EL ESCÁNDALO QUE NO TUMBÓ A SERGIO ARROYO

06/03/2013 - 12:00 am

Días después de que Sergio Raúl Arroyo fue nombrado director del INAH se difundió que funcionarios del instituto recibieron “regalos” de Wal Mart para instalar una tienda en Teotihuacán. Arroyo salió librado, pero las dudas siguen.

Foto: Josh Haner / The New York Times

Ciudad de México, 6 de marzo (sin embargo).– El 7 de diciembre de 2012, cuando el Secretario de Educación Pública (SEP), Emilio Chuayfett Chemor, hizo públicos los nombramientos de los funcionarios de las principales instancias de la dependencia a su cargo, hubo una omisión que saltó de inmediato: la del Director del Instituto Nacional de Atropología e Historia (INAH).

Incluso algunos medios que se habían adelantado y publicaron en sus sitios de Internet que Rafael Tovar y de Teresa encabezaría el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), María Cristina García Cepeda el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y Sergio Raúl Arroyo el INAH tuvieron que corregir y “borrar” el nombre del etnólogo de sus encabezados. Era viernes y las vacaciones de Navidad estaban cerca. Nadie entendió por qué el Secretario designado por Enrique Peña Nieto apenas unos días antes no daba un nombre para el Instituto. De inmediato empezaron a surgir los rumores de que, en efecto, el elegido era Sergio Raúl Arroyo, pero que no se había anunciado porque se estaba negociando con el sindicato, que no estaba muy convencido dada la forma en que el etnólogo había terminado su administración anterior, en abril de 2005.

Pero los rumores pueden ser sólo eso: murmullos sin sustento. En entrevista para SinEmbargo, Felipe Echenique March, historiador egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Secretario General del aguerrido y siempre crítico Sindicato de Académicos del INAH, niega categóricamente haber negociado con Emilio Chuayfett:


Además, agrega, la designación de Sergio Raúl Arroyo al frente del INAH, una vez más, supuso “un respiro” para los académicos del Sindicato.

Finalmente, el nombramiento oficial se dio a conocer el domingo a medio día, por medio de un boletín de prensa que la SEP envió a los periodistas y a los medios acreditados a la fuente.

Personajes relevantes en el ámbito de la Arqueología y la Antropología, como Eduardo Matos Moctezuma y Bolfy Cottom Ulin vieron con beneplácito la elección de Chuayfett, pues recordaban la gestión anterior de Sergio Raúl Arroyo como satisfactoria.

Poco tiempo después de su nombramiento, el etnólogo Arroyo García tuvo el acierto de designar a Bolfy Cottom, antropólogo especialista en temas jurídicos relacionados con el patrimonio cultural, siempre muy crítico ante las políticas del INAH con respecto a estos temas, Secretario Técnico del Instituto.

El Sindicato de Académicos, a través de su Secretario General, también aprobó la designación:

“Realmente, después de que dejó de ser director Sergio Raúl nos tocaron dos directores verdaderamente monstruosos, y lo digo en serio: Luciano Cedillo fue de veras una calamidad, y el embajador (Alfonso) De Maria y Campos de veras sí intentó destruir al Instituto. Hizo todo lo que estuvo en su poder para intentar destruir a esta institución. Entonces la gente dice que, bueno, por lo menos cuando estuvo Sergio Raúl no nos fue tan mal”.

¿QUIÉN ES SERGIO RAÚL ARROYO?

Nació en 1953 en la Ciudad de México, y es egresado de la carrera de Etnología en la Escuela Nacional de Antropología e Historia.

En entrevista para SinEmbargo, Arroyo García recuerda así un momento que definió el rumbo de su vida profesional:

“Siendo niño, mi abuelo me llevó, en abril de 1964, a la esquina de Paseo de la Reforma y La Fragua para ver pasar al monolito de Tláloc que arribaba a la ciudad proveniente de Coatlinchan, rumbo a lo que sería el Museo Nacional de Antropología. Aún recuerdo cómo se cimbraba el suelo cuando el viejo dios pasó frente a nosotros. Meses después, mi abuelo me llevó al recién inaugurado museo, donde pude conocer, o más bien percibir, el profundo llamado de una realidad que representaba para mí un horizonte profundamente enigmático y no menos fascinante”.

