construir un nuevo entramado de relaciones. Dentro de ese contexto puedes ubicar el caso de César Duarte en Chihuahua, de Javier Duarte en Veracruz, más otros casos. Curiosamente cuando analizamos este problema de las relaciones entre el Ejecutivo federal y los gobernadores, obviamos otras situaciones que se dieron. Recordemos que apenas iniciaba el Gobierno del Presidente Peña Nieto, cuando el Gobernador saliente de Tabasco fue consignado por una serie de eventos, incluso él continua en la cárcel, y que hubo en Acción Nacional, también con sus ex gobernadores como el caso de Aguascalientes, problemas de corrupción y posteriormente acusaciones; en el caso del Gobernador de Sonora Guillermo Padrés, procesos penales que lo llevaron a prisión.
Tenemos que plantearnos de un vez por todas que el tema de la relación entre la figura presidencial y los gobernadores es un tema no resuelto. Y está presente ahorita, porque aparentemente la solución que está tratando de poner el Presidente electo es mandar a sus emisarios todopoderosos para controlar esa supuesta o real corrupción de los ejecutivos estatales. Nada más que hay un pequeño problema: es el pacto federal. Entonces, para mí uno de los retos más grandes a enfrentar en los próximos meses es una nueva visión del federalismo mexicano que se traduzca en reformas legislativas que lo fortalezcan, no que lo desdibujen.
–¿Cómo ve esta decisión de López Obrador de mandar a sus coordinadores a los estados?, ¿podría funcionar?
–A mí no me parece que pueda funcionar. Excepto que sea una medida de carácter electoral; es decir, que haya un control del aparato federal en cada uno de los estados, incluso no sé si en todos. Ese no es sólo el problema, un Gobierno que está iniciando, que está llegando con mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, muy probablemente en el Senado también la puedan conformar, qué más quieren: ¿borrar las oposiciones en todos los sitios donde se encuentran? Me parece que ahí sí la tentación autoritaria sería enormemente fuerte, y lo estamos viendo en los estados y a través de estas figuras. Este problema que venía platicando de que hay un descontrol político de los gobernadores que se ha traducido en actos de corrupción, no creo que el remedio vaya a ser centralizar, avasallar el federalismo, decir: ‘estos son malos, yo voy a ser el bueno’. Primero, porque el tramo de control es muy largo y puede haber muchísimos problemas y segundo, porque qué queremos ser, ¿un país cada vez más federalista o de plano un país unitario? Pues que lo digan, funcionan, ahí está Chile: se mandan a gobernadores que son delegados, intendentes de la administración central. Lo que no se vale es decir una cosa y hacer otra.
–¿Cómo será el PRI oposición con Morena y López Obrador en el poder?
–Yo creo que la oposición no sólo es un asunto de números. Es un asunto de convicciones y de efectividad. Y no me tengo que ir muy lejos para tener modelos: Morena en 2015 tenía más o menos los legisladores que somos ahora, no recuerdo si eran 46, nosotros somos 47. Pues hay que tener su ejemplo. Ellos fueron una oposición suficientemente eficaz como para ganar el Gobierno federal y la mayoría en esta Cámara. Entonces vuelvo, ¿cuáles son las condiciones fundamentales a resolver? Convicción y la convicción te la da un rumbo claro. Yo creo que finalmente una de las cuestiones a considerar en el caso del PRI, es volver a los principios básicos, los que están en las bases, en las raíces del PRI, ahí está. Empezando por la justicia social, esta que se nos empezó a desdibujar por ahí y le empezamos a poner otra clase de adjetivos. La justicia fundacional del PRI es la justicia social. Tenemos que verlo. Nosotros trabajamos y fuimos receptivos a las demandas de la sociedad para ser un país plural, ahí hay otra causa a defender, ¿cómo lo vamos hacer porque estamos en una Cámara de 500 y somos 47? Bueno pues, eso es lo que vamos a aprender de Morena en su edición 2015.
–¿Hay fecha fatal para el PRI?, ¿es 2021 cuando tienen que dar una pelea clara?
–En 2021 habrá elección en todo: otra vez legislativas federales. Que por primera vez habrá la posibilidad de una reelección consecutiva en la parte federal, por ahí leí que al Presidente Obrador no le gusta la idea de que las diputadas y diputados de Morena se presenten a la reelección, pero bueno esa es una cuestión de ellos. Nosotros tenemos todo por ganar, solo tenemos ocho diputados de mayoría. Tenemos que organizarnos al interior del partido para poder realmente ser eficaces electoralmente y en ese sentido el papel de las y los legisladores, tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado es muy importante, porque somos el rostro más visible del partido en estos momentos y siendo la presidenta del Comité Nacional también Senadora, esta imagen se refuerza. Lo que nosotros logremos hacer acá, va ayudar mucho a la reconstrucción del ánimo partidista.
–En 2000 y 2006, en las presidencias panistas, el PRI fue oposición. ¿Qué retos y diferencias ve usted entre aquella oposición y esta nueva oposición para que el PRI pueda ganar nuevos escaños?
