Aunque Ovidio Guzmán López fue liberado tras su captura en 2019, las autoridades –tanto mexicanas como estadounidenses– le siguieron la pista. A la vuelta de tres años los militares lo intentaron de nuevo y lo lograron; pero no fue fácil. Ovidio Guzmán se resistió y Culiacán, Sinaloa, nuevamente ardió.
Ciudad de México, 6 de enero (SinEmbargo).- Unos lo llamaron “El jueves Negro”, otros “El Culiacanazo”. El 17 de octubre de 2019, las Fuerzas Federales habían fallado en su intento por aprehender a Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera y líder de una de las células del Cártel de Sinaloa. Lo capturaron y vino el caos. Lo tuvieron por unos instantes, mismos que fueron grabados. La organización criminal presionó para su liberación y el Estado mexicano tuvo que ceder. La orden había sido dada por el propio Presidente Andrés Manuel López Obrador para resguardar a la población. A la vuelta de tres años y poco más de dos meses, los militares lo intentaron de nuevo y lo lograron; pero no fue fácil. Ovidio Guzmán se resistió y Culiacán, Sinaloa, nuevamente ardió.
Aunque fue liberado en 2019, las autoridades –tanto mexicanas y estadounidenses– le siguieron la pista al joven capo. En Estados Unidos, “El Ratón” —como se le conoce— está acusado de conspirar para traficar y distribuir drogas a Estados Unidos desde México, particularmente heroína y cocaína, que importa desde Colombia, así como fentanilo. Además, también lo acusan de ser el autor intelectual del asesinato de un “popular cantante mexicano”, quien presuntamente se habría negado a hacer una presentación en su boda.
Estos señalamientos llevaron a que el Departamento de Estado de Estados Unidos emitiera en 2021 una ficha de búsqueda donde ofreció una recompensa de cinco millones de dólares por información que llevara a su captura. También se le atribuye estar a cargo de al menos 11 laboratorios de metanfetamina ubicados en Sinaloa, los cuales al mes producen entre tres mil y cinco mil libras de esa droga.
Sin embargo, a pesar de que Estados Unidos lo ha solicitado en extradición, en México también tiene procesos pendientes que primero deberá enfrentar, como lo confirmó el Canciller Marcelo Ebrard, la tarde de ayer.
“Tenemos que cumplir con las formalidades que la ley nos impone y además tiene un proceso aquí en México abierto, que es lo que da origen a la orden. Yo supondría que lo que vamos a ver es un proceso en México y conforme a la Ley de Extradición, veremos conforme se vaya avanzando qué elementos aportan y cuál es el criterio que va a seguir la Fiscalía, pero, el día de hoy, yo esperaría un proceso aquí en México”, mencionó el funcionario, al confirmar también que México tiene el registro de una solicitud desde el 19 de septiembre de 2019, donde aclaró que elementos de agencias estadounidenses no participado en el operativo de recaptura.
La caída de Ovidio Guzmán López representa un golpe fuerte para el Cártel de Sinaloa y principalmente a la fracción de “Los Chapitos”, pero también tiene un valor de forma simbólica porque sería una afrenta a lo que ocurrió en 2019, que, desde entonces, siempre se le reprochó, por parte de la oposición a Gobierno federal, haber liberado al líder criminal.
“Es una captura muy importante porque es uno de los líderes criminales más relevantes, porque por un lado está Nemesio Oseguera, “El Mencho”, líder del Cártel Jalisco Nueva Generación, que podría decirte que es el objetivo número 1 a nivel nacional; por el lado del Cártel de Sinaloa, sin duda está el histórico [Ismael] ‘Mayo’ Zambada. Entonces, podríamos decir que Ovidio era el tercero o está en el top 3 de lo que podríamos llamar objetivos prioritarios de cualquier Gobierno en materia de seguridad”, expresó en entrevista con SinEmbargo, Víctor Sánchez Valdés, investigador especializado en temas de seguridad pública y crimen organizado de la Universidad Autónoma de Coahuila, en la Facultad de Jurisprudencia.
El experto también precisó que es una captura representativa en lo político y operativo porque ya lo habían capturado y lo tuvieron que recapturar, lo que les había traído al actual Gobierno federal una ola de críticas.
“El que ahora sí lo hayan capturado y que ya fue trasladado a un lugar en donde va a ser muy difícil que salga, pues ya es como una ofrenda, un poco limpiar con esta captura”, abundó el estudioso de las estructuras criminales.
En esta ocasión, el operativo del Ejército y la Guardia Nacional —dependiente de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC)— actuaron con mayor planeación y precisión, según explicaron sus titulares, luego de un trabajo de reconocimiento y vigilancia en el área de influencia de este grupo criminal, que duró al menos seis meses.
“El operativo fue ejecutado de manera estratégica mediante el uso de inteligencia operativa y la coordinación de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) para evitar afectaciones de la población y actuar con la máxima eficacia”, destacó la Secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez.
Pero eso no impidió una jornada violenta para Sinaloa.