Fue director del INAH por primera vez durante el gobierno de Vicente Fox Quesada, bajo la gestión de Sari Bermúdez Ochoa en Conaculta, en el periodo de 2000 a 2005. Renunció meses antes de terminar el sexenio, un día después de la inauguración de la exposición “Faraón: el culto al sol”, según lo recuerda Alejandra Alberola Sánchez, quien fuera la Subdirectora de Comunicación Social del Instituto en esa época, y quien en entrevista para SinEmbargo dice no conocer las causas que orillaron al etnólogo a tomar esta decisión:

“Eso sí realmente yo no lo supe. Se dieron situaciones muy especiales. Fue la inauguración, me parece, de ‘Faraón’. Al día siguiente él renunció, y yo no supe qué pasó. Y te voy a decir por qué: al poco tiempo después también renuncié yo. No era lo mismo el INAH con Sergio o sin Sergio”.

Felipe Echenique también dice no saber porqué Sergio Raúl Arroyo decidió renunciar, pero sí recuerda que el etnólogo publicó una carta abierta en la revista Proceso, argumentando que estaba en contra de los planes de privatización de las zonas arqueológicas que tenía el gobierno de Vicente Fox.

El viernes 8 de abril de 2005, en La Jornada, Gilberto López y Rivas consignó las palabras exactas de Arroyo García cuando escribía que Sari Bermúdez habría ejercido una “presión sistemática, más allá de sus atribuciones de coordinación, para interferir en programas y proyectos sustantivos del Instituto, desconociendo su autonomía técnica, hecho aparejado a la voluntad de minimizar los créditos en cuanto a su trabajo técnico y académico”.

Según López y Rivas, Sergio Raúl Arroyo concluía su carta abierta con la afirmación de que se estaba viviendo “un grave deterioro en el ejercicio de gobierno en el subsector cultura, donde la incondicionalidad y la obediencia ciega han querido sustituir al diálogo y al respeto”.

A pesar de lo sorpresiva que resultó su renuncia, este episodio no fue el final de la carrera de Sergio Raúl como funcionario cultural: en octubre de 2007 y hasta mayo de 2012 fue director del Centro Cultural Universitario (CCU) Tlatelolco de la UNAM, cuando el Coordinador de Difusión Cultural de la Universidad era Sealtiel Alatriste.

Alejandra Alberola recuerda su gestión al frente del CCU Tlatelolco, pues ahí también colaboró con él como Directora de Prensa:

“Sergio es una persona con muchísimas capacidades, con muchísima experiencia y que te permite trabajar libremente. En el Centro Cultural Universitario Tlatelolco fue muy gratificante por los proyectos tan interesantes que planteó; para empezar, la difusión del Memorial del 68, todas las exposiciones que se trajeron continuamente: Spencer Tunic, cosas verdaderamente innovadoras en un área de la ciudad en la que no existía realmente eso, la cultura. Creo que creó un centro muy interesante”.

Alberola Sánchez no duda cuando se le pregunta qué clase de jefe es Sergio Raúl Arroyo:


A la misma pregunta, responde el mismo Sergio Raúl Arroyo:

“A lo largo del tiempo he tenido como propósito convertirme en amigo de la gente con la que trabajo y comparto el tiempo en las oficinas, los museos, los talleres y los centros de investigación. Aunque esta pregunta se la tendrían que hacer a mis compañeros, puedo decir que transito con mi grupo de trabajo en una relación más que cordial”.

Además de haber sido profesor en distintas etapas en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), la UNAM y la Universidad Iberoamericana, Sergio Raúl Arroyo ha publicado libros como Andrei Tarkovsky: tiempo sagrado, tiempo profano, y Mirada y memoria, y ha colaborado en diversas revistas y suplementos culturales.

