Warnock será el primer Senador afrodescendiente elegido en Georgia, un estado sureño que aún se debate con su herencia dolorosa de esclavitud, segregación e injusticia racial.
Georgia, 6 de enero (AP).- Por sus raíces, Raphael Warnock parecía tener escasas posibilidades de llegar al Senado de Estados Unidos. Creció en Savannah en el barrio de viviendas pobres Kayton Homes, el 11mo de 12 hijos. Su madre en su juventud había cosechado algodón y tabaco como aparcera. Su padre era un predicador que también llevaba autos viejos a un depósito de chatarra para aumentar un poco sus ingresos.
“Mi papá me despertaba por las mañanas al amanecer”, dijo Warnock durante un acto en su ciudad natal dos días antes de su elección el martes. “Me decía, ‘chico, en mi casa no puedes dormir hasta tarde. Levántate, vístete, ponte los zapatos. Prepárate’”.
Warnock fue el primer miembro de su familia en graduarse de la universidad con ayuda de becas y préstamos de bajo interés. Obtuvo un doctorado en teología que lo llevó a una carrera en el púlpito. Luego fue el pastor principal de la misma iglesia en Atlanta donde había predicado el reverendo Martin Luther King.
Ahora, a los 51 años, Warnock irá a Washington, D.C. Será el primer Senador afrodescendiente elegido en Georgia, un estado sureño que aún se debate con su herencia dolorosa de esclavitud, segregación e injusticia racial.
“Mi historia sólo es posible en Estados Unidos”, dijo Warnock entre los aplausos de la multitud el domingo.
Warnock derrotó a la Senadora republicana Kelly Loeffler, una empresaria multimillonaria que gastó 20 millones de dólares de su propio bolsillo para tratar de conservar la banca a la cual la había designado el gobernador republicano de Georgia hace un año.
Resultó elegido al cabo de un año caracterizado no sólo por una pandemia que mató una cifra desproporcionadamente alta de afroestadounidenses y dejó a muchos sin trabajo y sin techo, sino también por la indignación ante las muertes de estadounidenses afrodescendientes como George Floyd en Minneapolis y Ahmaud Arbery y Rayshard Brooks en Georgia.
El estado de Georgia ya ha tenido altos funcionarios afrodescendientes, como un secretario de Justicia y un comisionado de Trabajo en la década de 1990, pero la banca en el Senado es de lejos la función más alta a la que haya llegado un afroestadounidense de ese estado.
Warnock enfocó su campaña como una extensión de sus años de activista de causas progresistas desde la histórica Iglesia Bautista Ebenezer. En su plataforma incluyó la reforma de la libertad bajo fianza y el fin de la encarcelación masiva; el salario mínimo vital y la capacitación laboral para una economía verde; el acceso a los comicios, a la salud pública y la exención de pago de préstamos estudiantiles.
Esta agenda abiertamente centroizquierdista es reflejo del cambio político en Georgia. El Senador demócrata más reciente del estado, Zell Miller, giró tanto a la derecha que en 2004 pronunció un discurso en la Convención Nacional Republicana en respaldo de la reelección del Presidente George W. Bush.
Estaba por verse si otro demócrata, Jon Ossoff, ganaría la otra banca en juego en Georgia. El miércoles la diferencia con el republicano David Perdue, que iba por la reelección, era demasiado estrecha para proyectar un ganador.
Warnock insiste que se esforzará por la unidad de los georgianos tras una campaña enconada y los cuatro años polarizadores del Presidente saliente Donald Trump. El miércoles dijo que entre sus prioridades estarán elevar a 2 mil dólares los pagos para alivio de la pandemia y mejorar la distribución de la vacuna contra el COVID-19.
“Lo que hizo Georgia anoche es un mensaje en sí mismo”, dijo Warnock a CNN el miércoles, “en un momento en el que tanta gente trata de dividir a nuestro país, justamente cuando menos podemos darnos el lujo de estar divididos”.