La ofensiva del Cártel de Sinaloa nuevamente presionó. Durante la madrugada y a lo largo del 5 de enero se registraron más de 19 bloqueos que se extendieron por varias regiones. Aviones comerciales y de las Fuerzas Armadas de México (FAM) fueron baleados en el Aeropuerto de Culiacán. Se reportaron asaltos y despojos de vehículos a la población, que se tuvo que resguardar, por recomendación de las autoridades.
La gente vivió el terror mientras las autoridades sinaloenses trataban de calmarlas y atender la situación. “En recorridos en la ciudad, hemos visto civiles que se movilizan en sus vehículos ¡Por favor manténgase en resguardo hasta que informemos que ya existen las condiciones para circular ya que, continúan reportando despojos de unidades! Las autoridades seguimos trabajando”, señalaba uno de los múltiples tuits de Cristóbal Castañeda, Secretario de Seguridad Pública del Estado de Sinaloa.
El narcoterror en las calles fue uno de los factores en común entre ambos operativos, según destacó Adrián López, director del periódico Noroeste al narrar los hechos en el programa Café y Noticias conducido por Daniela Barragán y Perla Velázquez.
“Los sinaloenses amanecimos con bloqueos, con narcoterrorismo, porque lo que vemos es al Cártel de Sinaloa realizando acciones para sembrar miedo”, señaló.
Y la violencia se extendió a otros estados. En Sonora, en donde también tiene una fuerte presencia el Cártel de Sinaloa, se registraron bloqueos, se cerraron vuelos y se desalojó el Aeropuerto en Ciudad Obregón. En la zona, comandos balearon tráilers y vehículos.
LAS DOS CAPTURAS DE OVIDIO
La captura del 2019 había quedado grabada y rápidamente difundida, mientras la violencia imperaba en las calles de Sinaloa.
—Ya dile a tu gente que pare todo —fue lo que le ordenó hace poco más de tres años uno de los agentes mientras le entregaba un teléfono al joven que se encontraba arrodillado frente a una pared.
—Ya paren todo, oigan, ya me entregué. Ya paren todo, por favor. Ya tranquilos, ya ni modo. Díganles que ya se retiren. Pero ya díganles que se vayan —dijo el joven capo al teléfono.
Una voz insiste: “Ovidio, ya páralo”.
–Ya no quiero que haya desmadre, por favor —grita al teléfono Guzmán López.
Sin embargo, un revés vino directo de Presidencia. Aunque en los primeros días después de su captura en 2019, el mandatario nacional había señalado, el 16 de octubre, que la decisión de liberación la había tomado “el gabinete de seguridad, de manera conjunta, los secretarios de la Defensa, de Marina, de Seguridad Pública y que él había respaldado la postura porque – consideró– “lo más importante es la protección de las personas”, luego López Obrador reconoció que él dio la orden porque iban a morir cientos de inocentes.
“Iban a perder la vida si no suspendíamos el operativo más de 200 personas inocentes en Culiacán, Sinaloa. Y se tomó la decisión, yo ordené que se detuviera ese operativo y que se dejara en libertad a este presunto delincuente”, dijo el 20 de junio de 2020.
Posteriormente, el Presidente López Obrador sostuvo su postura en múltiples ocasiones, la más reciente el 26 de octubre de apenas el año pasado en donde dijo que tenía la conciencia tranquila.
“Hubo una situación muy delicada, en donde iba a haber una confrontación en plena ciudad, la que iba posiblemente a causar la muerte de cientos de personas. Entonces, cuando me informan sobre cómo están las cosas, pienso en la vida de las personas, de la gente y doy la instrucción de que lo liberen para evitar una masacre y también una afectación a población inocente. Yo no sé qué hubiese hecho otro gobernante, pero tengo mi conciencia tranquila”, explicó el mandatario nacional en ese entonces desde su conferencia matutina realizada en Morelos.
Para el experto en crimen organizado, Víctor Sánchez, en esta ocasión, las autoridades aprendieron de los errores con respecto al operativo de 2019. Entre ellos, precisó, se efectuó el operativo con mayor sigilo, y no se confirmó su captura hasta que lo sacaron de Sinaloa.
“Sí hay lecciones aprendidas del pasado y eso es positivo. En el anterior intento de arresto, las fuerzas de seguridad no midieron bien las fuerzas que tenía Ovidio Guzmán y el Cártel de Sinaloa y en esta ocasión hubo una mayor tarea de inteligencia. También lo publicitaron menos, es decir, la vez anterior empezaron a compartir información de más muy pronto y eso les complicó a ellos mismos su operación; ahora, ya hasta que lo tenían asegurado, fue cuando empezaron a fluir los rumores y luego las confirmaciones”, dijo.
Y añadió: “Sacarlo rápido de Culiacán es otro aspecto que hicieron bien en esta ocasión”.
El especialista finalizó al decir que quizá en esta ocasión, al igual que en 2019, a las autoridades les faltó prever una mayor contención.
“Creo que una cosa que no se hizo también es la contención. Después del arresto sigue habiendo mucha violencia e incluso hasta altas horas en Culiacán, o sea, creo que se pudo haber reforzado mejor, pero en términos generales sí hay una especie como de evolución en la forma de actuar y de operar de las fuerzas federales”, concluyó.