En 2006, el gobierno español le otorgó la condecoración de la Orden Isabel la Católica y en 2009 recibió el Premio Miguel Covarrubias por el Memorial del 68 en Tlatelolco.

Quizá por este curriculum es que, al principio, su regreso al frente del INAH, no causó gran sorpresa.

REPORTAJE DEL ESCÁNDALO: EL PASADO NO PERDONA

El 17 de diciembre, sólo unos días después de que por fin Chuayfett hiciera pública su designación, un reportaje de David Barstow y Alejandra Xanic von Bertrab para The New York Times haría explotar de nuevo una bomba que Arroyo García creyó que había dejado muy lejos, en el pasado: el caso de la construcción de una tienda Bodega Aurrerá de la cadena Wal Mart en Teotihuacán que fue avalada por el INAH.

Aunque los periodistas no escriben en ninguna parte de su extenso reportaje que Sergio Raúl Arroyo haya recibido un soborno, sí narran que Sergio Cicero, ex abogado de Wal Mart de México, declaró que la cadena hizo una “donación oficial” de 45 mil dólares y un “regalo personal” de 36 mil a “funcionarios” del INAH.

A pregunta expresa sobre este asunto, el Secretario General del Sindicato de Académicos del INAH, Felipe Echenique, responde:

Felipe Echenique en conferencia de prensa. Foto: Cuartoscuro

“Fue una comedia de enredos donde se puede decir que no hubo mala fe, que hubo equivocaciones, pero nosotros lo que nunca vamos a poder sostener es que haya habido corrupción. Lo que sí podemos decir con toda franqueza es que en su momento los funcionarios del INAH se vieron muy permisibles con esa obra. Fueron, por decir lo menos, muy poco exigentes en el cumplimiento a cabalidad del espíritu y la letra del decreto de Teotihuacán. ¿Por qué hicieron eso? Pues solamente ellos podrán decirlo. Nosotros no podemos acusar de que se tratara de un acto de corrupción, porque no nos consta”.

También afirman Barstow y von Bertrab que el “permiso” para la construcción fue firmado por Maribel Miró, quien era directora del Centro INAH del Estado de México en aquel tiempo, y quien les dijo a los periodistas que fue Wal Mart quien hizo la propuesta “impropia” de una donación, que ella rechazó.

Gracias a una solicitud de información al Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos (IFAI) realizada por integrantes del Frente Cívico de Teotihuacán [Sin embargo tiene copia de dos documentos clave en este caso] se conocieron más detalles del caso.

El primer documento, fechado el 11 de diciembre de 1984, está dirigido a la Doctora Elda Pineda, y dice que el Centro INAH del Estado de México no tiene inconveniente en que se realicen obras de construcción en el predio de su propiedad. Está firmado por la Arqueóloga Sylvia Gutiérrez, entonces directora del Centro.

El segundo documento es la licencia para obra 401-725-2/103P/04, dirigida a la Doctora Elda Pineda, propietaria y/o Arq. Sonia Fonseca Lozada, en representación de Arrendadora de Centros Comerciales, S de RL de CV, usufructuaria del predio ubicado en Av. Cruz de la Misión s/n, Fraccionamiento La Parroquia, Municipio de Teotihuacán, Estado de México, firmada por Maribel Miró en su calidad de Directora del Centro INAH del Estado de México, con fecha de 19 de mayo de 2004.

Teotihuacán licencia by SinEmbargoMx

En octubre de 2004 un grupo de activistas del Frente Cívico Teotihuacano protestó quemando incienso enfrente de las oficinas del INAH en la colonia Roma de la Ciudad de México.

Después de las protestas de los activistas, encabezados por Emmanuel D’Herrera y Emma Ortega, los arqueólogos del INAH que realizaban los trabajos de salvamento en la obra comenzaron a encontrar vestigios. La construcción se detuvo hasta que estos fueran catalogados, fotografiados y analizados.

