Carlos A. Pérez Ricart
06/06/2024 - 12:04 am
El segundo triunfo del obradorismo
“La victoria de Sheinbaum no estuvo basada en la polarización sino en la generación de una nueva hegemonía política”.
La del domingo fue para el obradorismo una victoria aún más relevante que la del 2018. Esto, no solo porque su coalición consiguió más votos que hace seis años, sino porque mientras el triunfo de 2018 pudo haberse interpretado en clave “voto de castigo”, la victoria del 2 de junio no puede dejar de leerse sino como un voto en favor de profundizar un proyecto ya en funciones. Esto es muy difícil, casi imposible, de conseguir en una democracia moderna. ¿Cuáles fueron las claves del segundo triunfo del obradorismo? En esta columna señalo las cuatro principales:
1. López Obrador sí estuvo en la boleta
La elección del domingo fue un referéndum sobre el presidente. Importó, desde luego, que Claudia Sheinbaum fuera una excelente candidata, pero lo que más valoró la gente al votar fue la confianza en el proyecto que enarbola Andrés Manuel López Obrador.
No fue una elección sobre la gestión de gobiernos locales o regionales. Prueba de ello es que el gobernador mejor evaluado del país, Mauricio Vila, no pudo encumbrar a su sucesor en Yucatán y que, en Morelos, muy a pesar del desastre que significó Cuauhtémoc Blanco, triunfara Morena. La política local no importó, o importó muy poco.
La principal razón del triunfo del domingo se llama López Obrador. Si la oposición se hubiera tomado en serio la búsqueda por comprender el fenómeno político que tenían enfrente, no habría implementado una estrategia electoral tan torpe. En 30 años no aprendieron nada. A juzgar por el comportamiento de los dirigentes de oposición en los últimos días, tampoco tienen muchas ganas de hacerlo en el futuro.
2. La mayoría de la población vive mejor que en 2018
Hoy, por lo general, los y las mexicanas viven mejor que hace seis años. Las razones son varias y tienen que ver, por supuesto, con los programas sociales de transferencias directas, pero también con la agenda laboral impulsada desde el gobierno.
Hace dos semanas, la analista Viridiana Ríos hizo el cálculo: entre 2018 y 2022, la pobreza por ingresos se redujo en 6.4%. Esto quiere decir que cada día durante cuatro años 3 mil 800 personas salieron de la pobreza por ingreso. Es un enorme logro.
Este gobierno se atrevió a hacer lo que ningún otro había hecho: generar una política laboral y social a la altura de las necesidades de México. En pocas palabras: el triunfo de Morena tiene que ver con que el gobierno de López Obrador mejoró las condiciones de la mayoría.
3. El discurso de la oposición fue equivocado
El discurso opositor no fue un discurso dirigido hacia las mayorías. Se equivocó en encuadrar esta elección en la dicotomía autoritarismo-democracia. Y se equivocó por dos vías.
Primero, porque el planteamiento era exagerado y forzado. Fue una invención del círculo rojo para darle una narrativa épica a la candidatura de Xóchitl Gálvez.
Segundo, porque ese discurso no interpelaba a la población en absoluto. Y esto tuvo que ver, en gran parte, porque las credenciales democráticas de los opositores eran inexistentes. ¿Quién iba a creer que Alito Moreno y Marko Cortés iban a fungir como los protectores de la democracia? La teoría de los contrapesos encontró su límite en la figura desgastada de sus guardianes.
4. La polarización no era tal
A diferencia de lo que se dijo en los últimos meses, en México la población no está polarizada políticamente. Lo contrario es cierto: hay un fuerte consenso en torno al proyecto de López Obrador en casi todas las capas de la sociedad.
Según la encuesta de salida de El Financiero, Claudia Sheinbaum ganó el voto de los hombres (62%) y de las mujeres (59%). Ganó el de los menores de 24 años (52%), de los adultos mayores (68%) y del resto de los ciudadanos que tienen entre 25 y 55 años (60%). Sheinbaum ganó, además, entre los votantes de todas las clases sociales. La apoyaron, principalmente, personas de clase baja (71%), pero también de media-baja (61%), media (59%) y media alta (49%). Los más vulnerables y los más ricos votaron por ella.
Es falso que el triunfo de Sheinbaum se deba a los programas sociales. Prueba de ello es que, también según El Financiero, Sheinbaum sacó una ventaja de 12% entre los no beneficiarios (49% contra 37% de Gálvez).
Tampoco hubo sorpresas por nivel de escolaridad. Por Sheinbaum votó la gente sin estudios (74%), con primaria acabada (74%), con secundaria terminada (66%) y con preparatoria finalizada (61%). Además, para enojo de los que se creen superiores, también triunfó entre aquellos con grado universitario (48%).
Tal como lo demuestran los números, la victoria de Sheinbaum no estuvo basada en la polarización sino en la generación de una nueva hegemonía política. Quien tenga ojos para ver, que vea.
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