Ciudad de México, 6 de junio (SinEmbargo).- Golpea la pelota a dos manos para darle fuerza. La bola regresa, se inclina y golpea otra vez. Un vaivén entre raqueta y pared. Un niño de melena rubia admirado por el utensilio que su padre acaba de traer a casa se distrae sin imaginar que está forjando una de las historias más representativas del deporte. El eco resuena en la pequeña cochera de su casa. El mismo ruido que retumbará por la élite del Tenis.
Björn Borg (Södertälje, 1956) fue un revolucionario. De gesto calmado empezó a practicar tenis a la edad en que las personas solo quieren comer dulces. A los nueve años tomó la raqueta que yacía como el premio que su padre había ganado tras ganar un torneo de Ping-Pong. El niño autodidacta se entrenó solo durante toda su infancia. El sueco ingresó al profesionalismo a la edad en que todos los vicios comienzan a ser tentativos. A los 15 años jugó la Copa Davis representando a Suecia.
La madera en las raquetas de aquella época, se amoldaron al estilo irreverente de un jugador que cambio el tenis. Tiros desde el fondo de la cancha con la potencia que hoy en día es habitual pero que en la década de los 70 dieron un vuelco a la velocidad promedio con la que se competía. Borg llamaba la atención por su temple de hierro en una actividad física que desequilibra los nervios en cualquier punto disputado. El sueco se mantenía inerte en sus emociones sin importar si las circunstancias le favorecían o veía en problemas el partido.
Tras posicionarse como uno de los mejores jugadores del circuito, Borg se hizo eterno en primavera y verano. Francia e Inglaterra se vistieron de gloria. Arcilla y hierba. Roland Garros y Wimbledon. Fue el Gran Slam parisino su primer gran triunfo recién a los 18 años en 1974. Björn se convirtió en el jugador más joven en ganar el torneo, récord vigente hasta 1982. La arcilla de Paris fue el hogar que arropó al sueco durante toda su carrera. Al año siguiente refrendaría su título venciendo a otro grande del tenis, el argentino Guillermo Vilas.
Con París dominado, Wimbledon se postró en la mente del sueco que deseaba convertirse en uno de los mejores jugadores de la historia. A su estilo de fondo le añadió agresividad. Su saque y volea plantó un nuevo enigma en sus rivales que veían a Borg subir hasta la red cerrando el espacio mientras trataban de devolver el saque profundo que les había propinado. Wimbledon entró en el palmarés del jugador de 20 años, mientras las jovenes adolescentes de la época suspiraban por su apariencia física.
El mundo se rindió a los pies de Björn que aprovechaba cada momento de su vida personal para hacer un espectáculo. Pronto se convirtió en una de las figuras más emblemáticas de la farándula. Sus ganancias por publicidad rebasaban por mucho al monto obtenido en las canchas. El tenista revolucionario se dejaba querer. Su boda con la tenista rumana Mariana Simionescu en 1980 fue considerada en Suecia como el evento del año.
Puesto en un lugar en el que pocos seres humanos alcanzan a llegar, el tenista admirado hizo historia tres años consecutivos. Borg ganó Roland Garros y Wimbledon entre 1978 y 1980. El legado de un tenista que en 1983 y con 26 años anunció sorpresivamente su retiro argumentando cansancio y diversos problemas con los nuevos organizadores del tenis que querían alargar el calendario de competencias. El sueco ganó el Grand Slam de París en siete ocasiones.
Björn Borg será recordado por el legado tenístico que dejó a los futuros atletas que se atrevieron a tomar una raqueta. Entre las críticas más severas está la poca adaptación para los nuevos tiempos. Luego del retiro, la vida tormentosa que llevó el sueco debido a la adicción a las drogas le provocó problemas económicos devastadores. En 1990 intentó regresar al circuito con su vieja raqueta madera en la mano. Después de tres partidos se despidió antes de seguir perdiendo sets y la dignidad.
En los tiempos complicados, el pasado resurgió para darle una nueva oportunidad al ex-tenista. Una marca de ropa interior con su nombre es una de las empresas más lucrativas de los paises nórdicos y desde 2008 se extendió hasta el resto del mundo. “Vivir felices siendo sexies” es su filosofía. Inspirado en aquellas jóvenes que ondeaban sus calzones en pleno partido de Wimbledon, Borg es un fructifero empresario.
En 2006, se anunció una subasta de los grandes trofeos que Borg. Fue John McEnroe el que le recriminó esta situación haciéndolo reconsiderar. La vida después del tenis ha sido lo más duro para alguien que fue nombrado como el mejor deportista sueco del siglo XX.Una estatua de él yace en Suecia. Los aficionados del deporte blanco lo consideran dentro del top 5 de los mejores jugadores del mundo. El legado de Björn Borg está plasmado en la historia, eso no se puede subastar.