Brujas es una novela con la que busqué responderme preguntas desde y para el feminismo: Brenda Lozano

05/12/2020 - 12:04 am

En el marco de la Feria Internacional de Libro Guadalajara, la autora mexicana da cuenta del proceso de escritura de su último libro, la creación de las dos protagonistas de la novela, Feliciana, la sabia, bruja y curandera del lenguaje, y Zoé, una periodista citadina. Platicamos sobre la urgencia por resolver los feminicidios en México, así como su parecer sobre la obra escrita por mujeres en Latinoamérica.

Con esta obra, la autora también asume el autoconocimiento colectivo en torno a lo feminizado, va detrás de la defensa de las mujeres e irrumpe en la mística de una comunidad oaxaqueña en la figura de Paloma, un personaje muxe.

Por Mario Alberto Medrano

Ciudad de México, 5 de diciembre (SinEmbargo).- Brujas, la más reciente novela de Brenda Lozano (México, 1981), fisura el estereotipo de la mujer siniestra, físicamente abominable y feroz que los mitos, leyendas y películas le han otorgado a quienes se reúnen en aquelarre. Con esta obra, la autora también asume el autoconocimiento colectivo en torno a lo feminizado, va detrás de la defensa de las mujeres e irrumpe en la mística de una comunidad oaxaqueña en la figura de Paloma, un personaje muxe.

En el marco de la Feria Internacional de Libro Guadalajara, Lozano da cuenta del proceso de escritura de Brujas (Alfaguara, 2020), la creación de las dos protagonistas de la novela, Feliciana, la sabia, bruja y curandera del lenguaje, y Zoé, una periodista citadina; pergeña sus ideas acerca de la urgencia por resolver los feminicidios en el país, así como su parecer sobre la obra escrita por mujeres en Latinoamérica.

“Era las seis de la tarde cuando Guadalupe vino a decirme mataron a Paloma…”, así comienza la narración de Brujas, esta novela trepidante, cuya escena se repite cada vez más en la convulsa realidad nacional. Al cuestionar a Lozano sobre si su obra aspira a un autoconocimiento colectivo de la feminidad, reconoce que ésa es una interpretación acertada.

“Me parecen que son dos palabras que juntas hacen un panorama muy hermoso, pues, por un lado, el autoconocimiento está relacionado a lo individual, que pareciera que sólo podemos llegar como la ha impuesto el capitalismo, desde el físico y mental, pareciera que es una cuestión de cada persona, que en su gramática es individual, pero poco a poco te das cuenta que, por paradójico que suene, el autoconocimiento es colectivo. No sé si mi novela tenga esto, pero me pongo a pensar en la importancia que tiene hoy en día. Autoconocerse colectivamente es política, es romper con esas cosas que el capitalismo nos ha hecho pensar que son individuales, y hay que entender que si una pasa por algo, la otra puede entenderlo, es hermoso”, afirma.

Por otra parte, lamenta que aún vivimos dentro de la negación a lo feminizado, lo que conlleva a una violencia aceptada, lacerante. Por eso, su novela es una férrea defensa de lo femenino, ya sea una mujer o un hombre.

“Estamos en un contexto en donde todo lo femenino implica una enorme violencia, desde no poder decidir sobre nuestros cuerpos de manera libre, de toda la violencia ejercida por el simple hecho de ser mujer, así como en contra de los feminizado. Por ejemplo, si un varón tiene actitudes que saltan los preceptos patriarcales va a ser _bulleado en la escuela, éste es sólo un ejemplo, pues lo feminizado es tan abierto como tantas personas hay en el mundo.

Y si es feminizado es porque es un estereotipo, es decir, será castigado cualquier que salte esa norma del heteropatriarcado; por ejemplo, yo siendo mujer es algo que he vivido, es algo que me ha atravesado el cuerpo, entonces puedo entender a cualquiera que se identifique como mujer, y en ese sentido, la transfobia es parte de ese mismo problema”, afirma.

TEMAS URGENTES DESDE LA FICCIÓN

La materia prima de Brujas son los diferentes feminismos. Se nutre de esas ideologías y toma prestada la poliédrica estructura de esta filosofía, desde lo social, lo cultural, corporal, político y hasta lo colectivo e individual. Al cuestionar a la escritora sobre por qué decidió ir desde la ficción y no desde el ensayo (acaso un género apropiado para responder incógnitas) para tratar el tema, reconoce que fue porque desde la literatura también se pueden generar reacciones.

“En efecto, los temas de la novela parten desde la realidad, y que pueden tener respuestas desde un enfoque ensayístico, incluso periodístico. Son urgentes, no podemos quitar el dedo del renglón en ellos, por ejemplo los feminicidios, la transfobia, los abusos de género, en fin, todo esto que aparece en las protestas es antagónico al Estado, pero creo, por otra parte, que desde la ficción hay respuestas, si no definitivas, si no útiles, como lo son quizá los reportajes, desde la ficción hay otros mundo posibles, otra respuesta, que quizá de alguna forma se puedan reflejar en la realidad; por ejemplo, para hacer esta novela me hice muchas preguntas que salían desde el ensayo, desde el cotidiano, que tenía muchas ganas de responder desde la ficción, y aunque no son respuestas totales, tenía ganas de hacerme preguntas desde y para el feminismo.

