El miedo es el pan de cada día para los indocumentados de Avondale, una ciudad de casi 86 mil habitantes, de los que más de la mitad son latinos, y en la que la gente ya está habituada a las detenciones de migrantes por parte de los agentes de los Servicios de Inmigración y Aduanas de EU.
Por Beatriz Limón
Avondale (AZ), 5 jul (EFE).– Como un ejemplo de que la necesidad vence al miedo, cientos de indocumentados salieron este viernes de sus casas a las afueras de Avondale (Arizona) para ir a trabajar, a pesar de la amenaza de grandes redadas en “algún momento después del 4 de julio” hecha por el Presidente Donald Trump.
“Ya de tanta amenaza de Trump solo nos queda echarnos el miedo al lomo y salir a trabajar, viviendo aquí solo sabemos que salimos, pero nunca si vamos a regresar”, dijo a Efe el migrante de Guanajuato Arturo Oblea, quien lleva 18 años radicado en los Estados Unidos.
El miedo es el pan de cada día para los indocumentados de Avondale, una ciudad de casi 86 mil habitantes, de los que más de la mitad son latinos, y en la que la gente ya está habituada a las detenciones de migrantes por parte de los agentes de los Servicios de Inmigración y Aduanas (ICE).
Las historias que se escuchan en un pequeño poblado de casas móviles situado a las afueras de Avondale acerca de que la “migra ya ha levantado a muchos en el barrio” llenan de sobresalto a los indocumentados, pero de igual forma tienen que cumplir con sus labores para no poner en peligro sus trabajos y el sustento de sus familias.
“Yo no quisiera salir, pero si no voy a trabajar son capaces de descansarme (darle de baja), ya rentaron la grúa en el trabajo y no puedo faltar”, dijo a Efe el migrante mexicano Ignacio Molina, quien trabaja en la construcción.
Una gran figura de la Virgen de Guadalupe resguarda la entrada de la casa de la familia Molina y a ella se encomienda a diario Lorena, esposa de Ignacio y madre de sus cinco hijos, para evitar que toque a su puerta “la migra”, como se conoce a ICE entre los migrantes.
“Aquí ya empezaron con las redadas, son varios vecinos los que se han llevado, los esperan en la esquina y nada más salen a trabajar, los paran para deportarlos, aquí no se abren las puertas y se vive con miedo”, comenta a Efe la migrante mexicana.
A comienzos de esta semana el Presidente Trump anunció que las redadas masivas contra migrantes con las que amenazó el mes pasado y luego pospuso durante dos semanas empezarán después del 4 de julio, Día de la Independencia de los Estados Unidos.
“Después del 4 de julio, mucha gente va a tener que salir (de Estados Unidos)”, dijo Trump en unas declaraciones a periodistas en el Despacho Oval.
Arturo Oblea, quien vive en Avondale, perdió a su vecino y compadre hace un mes, cuando otro vecino se molestó cuando le pidió de favor que amarrara su perro porque podía atacar sus hijos.
“De inmediato lo amenazó con echarle a la migra, pero nunca pensó que fuera a pasar hasta que un día un carro lo siguió, se le emparejó en la esquina, lo detuvieron y lo deportaron a México”, narró Oblea.
Maribel Subra comentó a Efe que cuando sus hijos se van a la escuela se pone a rezar, cierra su puerta y no la abre más hasta que regresan, porque sabe que constantemente hacen redadas en el vecindario conformado por casas móviles.
“Yo no saldría porque le tengo mucho miedo a las redadas, pero tengo que renovarle el ‘Access’ (plan de seguro médico) a mi esposo que tiene cáncer, no lo puedo dejar sin su tratamiento”, dijo Subra sumamente consternada.
El domingo Subra miró un video en el que se dice que ICE “anda levantando” migrantes en Avondale.
“Ese video me tiene más nerviosa, además que me ha tocado verlos en la esquina de la salida del barrio, a las afueras de las iglesias y miré como se llevaban a dos en la parada del ‘bus’”, agrega.
Manuela Álvarez perdió a su marido, Juan Rincón, hace un mes, cuando migración lo detuvo al salir de su casa en Avondale. Estuvo dos meses en un centro de detención y luego fue deportado a México.
“Tengo tanto miedo a salir este viernes, pero como ya no está mi marido me tengo que hacer cargo de mis tres hijos”, comentó a Efe la migrante con lágrimas en los ojos.
Explicó que hace años habían detenido a su esposo por un DUI (Manejar bajo la influencia del alcohol) y, aunque ya había pagado su sanción, agentes de migración lo detuvieron a las seis de la mañana cuando se dirigía al trabajo.
“Lo agarraron en el mismo lugar donde detienen a todos aquí, a la salida del vecindario, desde que se fue no estamos bien, hasta su perrita ‘Daisy’ murió de tristeza, ya no quiso comer”, expresó.
Con el miedo reflejado en sus rostros, estos migrantes cumplirán un día más con sus obligaciones laborales, pero ahora bajo las amenazas de deportación de Trump.
Por lo pronto Lorena no saldrá de su hogar y le pedirá a la Virgen de Guadalupe para que su esposo Ignacio regrese con bien.