Recuerdo que desde muy pequeña mi papá me llevaba a pescar a la playa. Muy ocasionalmente atrapaba peces utilizando una red y cuando esto sucedía me entristecía verlos morir lentamente en el piso. Para ayudarlos los metía en un balde con agua en donde los resguardaba porque odiaba verlos sufrir. Hasta que pasaba lo inevitable y los mataban.
A pesar de mi corta edad me daba cuenta de que los peces sufrían. Con tristeza observaba como se retorcían, abrían mucho su boca y sus branquias hasta que sus ojos se tornaba opacos y dejaban de moverse. El mismo pesar me daba con las jaibas que, para su mala suerte, quedaban atrapadas en la red y luego morían temblando cuando les arrancaban el caparazón.
Creo que todos hemos estado en situaciones en donde no nos cabe la menor duda de que un animal sufre y queremos ayudar pero no contamos con el apoyo de otras personas. Afortunadamente para los animales, ahora hay estudios científicos que validan y respaldan la sintiencia animal y esto está teniendo repercusiones en las políticas públicas. La evidencia es contundente: aquellos animales que poseen un sistema nervioso son capaces de experimentar dolor, placer, hambre, alegría, emoción, confusión. El hecho de que los animales poseen la capacidad de sufrir ya debería de ser suficiente para cuestionar la forma en la que nos hemos relacionado con ellos hasta hoy. Ya que esta relación ha sido de opresión, maltrato y explotación para beneficio de los seres humanos.
En el Reino Unido después de revisar más de 300 estudios sobre la sintiencia animal, ahora reconocen a los pulpos, cangrejos y langostas como seres sintientes. Dicho reconocimiento los pone bajo el radar de la ley de bienestar animal de ese país. Esperamos que así como lo hizo Suiza, también en el Reino Unido se prohíba hervir a estos animales vivos. Si nunca lo haríamos con un perro, o un gato, tampoco lo deberíamos de hacer con un cangrejo o una langosta ya que para todos por igual son experiencias dolorosas y crueles.
El reconocimiento científico de la sintiencia animal es un punto de partida importante para empezar a construir nuevas leyes que dictarán cómo deberíamos de relacionarnos con otras especies. Muchas personas esperamos con anhelo el día en que estos estudios tengan un repercusión práctica que nos recuerde que los animales no son cosas ni tampoco ingredientes de cocina, sino seres que como nosotros tienen el interés de no sufrir.
La inclusión de leyes que protejan a los animales dependerá del empuje que todos mantengamos para que el bienestar animal permanezca como un tema relevante en la opinión pública. Es por ello que tu voz es relevante para exigir a los gobiernos que incluyan a los animales en sus agendas para crear cambios puntuales que ayudarán a crear un mundo más compasivo para todos. Si deseas ser parte de la red de activistas Creadores de Cambio por los animales, por favor entra a esta liga.