Aunque en su exposición ante los diputados Sergio Raúl Arroyo dijo que sólo se encontró un basamento de aproximadamente 25 centímetros de altura y 80 x 80 centímetros por lado, que fue resguardado, catalogado y protegido inmediatamente, el Secretario General del Sindicato de Académicos del INAH advierte que esta información puede estar incompleta:

“Lo que los arqueólogos dicen es que, siguiendo el patrón de asentamiento que tiene el descubrimiento de esa esquina es que, por fuerza, tendría que haber otras cuatro. Lo cual acusaba que los de la constructora se volaron tres partes más de lo que podría haber sido una plazoleta prehispánica. Ese simple hecho hubiera sido suficiente para haber parado la obra y no dejar construir, pero ahí se vio es una permisibilidad muy grande para que la inversión de Wal Mart siguiera”.

A pesar de todas las protestas, la tienda Bodega Aurrerá abrió sus puertas el 4 de noviembre de 2004.

El colofón del reportaje de Barstow y von Bertrab es una historia desgarradora, que también la reportera Mónica Mateos-Vega mencionó en una nota del 19 de diciembre de 2012 en La Jornada:

El 16 de mayo de 2009 el activista Emmanuel D’Herrera colocó una bomba casera (que consistía en una lata de jugo llena de pólvora y clavos) en un carrito de autoservicio de Bodega Aurrerá. Llevó el carrito a la sección de artículos para el hogar, miró alrededor para asegurarse que el pasillo estaba vacío, y entonces encendió la mecha de la lata. Su intención, según escribió después, era suicidarse y causar daños a la tienda para atraer de nuevo la atención pública al caso. Sin embargo, sólo consiguió desmayarse y causar daños por 68 dólares en mercancía. Fue encarcelado en el penal de Barrientos, en donde murió en 2010 de un derrame cerebral que lo llevó a un estado de coma. Tenía 62 años de edad.

LA COMPARESCENCIA

“Me han preguntado muchas veces por qué dimos permiso para que se construyera una tienda de la cadena Wal Mart en Teotihuacán. Nosotros no dimos permiso. El INAH no emite licencias para construcciones u obras”.

Ese medio día de finales de enero de 2013, en su comparecencia ante la Comisión Permanente de la Cámara de Diputados, el Director General del INAH fue categórico en sus respuestas. Se le veía muy seguro, y nunca perdió el temple, aunque las preguntas de algunos diputados, sobre todo de las fracciones de izquierda, fueron muy agudas.

Pero Felipe Echenique también afirma cuando se le pregunta sobre este tema:

“Sergio Raúl ahora dice que el INAH no da licencias de obra, pero hay un documento que también en su tiempo se exhibió donde la directora del Centro INAH del Estado de México expidió una licencia de obra”. (Esta es la misma licencia de obra de la cual SinEmbargo tiene copia).

En la comparecencia, Arroyo García también anunció que puso una demanda en la Procuraduría General de la República (PGR) ante quien resulte responsable por “los rumores” que se esparcieron en diversas notas periodísticas en el sentido de que en su gestión anterior al frente del INAH había aceptado sobornos para facilitar el otorgamiento de una licencia de construcción a la cadena Wal Mart en Teotihuacán:

Yo también, como seguramente muchos de ustedes, tengo familia, tengo hijos y también creo que debo ser respetado como ciudadano porque no he infringido ninguna norma legal, ni ninguna ley. Y he hecho ya una denuncia ante la Procuraduría General de la República que tiene fecha del 21 de enero de 2013. Derivado de diversas notas publicadas en medios de comunicación en las que se afirma que servidores públicos del Instituto recibieron sobornos”.

Y esa tarde de enero de 2013, a pesar de todo, Sergio Raúl Arroyo se retiró satisfecho de su comparecencia.

