Coordinadores territoriales en la región del Usumacinta, al sureste de México, consideran que el programa Sembrando Vida no debió arrancar antes de una planeación para evitar las tensiones que se viven en su implementación.
Ciudad de México, 6 marzo (SinEmbargo).– En la región sureste del Usumacinta, los coordinadores territoriales aseguran que el programa prioritario “Sembrando Vida” no debió arrancar en 2019, sin antes haber tenido un año de planeación para evitar las tensiones actuales, compartió Yosu Rodríguez Aldabe, integrante del Centro de Investigación en Ciencias de Información Geoespacial (Centro GEO).
Además, investigadores coincidieron que los programas para el campo del Gobierno federal carecen de una política integral para combatir la pobreza en que vive el 61 por ciento de la población rural a través del aumento de una producción sustentable.
“Dicen ellos, los que se están rompiendo la maceta en las coordinaciones territoriales, que no se debió haber sembrado el primer año. Tendría que haber sido un año de planeación, de entrenamiento, de juntar viveros. Pero como la política pública dice que se debían sembrar 500 mil arbolitos en un año, eso se tenía que hacer. En septiembre se estaban peleando para conseguir plantitas y les decían a los productores de semillas que necesitaban 1 millón para diciembre. Hay mucha falta de planeación”, dijo Rodríguez sobre la zona que se sitúa entre Tabasco y Chiapas, donde ha laborado durante más de una década.
Después de que Javier May Rodríguez presentó su renuncia a la Secretaría de Bienestar por un decreto, esta semana se publicó en el Diario Oficial de la Federación el acuerdo con el que se le regresaron las facultades requeridas para operar el programa tras la petición del Presidente Andrés Manuel López Obrador.
“Está mal la tensión, facilitadores de primera que han renunciado, alguien que en un municipio era sembrador y en otro técnico y fue despedido, y gente que no ha cumplido porque estaban acostumbrados a que los proyectos no se hacían, reciben el dinero y firman como si se hubiera realizado”, afirmó en el evento del Seminario Universitario de Sociedad, Medio Ambiente e Instituciones. “La última vez que estuve con un agente le pregunté sobre el número de hectáreas, y me dijo que cree que ya van en 1 millón 130 mil hectáreas, lo que no queremos, me dijo, es que ya salga a hablar el Presidente que va resolviendo el problema a golpe de ‘tengan más hectáreas'”.
En octubre, el Presidente López prometió en Chihuahua aumentar de 25 a 50 mil hectáreas para generar 20 mil empleos, luego de una manifestación de rarámuris para exigir que llegaran los programas de bienestar a la Sierra Tarahumara. También ha extendido las hectáreas en Hidalgo, Durango y Puebla.
De acuerdo con la Secretaría de Bienestar, en 2019 comenzó en Durango, Puebla, Veracruz, Tabasco, Chiapas, Campeche, Yucatán y Quintana Roo. Para 2020 se contempla Chihuahua, Sinaloa, Tamaulipas, San Luis Potosí, Nayarit, Hidalgo, Colima, Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Morelos y Tlaxcala.
Al corte de diciembre pasado, hay más de 225 mil sembradores registrados con la participación de 25 pueblos indígenas en cuatro mil ejidos. Se han establecido 5 mil 800 viveros comunitarios y 450 mil hectáreas de milpa regenerativa y sistemas agroforestales, entre cultivos agroindustriales, forestales y frutales, principalmente café, cacao, guanábana, plátano, canela, caoba, pimienta y cedro rojo.
Este año, dijo el Presidente López Obrador en la conferencia matutina del jueves, van a estar contratados más de 400 mil sembradores que están recibiendo un apoyo. “En tres años se da el cacao, en tres años se da el café, en tres años se dan los cítricos. No perdamos tiempo, que cuando terminemos en el 2024 ya estén las plantaciones. Y que incluso se siembren los árboles maderables, eso lleva más tiempo, el cedro 20 años, la caoba, 30; pero si siembra, ya en cinco años una caoba está de ocho, de 10 metros y ya no lo echan abajo y ya se conserva, y eso aunque lleve tiempo es la herencia para las nuevas generaciones”, comentó.
El miembro de Centro GEO, Yosu Rodríguez, explicó que el programa de bienestar nacional aterrizado a nivel regional no corresponde con las divisiones establecidas entre estados.
“Las primeras casi 500 mil hectáreas fueron 200 mil en Chiapas, 150 mil en Tabasco y 150 mil en Veracruz. En un solo municipio, Balancán, Tabasco, hay 20 mil hectáreas y en todo Nayarit habrá 17 mil 500 hectáreas”, dimensionó. “En la zona del Usumacinta tres municipios tienen 50 mil hectáreas, y hay nueve estados que tienen 50 mil o menos. El impacto no es de la misma manera”.
