“Cuanto más conozco a la gente, más quiero a mi perro”.
Lord Byron
Ciudad de México, 6 de agosto (SinEmbargo/La Opinión).– No es difícil encariñarse con los animales. Cuando tratamos bien a nuestras mascotas, ellas nos devuelven el amor con creces; son leales, cariñosas e intuitivas. Pero en algunos casos, el amor se convierte en obsesión.
Existen casos extremos en los que una persona trata mejor a su mascota que a su propia familia. Años atrás, la excéntrica multimillonaria Leona Helmsley le dejó a su perrita maltés $12 millones de herencia, y excluyó del testamento a sus dos nietos.
“Los seres humanos se encariñan y aferran a las personas y los animales de distintas maneras y en diferentes grados. Como adultos tendemos a buscar y recrear el tipo de relaciones que tuvimos en la infancia y, muchas veces, son las mascotas quienes ocupan este lugar”, indicó Brenda Quinones, consejera de familia con práctica en Irvine, California.
Quinones explicó que la misma ansiedad que lleva a alguien a aferrarse a su mascota puede ser un reflejo de la ansiedad que siente en relaciones con otros individuos, y que una manera de ayudar a un paciente con problemas en sus relaciones puede ser a través de animales.
“La ayuda y el apoyo tanto físico como psicológico que proveen las mascotas es indiscutible. En los últimos años, la terapia con animales ha ido en aumento debido a su efectividad”, aseguró.
Ni muy muy, ni tan tan
Tanto el aferramiento excesivo como la total falta de interés por las mascotas del hogar pueden ser reflejo de otros problemas internos del individuo. Quinones advirtió que no se puede medir de manera universal el cariño que una persona siente por un animal o por otro individuo, y mucho menos juzgarlo como excesivo o incorrecto.
La consejera ofreció una lista de actitudes de cada lado del espectro de las relaciones con mascotas que podrían reflejar otros problemas internos de interacción y comunicación.
Ansiedad excesiva y aferramiento a tu mascota:
- Realmente me preocupa lo que le pueda pasar a mi mascota. No sé qué voy a hacer cuando ya no la tenga. El sólo pensarlo me provoca ansiedad.
- Me preocupo los días en que mi mascota actúa distante y desinteresada. Enseguida me pregunto si estará enferma, o si habré hecho algo que la haya ofendido.
- Sin el cariño y afecto de mi mascota, me siento perdida e incompleta.
Miedo al compromiso emocional:
- La mascota de mi hogar es realmente molesta. Prefiero que me ignore y ni se me acerque.
- Cuando estoy lejos de la casa jamás pienso en la mascota, ni siquiera me acuerdo de que existe.
- Preferiría que en la casa no haya mascotas. No siento ningún cariño por ellas.
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