A la pregunta de esta reportera sobre cuál sentía que había sido el resultado de su reunión con los legisladores respondió:

“Me siento muy bien. Hemos demostrado una vez más las razones por las que se dio este proceso, hemos expresado también lo que consideramos que está en medio de todo este problema, y yo pensaría que, dado que se han mostrado pruebas a todos los niveles, tendría que plantearse más seriamente cualquier impugnación en torno al INAH, y no simplemente basarse en cuestiones que van corriendo por los medios sin que tengan suficientes puntos de apoyo”.

Y cómo no iba a sentirse bien, si después de su exposición y un par de rondas de preguntas, la mayoría de los legisladores votó en sentido positivo a la pregunta de si estaban satisfechos con las respuestas que les había dado el director del INAH.

¿QUÉ OCURRIÓ?

Teotihuacán. Foto: Cuartoscuro

Sergio Raúl Arroyo no desperdició un sólo minuto de los 30 que los legisladores le concedieron para hacer su exposición inicial. Con el apoyo de una presentación en Power Point explicó los objetivos generales del INAH y dijo que para cumplirlos es necesario llevar a cabo diversas acciones, entre las que se incluyen las estrategias de conservación y protección del patrimonio, por ejemplo, el salvamento arqueológico.

El etnólogo explicó también que, de acuerdo con la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, “toda obra que se pretenda realizar en zona de monumentos, colindante con un monumento, o donde se presuma o se tenga registro de la existencia de patrimonio arqueológico deberá ser autorizada por el INAH”.

Con el apoyo de un mapa en el que se delimitaban perfectamente las tres zonas en que se divide Teotihuacán (A, B y C) con colores rojo, anaranjado y amarillo, Sergio Raúl Arroyo mostró que la tienda Bodega Aurrerá que se construyó en 2004 se encuentra en la zona o perímetro C.

Pero el historiador Felipe Echenique afirma que el perímetro C sí pertenece a la zona arqueológica, y lo explica de la siguiente manera:

“La tienda está dentro de la zona arqueológica. La zona arqueológica tiene una declaratoria y tiene un perímetro. Tiene tres áreas de protección diferenciadas por los monumentos y por la ocupación de la tierra. Si uno ve la declaratoria de la zona de monumentos, abarca esas tres zonas. Lo que hace es diferenciar el uso del suelo y las posibilidades de construcción en el uso del suelo”.

Después, en su comparecencia el funcionario federal afirmó que los trabajos de salvamento para asegurar que no había vestigios arqueológicos en el predio se realizaron antes de que iniciara la construcción de la tienda de la cadena estadounidense.

Pero, una vez más, Echenique, no está de acuerdo con esta afirmación:

“Pese a lo que pueda decir Sergio Raúl Arroyo nosotros tenemos una datología de los sucesos distinta. Esto es: la empresa que hizo la construcción del Wal Mart entró a trabajar muchísimo antes de los compañeros arqueólogos que hicieron el salvamento. Entraron como 15 o 20 días antes. Lo cual ocasionó una suspensión de la obra por parte del INAH unos días, hasta que no entraron los compañeros. Lo que dice Sergio Raúl es que salvamento entró en el momento cuando empezaron a cavar, y eso no es cierto”.

Después del proceso de salvamento arqueológico, que según el Director del Instituto se llevó a cabo del 19 de julio al 29 de octubre de 2004, se presentó un informe que fue aprobado por el Consejo de Arqueología del INAH en marzo de 2005.

Entrevistado por los medios al final de su comparecencia, el Director del Instituto Nacional de Antropología e Historia insistió en la urgencia de revisar las atribuciones de la institución para otorgar permisos y licencias de construcción donde se presuma que pueda haber vestigios arqueológicos:

“Lo que tendría que seguir es poder trabajar en lo que se refiere a los planes generales de desarrollo a nivel nacional, y poder tener, quizá, un acuerdo con el Congreso para ubicarnos en dos temas centrales: el primero, la incidencia en los planes parciales de desarrollo de uso de suelo, y por otro lado, un problema que es cada día más serio, que es el de la cesión de terrenos con potencial arqueológico”.