Elena Lazos Chavero, investigadora en ecología política en torno a la conservación de la agrodiversidad y soberanía alimentaria, planteó que Sembrando Vida no deben venderlo como un programa de reforestación.
“Se requiere una política agroforestal, porque si están las políticas agrícolas por un lado y las forestales por el otro lo único que vamos a seguir teniendo es fragmentación de bosques y selvas cada vez de un manera mayor donde no se privilegia para nada la diversidad. Sembrando Vida son árboles maderables y de frutas que realmente no es forestal. Que no lo vendan como reforestación y regeneración ecológica, mejor que lo vendan como algo comercial que les dará algo a los productores”, afirmó.
Lazos expuso que la estrategia para el campo de este Gobierno federal tiene los pilares de aumentar la productividad con agricultura sustentable e incluyente a través de programas fundamentales como Producción para el Bienestar, precios de garantía o crédito ganadero, el cual se enfoca hacia adquirir ganado y no hacia cuidar la parcela contra la deforestación. Respecto a la agroecología prometida contra la erosión de los suelos, pérdida de agrodiversidad y escasez de agua, dijo que “está coja” porque no tiene sustento institucional ni infraestructura.
Gustavo Gordillo, del Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, aseveró que a diferencia de sexenios pasados se eliminaron los subsidios regresivos por progresivos, incluyó a más poblaciones indígenas y, sobre todo, reorientó el destino de los recursos enfocados en el noroeste y noroeste hacia el centro, sur y sureste del país. Sin embargo, observó, no hay coordinación entre la Secretaría de Bienestar, la de Agricultura y la de Medio Ambiente, por lo que se carece de una política agraria integral con vinculación entre programas sociales.
“El campo no es solo agricultura, son seres humanos que realizan actividades diversas”, aseguró al documentar que de 1992 a 2018 los ingresos de los hogares rurales se conformaron solo con el 20 por ciento de trabajo agrícola. El resto incluye programas sociales, remesas y salarios no agrícolas.
SEMBRANDO VIDA EN CHIHUAHUA
El programa Sembrando Vida comenzó en 2019 principalmente en el sureste de México, y durante 2020 se extiende a otros estados, incluyendo Chihuahua. Esta semana SinEmbargo publicó que no han llegado los programas de Bienestar a la Sierra Tarahumara, de acuerdo con coordinadores indígenas. El Delegado de Bienestar estatal Juan Carlos Loera de la Rosa expuso que eso lo aseguran líderes que se dicen representantes de rarámuris y aunque ha sido complicado llegar a las comunidades más apartadas, se han entregado becas Benito Juárez, apoyos a 4 mil 593 hijos de madres trabajadoras, ayudas a 13 mil 663 adultos mayores y llevan 11 mil 810 sembradores registrados de los 20 mil esperados para la siembra de 50 mil hectáreas.
“En 2020 van a ser 20 mil hectáreas las que van a estar sembrándose con maíz y otros granos para el autoconsumo con los 20 mil sembradores (1 hectárea por sembrador)”, dijo Loera. “Y para 2021 se trabajarán las 1.5 hectáreas restantes por sembrador, es decir, ya 30 mil hectáreas para los árboles maderables y frutales”. Para ello se capacitará a los campesinos con facilitadores, técnicos sociales y productivos, y dentro de las Comunidades de Aprendizaje Campesino.
“No hay un antecedente de que algún Gobierno de la República pusiera tanta atención en la Sierra Tarahumara, lo que tenemos que aceptar es que hay un olvido ancestral en una región que ha sido afectada por la violencia. Por eso el programa Sembrando Vida es la joya de la corona en los programas de Bienestar porque les da una oportunidad de una reconversión productiva y ya no se dependa de cultivos ilegales”, afirmó el Delegado de Bienestar en Chihuahua.
“El hambre es un término político que han usado esos líderes. Sí hay necesidades en la Sierra Tarahumara, no lo podemos negar. Hay comunidades muy alejadas donde hacemos el esfuerzo para llegar. Ya estamos llegando. No dudo que haya comunidades muy apartadas donde hace falta hacer un esfuerzo extraordinario para poder llegar, pero en la gran mayoría de los asentamientos rarámuris, tepehuanos del norte, y otros, sí están llegando los programas. El rezago debe ser una mínima parte y tiene que ver con la difícil accesibilidad. Nueve de cada 10 hogares en la Sierra les está llegando”, dijo.