Estos hallazgos mostraron una respuesta robusta de células T en individuos con casos moderados de COVID-19. En ambos estudios, las células T en estos pacientes se dirigieron prominentemente a la proteína “espiga” en el nuevo coronavirus.
Madrid, 5 de julio (Europa Press).- Los pacientes más enfermos de COVID-19 producen células T que ayudan a combatir el nuevo coronavirus, según han puesto de manifiesto investigadores de la La Jolla Institute for Immunology (Estados Unidos) en un estudio publicado en la revista Science Immunology.
De hecho, el trabajo ofrece más evidencia de que una vacuna COVID-19 necesitará provocar que las células T trabajen junto con los anticuerpos. “Esto es clave para comprender cómo la respuesta inmune combate el virus. Desea que los enfoques de las vacunas se basen en observaciones de entornos bastante diversos para garantizar que los resultados sean generalmente aplicables”, han dicho los investigadores.
Para el estudio, los expertos siguieron a diez pacientes con COVID-19 con los síntomas más graves de la enfermedad. Los diez fueron ingresados en la UCI en el Centro Médico de la Universidad Erasmus, en los Países Bajos, y se colocaron ventiladores como parte de su atención.
Dos de los pacientes finalmente murieron de la enfermedad. Una mirada en profundidad a sus respuestas del sistema inmune mostró que los diez pacientes produjeron células T que atacaron al coronavirus. Estas células T trabajaron junto con los anticuerpos para tratar de eliminar el virus y detener la infección.
Estos hallazgos mostraron una respuesta robusta de células T en individuos con casos moderados de COVID-19. En ambos estudios, las células T en estos pacientes se dirigieron prominentemente a la proteína “espiga” en el nuevo coronavirus. El virus usa la proteína “espiga” para ingresar a las células huésped, y muchos esfuerzos de vacuna en todo el mundo tienen como objetivo lograr que el sistema inmunitario reconozca y ataque esta proteína.
El nuevo estudio ofrece más evidencia de que la proteína “espiga” es un objetivo prometedor y confirma que el sistema inmune también puede generar respuestas fuertes a otros objetivos en el virus. “Esta es una buena noticia para aquellos que fabrican una vacuna con espiga, y también sugiere nuevas vías para aumentar potencialmente la potencia de la vacuna”, han argumentado los investigadores.
De hecho, LJI se ha convertido en un centro de estudios de células T COVID-19, y Sette ha enviado reactivos a más de 60 laboratorios de todo el mundo. “El estudio también es muy significativo porque ilustra cómo la ciencia no tiene fronteras. Para comprender verdaderamente una pandemia global, nuestro enfoque debe ser global, y debemos estudiar la respuesta inmune efectiva en personas con diferentes antecedentes genéticos, que viven en diferentes entornos”, han zanjado los expertos.