Foto: INAH

En esto coincide Felipe Echenique:

“Para mantener la investigación arqueológica lo más importante es mantener la tenencia de la tierra. Esto no ha sido política que haya tenido la institución; incluso podemos acusar que en la administración de Alfonso de Maria y Campos, la Cámara de Diputados otorgó presupuestos de hasta 4 mil millones de pesos para comprar tierras para asegurar la tenencia de la tierra en zonas arqueológicas, y lo que hizo De Maria fue un fideicomiso, y eludió la compra de tierras de zonas arqueológicas en riesgo”.

Felipe Echenique considera que una de las grandes fallas que han tenido los directores del INAH a lo largo de su historia, es poner al turismo por encima de la difusión de conocimiento:

“Nosotros lo que hemos dicho: el Director del INAH puede tener muchas presiones de la Presidencia de la República; recordemos que este es un organismo dependiente de la Secretaría de Educación Pública, pero por desgracia su vinculación con el turismo y con sus intereses ha puesto a los vestigios arqueológicos y la zona de monumentos históricos al servicio de éste”.

Pero en entrevista, el etnólogo reconoció que la difusión de conocimiento es la primera tarea del Instituto que encabeza:

“Considero que el principal objetivo del INAH es la producción y difusión de conocimiento, es esta perspectiva la que debiera ser la divisa de un director de la institución. La educación tiene un nexo natural y directo con este propósito. En cuanto al turismo, no lo veo como un adversario institucional (aunque la relación ha sido ocasionalmente tensa y amarga), sino como una actividad necesaria para el desarrollo que debe articularse con la preservación de los bienes que resultan atractivos para nuestros visitantes, más que con la mera perspectiva comercial como fin último”.

Hasta ahí la exposición de Sergio Raúl Arroyo ante los legisladores. Una y otra vez insistió en que el organismo que encabeza no tiene la facultad de otorgar permisos ni licencias, y que esto es competencia de las autoridades municipales y de las instancias encargadas de los planes de desarrollo urbanístico.

Dijo también (y lo reiteró la mañana siguiente en el programa de radio de la periodista Carmen Aristegui en MVS) que el asunto tenía una motivación ideológica, dadas las políticas laborales de la cadena Wal Mart en todo el mundo: “Además, en Teotihuacán la aparición de esta tienda desplaza el comercio tradicional”.

En eso tiene razón el director del INAH: los bajos precios que ofrecen las tiendas de la cadena Wal Mart, gracias a los miserables salarios que pagan a sus empleados y a las condiciones de ventaja con las que compran a los productores, hacen que los consumidores, en masa, compren en sus almacenes, prefiriéndolos a las pequeñas tiendas de barrio y a los mercados, que difícilmente pueden competir en precio y variedad de productos. Esta política de arrasar con las microempresas locales la utiliza Wal Mart en todos lados del orbe en donde abre una tienda.

Esta misma política de devastación económica, social, ecológica y de zonas históricas y culturales, es la que causó la muerte del activista Emmanuel D’Herrera.

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DIVISIÓN DE TEOTIHUACÁN

Según la Declaratoria de Monumentos Arqueológicos de Teotihuacán publicada en el Diario Oficial de la Federación el 30 de agosto de 1988, esta zona se divide en tres áreas:


A.
el Área Central de Monumentos Arqueológicos, que es propiedad del Gobierno Federal y en donde no se permite construir o modificar nada.

B. llamada Área Ampliada de Monumentos Arqueológicos, determinada en función de su potencial arqueológico y en donde tampoco está permitido construir nada. Sin embargo, advirtió el Director del INAH, aquí ya existían asentamientos previos a la declaratoria.

C. Área de Protección General, en donde están permitidos “los desarrollos constructivos bajo la supervisión del INAH, y siempre que no atenten contra el patrimonio arqueológico”.

 

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