Con sus 36 años a cuestas, Nadal le sacó dos títulos de ventaja a Roger Federer y Novak Djokovic al tope de la lista de hombres que más Grand Slams ganaron. Sin embargo, asegura que eso no es lo que lo motiva.
Por Howard Fendrich
PARÍS, 6 de junio (AP).— Sus problemas crónicos en el pie izquierdo hacen peligrar la presencia de Rafael Nadal en el torneo de Wimbledon y ponen en duda su futuro en el tenis. Pase lo que pase, no obstante, su legado como uno de los grandes del deporte está asegurado.
La ayuda de inyecciones le permitió salir adelante en el Abierto de Francia y alzarse con su 14to título en la arcilla de Roland Garros, y 22do Grand Slam, tras una contundente victoria 6-3, 6-3, 6-0 sobre Casper Ruud en la final. Pero el español dijo que esta fue una excepción.
“No quiero ponerme en esa situación de nuevo”, declaró, aludiendo a los antiinflamatorios. “Puede pasar una vez, pero no es una filosofía de vida que quiero seguir”.
Con sus 36 años a cuestas, Nadal le sacó dos títulos de ventaja a Roger Federer y Novak Djokovic al tope de la lista de hombres que más Grand Slams ganaron. Sin embargo, asegura que eso no es lo que lo motiva.
“No me interesa ser el mejor de la historia ni fijar récords. Juego porque me gusta. Disfruto el tenis y la competencia”, manifestó. “Lo que me motiva es la pasión que siento por el deporte, vivir momentos que llevaré conmigo por siempre. Jugar ante los mejores públicos del mundo, en los mejores estadios”.
Por ello, si bien quisiera seguir jugando y le encantaría participar en el torneo de Wimbledon que comienza dentro de tres semanas en el All England Club y que ganó dos veces, dijo que lo hará solo si su cuerpo se lo permite.
Nadal, quien vino a París acompañado de un médico, ensayará nuevos tratamientos durante la próxima semana, en la esperanza de encontrar fórmulas que alivien el dolor de su pie. Si no las halla, habrá que contemplar una operación.
“Mi carrera ha sido una prioridad toda mi vida, pero nunca pesó más que mi felicidad. Y así seguirá siendo”, dijo el español. “Si puedo ser feliz jugando al tenis, seguiré haciéndolo. De lo contrario, me dedicaré a otra cosa”.
De un modo u otro, el sitial privilegiado de Nadal en el tenis está asegurado. Por su impresionante desempeño en la arcilla de Roland Garros y por la cantidad de títulos grandes que posee. Tampoco hay que olvidar sus medallas olímpicas (dos de oro, una en individuales y una en dobles), sus cinco Copas Davis y el tiempo que pasó como número uno del mundo.
Los números, no obstante, son solo una parte de su legado. También está su comportamiento en la cancha. Jamás dio un punto por perdido ni permitió que las situaciones que se presentan durante un encuentro lo afectasen. Nunca bajó los brazos.
“Demostró que, cuando la situación lo requiere, puede jugar muy bien”, dijo Ruud, quien pareció abrumado por el hecho de jugar una final de un torneo grande y por su rival.
“Lo vi por televisión los últimos 16, 17 años. Enfrentarme a él es algo duro y al mismo tiempo muy agradable”, expresó Ruud, de 23 años y quien jugó su primera final de un Grand Slam. “Claro que me hubiera gustado dar más pelea, pero algún día podré decirles a mis nietos que jugué con Rafa en Chatrier (la cancha central de Roland Garros), en la final, y ellos seguramente me dirán, ‘¿qué, eso hiciste?’”.
Nadal tendrá que decidir ahora qué es lo mejor para él y para su felicidad. Si concluye que no hay solución aceptable para su pie, se dedicará a otra cosa. Y habrá dejado una enorme huella en el deporte.