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María Rivera

06/07/2023 - 12:02 am

La élite

“Gálvez no es otra cosa que una empresaria que como política no ha representado causas populares, salvo los intereses de su propia clase social y su partido”.

“No, Xóchitl Gálvez no es una outsider, ni una rebelde; es una política más de esa élite corrupta de la oposición”. Foto: Twitter @PRI_Nacional.

Bueno, querido lector. Pues ya está todo claro. En efecto, la “mafia del poder”, como la denomina el presidente López Obrador, se ha definido por la panista-foxista, Xóchitl Gálvez, como su apuesta para “acabar con la 4T” y sacar a Morena del gobierno. Pero seamos precisos: en realidad ha escogido a Xóchitl Gálvez como su caballito de Troya, para regresar al poder. La política panista, lejos de ser lo que pregona, nunca ha militado en la izquierda, no estaba a favor de los apoyos sociales y mientras estuvo en el gobierno foxista no renunció, ni criticó, los múltiples atropellos cometidos contra luchadores sociales, movimiento de indígenas y mujeres.

Claro, hoy usa la causa feminista, pero yo me pregunto dónde estaba cuando en dos mil seis, policías violaron a mujeres en Atenco y golpearon salvajemente a pobladores y manifestantes en uno de los operativos estatales más brutales, sino el que más, cometido este siglo ¿Dónde estaba la panista, cuando las mujeres denunciaron haber sido vendadas de los ojos y abusadas violentamente en camiones? ¿dónde estaba mientras la indignación se levantaba entre la ciudadanía contra el gobierno foxista? La pregunta es retórica, obviamente. La hoy senadora por el PAN estaba ahí, en su oficina gubernamental, sirviendo al presidente Fox, el responsable de la atrocidad, junto con el entonces gobernador Peña Nieto. Ahí estaba Xóchitl Gálvez: con los mismos cómplices de esa barbarie y sus coberturas mediáticas; con los mismos que escribieron en periódicos avalándola y usando eufemismos como “excesos”, exactamente con los mismos que estaban en la fiesta del panista Fernández de Cevallos que ella grabó, es decir, donde está hoy: en el poder, y con los poderosos.

Pero no solo estaba allí; siguió ahí todos estos años desde que ingresó a la política, con el mismo grupo que convirtió a México en un narcoestado, en una fosa clandestina. En ese mismo partido que produjo la muerte de niños calcinados en una guardería; atrocidades y masacres, con ese poder abusivo y corrupto. No, no se ha movido ni un ápice de su lugar, ni ha dejado de seguir el mismo guión de la derecha empresarial, por más que use huipiles, se diga indígena por elección o use la causa feminista para presentarse como lo que no es: una defensora de las causas populares, una luchadora social, una representante indígena. Ese discurso ofensivo que han inventado propagandistas que no tienen el menor respeto por las causas populares y que son capaces de crear una campaña llena de mentiras para regresar al poder. Y es que creen, piensan, están convencidos de que a los mexicanos es fácil engañarlos, o que no recordamos.

Y hay que decirlo con claridad: Gálvez no es otra cosa que una empresaria que como política no ha representado causas populares, salvo los intereses de su propia clase social y su partido. La clase social a la que pertenece desde hace mucho, donde desarrolló su propia familia y donde ha vivido cómodamente la mayor parte de su vida. No es una luchadora indígena, ni defensora de su pueblo y territorio, sino una política que vivió muchos años en la Lomas de Chapultepec.

Es importante decir esto, porque la derecha la pretende presentar como “diferente” y hasta “popular”, cuando forma parte de la misma clase política que los mexicanos ya echaron del poder; la misma élite económica, empresarial y cultural que fue desplazada y que ansía volver a restaurar el viejo orden injusto. La misma que saqueó al país, mientras mantenía a la mayoría de la población en la pobreza. No, Xóchitl Gálvez no es una “outsider”, ni una rebelde; es una política más de esa élite corrupta de la oposición.

Sin embargo, su grupo político cree que los mexicanos no tienen memoria, basta con encandilarlos con propaganda, manipularlos con mentiras; subestiman a la ciudadanía, sin duda. Creen que pueden regresar al poder incluso después de haberle entregado el gobierno a un narcotraficante durante el calderonismo, a restaurar el viejo régimen de privilegios que solían administrar entre ellos y sus cuates, cuando se daban contratos para sus empresas mientras decidían, junto con sus organizaciones “ciudadanas”, las políticas en educación, seguridad, etc.

Sí, querido lector, la oposición de Claudio X González y Vicente Fox cree que puede volver para administrar, nuevamente, el problema, que para ellos no es problema, de la pobreza, la desigualdad. Han montado todo un aparato mediático de propaganda para inflar a su elegida como un globo que a su vez cree que ya roza la atmósfera cuando está a centímetros del suelo, a un año de las elecciones presidenciales.

Esta operación política, sin embargo, está muy bien, porque le permite a la gente ver qué fuerzas competirán en las elecciones, su procedencia y, sopesar qué futuro quiere para el país… o qué pasado. Al mismo tiempo, lo más probable, es que la propaganda mentirosa con la que intentan convertir a una política de derecha, parte del status quo de los corruptos gobiernos prianistas, en una luchadora de izquierda, caiga estrepitosamente por su propio peso mucho antes de que comience el periodo electoral, como globo de Cantoya. Morena no la tiene nada difícil. Imagínese; falta un año para las elecciones, un largo año…

María Rivera
María Rivera es poeta, ensayista, cocinera, polemista. Nació en la ciudad de México, en los años setenta, todavía bajo la dictadura perfecta. Defiende la causa feminista, la pacificación, y la libertad. También es promotora y maestra de poesía. Es autora de los libros de poesía Traslación de dominio (FETA 2000) Hay batallas (Joaquín Mortiz, 2005), Los muertos (Calygramma, 2011) Casa de los Heridos (Parentalia, 2017). Obtuvo en 2005 el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes.

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