–No es solamente lo que somos nosotros, también lo que ellos quieren ser. Me refiero a la nueva mayoría de Morena. Nosotros tenemos esta convicción, esta visión del trabajo que tenemos que realizar, la forma concreta de aterrizarlo, las coyunturas, las acciones tácticas para lograrlo se da conforme la situación se vaya presentando, pero si queremos en primer término levantar el ánimo priista, tenemos una tarea pendiente. ¿Qué va a pasar con esta nueva mayoría? Sólo llevamos la sesión de instalación, la del 1 de septiembre, y esta primera sesión ordinaria en donde la nueva mayoría apenas está empezando a ser consiente de que son eso, mayoría. Siguen comportándose como ellos se comportan cuando eran una oposición muy pequeña y necesitaban la estridencia para hacerse notar, para poder participar, ellos tenían esa función y esa imagen, esto es normal es un proceso paulatino de aprender a ejercer las funciones, a tener un orden de participación pero imagínatelo en el Gobierno, en el Ejecutivo: ¿cómo se van a desempeñar como partido en el Gobierno? ¿Cómo van a encontrar el punto de conciliación entre esta necesidad de apoyar al Presidente de la República que ganó con su plataforma, con los votos que ellos obtuvieron, y al mismo tiempo consolidar la autoridad, la autonomía y la soberanía del poder legislativo? Eso es una tarea muy importante. Si a esto le sumas que en estos meses ellos van a estar buscando constituirse en un partido político, porque aunque recibieron por parte del INE [Instituto Nacional Electoral] la autorización para funcionar como tal, orgánicamente Morena es un movimiento, es algo complejo que no sólo depende de qué es lo que quiera hacer el PRI, sino también de cómo se va a comportar la nueva mayoría.
–Las medidas de austeridad, ¿qué le parecen? La reducción de gastos aquí en el Congreso de la Unión, recortar las oficinas de las secretarías, disminuir personal…
–Hay que distinguir entre lo que son medidas que responden a demanda social, que además hubo refrendo en los votos de austeridad republicana, y otra es tomar medias que provoquen la parálisis del trabajo legislativo. Cuando llegó el G4 [mayoría conformada por partidos de oposición] en 1997 tomaron dos medidas que para mí ilustran la enorme diferencia entre ser austeros y ser pichicatos. Y la pichicatería tiene otra vertiente que es la de oprimir mediante la negativa al acceso a los recursos a los otros. ¿Qué tomó el G4 de medidas internas? La primera fue la creación del Canal del Congreso, de tal manera que se supiera fuera de estos recintos lo que significa el trabajo legislativo. Y para el Canal de Congreso hubo necesidad de emplear recursos importantes para la Cámara de Diputados y del Senado de la República para que hubiese un Canal de Congreso digno de la función que quería la nueva mayoría opositora. La otra fue la creación del Centro de Estudios de la Finanzas Públicas […]. Yo estoy de acuerdo de si se quita el Seguro de Gastos Médicos Mayores, y que cada quien lo compre si no quiere atenderse en el ISSSTE [Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado], me parece correcto. Yo no tuve Seguro de Gastos Médicos Mayores hasta que fui Senadora en 2000, ni cuando fui en 82, 88 y 94, no había; entonces me parece adecuado. Lo del Fondo de Ahorro hay que hablarlo, que haya algún tipo de estímulo para el ahorro.
Que hay que recortar los viajes, el sueldo, pues ahí está la dieta. Creo que son como 74 mil pesos, pero ahí volvemos a lo mismo. Me encantó lo que dijo Sergio Mayer, que lo que le van a pagar aquí no puede soportar su tren de vida; él es un actor cotizado, gana mucho dinero con sus actuaciones, pues que así sea, pero yo creo que finalmente si estás metida de lleno acá, si estás trabajando, tiene que haber una compensación razonable, lo que hay que estar en contra es de los excesos, como el caso de los viajes internacionales. Tenemos a Gabriela Cuevas, Diputada por Morena, como presidenta de la Unión Interparlamentaria Mundial, no es cosa menor: ¡es la unión de todos los parlamentarios del mundo! Es primera vez que una mexicana es presidenta, tenemos que apoyarla. Ahora que lo que pasaba antes con esa mayoría relativa que había en las cámaras, primero del PAN y luego del PRI, de que se decía si van a Ginebra a la reunión de otoño de la Unión Interparlamentaria Mundial, iban a Ginebra 15 personas, eso no. Tendríamos que ponernos de acuerdo, que no las turnemos, pero que sí tengamos presencia. Igual que otra serie de cosas, hasta las galletitas que no las quiten de las reuniones, pero que el trabajo legislativo sea eficiente, que tengamos los apoyos necesarios, que la tecnología a la que tengamos acceso sea de punta acá, todo lo demás pélenlo, no me importa. Otra cosa, a los que vivimos fuera de aquí, que no vivimos en la Ciudad de México, que nos ayuden con los boletos de avión.
–¿Cuántos viajes a la semana hace usted?
–Ir una vez a la semana en periodo de sesiones es razonable; dos veces al mes en periodo de receso, sobre todo por el trabajo en comisiones, también me parece razonable. Luego dicen: 'tienen el dinero de los boletos y no lo usan, lo acumulan', pues que nos den unas tarjetas de débito y que sólo las usemos para comprar los boletos de avión. Yo he comprado durante 12 años, lo sé perfectamente.