LOS TRES ROSTROS DE LOZANO

Si el feminismo es neuronal en esta novela, sus terminales nerviosas son las tres protagonistas: Paloma, Feliciana y Zoé. El detonador de esta novela, ya se ha dicho, es la muerte de Paloma. En una cuenta regresiva hacia el inicio, pero también en divergencias temporales, Brenda Lozano escarba por ese terreno lleno de gusanos que es la discriminación a las mujeres, a lo femenino, a lo distinto al _statu quo

El lado A. Feliciana. Narrada su historia en primera persona, la voz de Feliciana tiene un gran sentido de la oralidad de esta mujer oaxaqueña, curandera, mujer de sabiduría, llena de certezas, quien es visitada por artistas, famosos, intelectuales, pues cura a través del lenguaje. Lado B. Zoé, periodista chilanga, mujer con una conexión ancestral con su madre, quien era catalogada como bruja, termino que le molestaba, llega a San Felipe a investigar la muerte de Paloma, ahí se halla con Feliciana, con quien iniciará una travesía. Lado inédito. Paloma, muxe, adivina, curandera, quien muere por las violencias, muere como mueren muchas mujeres, cordón umbilical del viento entre Feliciana y Zoé.

“La idea de Feliciana es que fuera una bruja, una curandera. Quería responder varias preguntas del feminismo a través de la ficción, y la bruja es un personaje muy interesante pues desafía. Vamos a decir que las brujas son las primeras feministas, mujeres que no están sexualizadas, que no son deseables por la sociedad, mujeres mayores, vestidas con túnicas, no tienen un hombre a lado, históricamente, están apartadas de las ciudades. Entonces, para esta novela me interesaba mucho una mujer con estas características, muy poderosa, pero que su poder no fuera desde el dinero, y por supuesto desde el capitalismo, pero yo quería que ella fuera muy poderosa desde el lenguaje, ésa era mi gran fantasía, que fuera un personaje que todo lo pudiera a través del lenguaje, sanar, dar.

En este sentido, era importante que ambas, Zoé y Feliciana, narraran desde la primera persona. Feliciana es la sabia del lenguaje, la mujer que está en contacto con la tierra, el interior, quien está en contacto consigo misma y está muy orgullosa de ello, y tiene un don con el lenguaje. Sí, era importante que de alguna forma Feliciana representara esas repuestas, mientras que Zoé representara esas dudas. El corazón de esa estructura y de esa relación entre Zoé, la reportera de ciudad, que también trabaja con el lenguaje, pero de otra forma”, afirma la también periodista.

En cuanto a Paloma, “a mí me interesaba más hacer un personaje que retratarlo, porque realmente Paloma no está retratada, sino imaginada, es el personaje trans dentro de esta comunidad muxe en Oaxaca, en donde representan un gran orgullo para su sociedad, sin embargo, al ser trans entra en esa misma problemática a la que nos enfrentamos todas en este país, entonces me interesaba mucho explorar esa línea, desde ese punto de vista, y por supuesto, condeno la transfobia, creo que a las mujeres a las trans nos cruzan las (mismas) violencias”, afirma Lozano.

FEMINISMOS, PARADIGMA DEL SIGLO XXI

“Escucha ‘Vivir sin miedo‘, canción de Vivir Quintana”, es la primera respuesta que da Brenda a la pregunta sobre los casos de violencia de género y los feminicidios, “ahí está gran parte de lo que siento y pienso” y cita de memoria “El odio a la mujer es la pandemia que más nos mata”.

“Algo que me parece inaudito que es haya ocho feminicidios diarios y que esa misma violencia venga, sí de todos los niveles, de parte del Estado, que haya una sistemática evasión por parte de Andrés Manuel López Obrador en cuanto este tema, el cual creo que es el más urgente a resolver de su agenda. Considero que todas las protestas feministas son donde más hay que levantar la voz, no podemos quitar el dedo del renglón.

Yo creo que AMLO responde como si las mujeres fuéramos antagonistas. Cómo te explicas que cuando hay una marcha o protesta de mujeres hay un desplegado de más de tres mil elementos policiacos, en una protesta de 300 mujeres. Cómo te explicas que el 25 de noviembre, El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, haya, por parte de Estado, tal represión en las protestas. Es muy claro que AMLO toma a las mujeres como antagonistas porque están rompiendo vidrios. Somos antagonistas las mujeres, y somos a quienes nos están matando, a quienes nos están violentando y cuando salimos a protestar por esta violencia de género se nos reprime, entonces la única oposición de la 4T son los feminismos, y eso no lo han sabido entender. El presidente cree que su oposición es el PRI, cree que su oposición son políticos que hoy no están frente a él, la verdadera oposición son los feminismo que le exigen ‘esto tiene que parar’, lamenta la autora.

ESCRITORAS QUE CUESTIONAN LA HEGEMONÍA

Brujas, cuya primera semilla es Feliciana, el eco de otra novela fallida sobre el volcán Paricutín que Lozano esbozó en un momento, se suma a una lista de obras escritas por mujeres en Latinoamérica. Su nombre, Brenda Lozano, se suma, en un inicio y por cartografía, a otros como Guadalupe Nettel, Fernanda Melchor, Cristina Rivera Garza, Valeria Luiselli, entre otras. Si bien hacer una lista es reducir el panorama algunos nombres, sí da una guía para conocer una literatura.

Al cuestionar a la autora sobre las voces de mujeres en Latinoamérica, no duda en reconocer que las mujeres están escribiendo la literatura más arriesgada, tanto ideológica como estilísticamente.

“No es una coincidencia que haya una serie de libros escritos por mujeres o trans. Es bien profundo, tiene que ver con cómo se cuestionan estas formas hegemónicas de la escritura, de la narrativa o de la poesía, por eso es más arriesgada y por eso quizá me interesa mucho leer a escritoras escribiendo en español. La de las mujeres y trans es la literatura que para mí está el corazón del idioma, y creo que se debe a cómo se cuestionan la hegemonía del relato, qué historias contamos, es necesario que se hable más de las maternidades, del cuerpo de las mujeres, de la violencia, de los feminicidios”, concluye la escritora.

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