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CRÓNICA | “¡Cuidado! Zona de alto contagio”, dice lona frente a Bellas Artes. A unos metros, ella canta

05/05/2020 - 12:03 am

Hasta hace unas semanas, Erandi trabajaba en un bar de Coyoacán. Ahí tenía un sueldo base, además de las cooperaciones de los clientes que la escuchaban tocar. Podía ganar, dice, hasta 2 mil 500 pesos en un día. Tenía “una economía equilibrada”. Ahora ofrece conciertos frente a Bellas Artes, una zona de alto contagio de COVID-19. 

Ciudad de México, 5 de mayo (SinEmbargo).– “Hace días perdí, en alguna cantina, la mitad de mi alma más el quince de propina. No es que sea el alcohol la mejor medicina. Pero ayuda a olvidar cuando no ves la salida”, canta Erandi. Frente a ella solo están los que han logrado llegar al Centro Histórico de la Ciudad de México a pie. Es la tarde del domingo 3 de mayo de 2020, día de la Santa Cruz, y las estaciones cercanas de Metro han cerrado. No lo han hecho sin motivo. El área en la que la joven ofrece concierto es de riesgo.

Un muchacho ingresa al Burger King del número 30 de la avenida Juárez. Compra una hamburguesa y sale. Se sienta en una banca negra desde la que se alcanza a ver Bellas Artes. Se quita la protección del rostro y come. A un costado unas jovencitas patinan y tratan de vender pulseras a los que andan a pie. Mientras una mujer abre un tupperware y mete el tenedor para alcanzar el arroz blanco, un sujeto estornuda sin cubrirse las fosas nasales. Son el público de Erandi esa tarde. Y ella continúa con su repertorio. Suenan canciones de Juan Gabriel, la Quinta Estación, Jesse y Joy y Carla Morrison. Y la lona, a unos metros, advierte: “¡Cuidado! Está usted entrando en zona de alto contagio”.

Fue la Jornada Nacional de Sana Distancia la que empujó a Erandi, de 24 años de edad, a buscar dinero cantando para los que desafían las advertencias. Hasta hace unas semanas trabajaba en un bar de Coyoacán. Ahí tenía un sueldo base, además de las cooperaciones de los clientes que la escuchaban tocar. Podía ganar, me dice, hasta 2 mil 500 pesos en un día. Tenía “una economía equilibrada”. Hoy, si bien le va, unos 400. Ahora se aferra a su guitarra, micrófono, bocina y voz para poder pagar las cuentas. Asegura que México no es un buen país para ser artista. Y menos durante una pandemia.

“La música es mi pasión”, me dice. Cree que las melodías son un elemento importante en el ambiente apocalíptico que se respira en la colonia Centro. Dice que es muy difícil trabajar en las calles, pues se enfrenta a la inseguridad y al acoso de los integrantes de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC). “Los policías se la pasan corriéndome, diciéndome que no. Yo entiendo que es su trabajo… Pero a nosotros nadie nos está aportando nada, pues es imposible quedarse en casa hasta que ellos digan. Es imposible. Ha sido difícil”, me cuenta.

“No tengo miedo a la crítica. Me da miedo exponerme a la seguridad que hay ahorita. Los policías están siempre con amenazas: ‘Si no te vas, te vamos a llevar ahorita’. Realmente no me da miedo que me lleven. Lo que me da miedo es que me vayan a quitar mis cosas, apenas le pasó a un chico que trabaja aquí. Hace como una semana se lo llevaron, y me lo volví a encontrar, y me dijo que le quitaron sus cosas, su bocina, todo. Incluso hasta el dinero que traía ya no se lo dieron, además lo encerraron 24 horas. Eso me da miedo. Esto es lo único que tengo para trabajar”, añade.

“La mayoría de los mexicanos trabajan al día. Hay muchos que trabajaban para empresas, los descansaron, pero sin goce de sueldo. Si yo no toco, obviamente no me pagan. Es bastante triste esta situación”, lamenta.

El Gobierno de la Ciudad de México señalizó 89 zonas consideradas de alto contagio de la COVID-19, entre los cuales se encuentran estaciones del Sistema de Transporte Colectivo Metro, Centros de Transferencia Modal (Cetram) y mercados públicos, por ser puntos con altos índices de concentración. Uno de los puntos se encuentra en la esquina en la que inicia el Barrio Chino en la capital, justo donde Erandi canta.

“¡Cuidado! Está usted entrando en zona de alto contagio”. Foto: Carlos Vargas, SinEmbargo.
Bellas Artes. Foto: Carlos Vargas, SinEmbargo.

SOLISTA, HOY 

“No te quiero perder... Que la distancia se devore nuestra miel, y perdamos la fe. No te quiero tener y cuando menos piense perderte otra vez. Me duele hasta la piel”, interpreta. Luego de cada canción, Erandi bebé un poco de agua y agradece a los que se aproximan a dejarle unas monedas. Recibe aplausos y comentarios positivos. México canceló los eventos masivos hace semanas, y la guitarra de la joven es lo más cercano a un concierto que hay hoy. Lo único que la interrumpe es el mensaje de una patrulla que se aproxima a sus espaldas: “Estamos en alerta sanitaria, por lo que se invita a la ciudadanía a mantenerse dentro de sus domicilios para evitar contagios. ¡Quédate en casa! Cuídate y cuídalos”.

Erandi dice que sí es necesario cuidarse frente a la COVID-19, pero también está segura que es imposible permanecer 24/7 en casa. Piensa que la economía de todos sufrirá un serio golpe, y prefiere tratar de juntar todo lo que se pueda antes de que la noche se vuelva más oscura. Afuera se expone a agresiones y hasta robos. Un día antes antes de nuestra plática, el sábado 2 de mayo, un hombre en situación vulnerable le robó el dinero que había juntado durante dos horas bajo el sol. Pasó corriendo, tomó su canasta y se desvaneció entre las calles. Ella no pudo perseguirlo porque eso habría significado abandonar su material de trabajo. Dice que sintió impotencia, pues los policías no hicieron nada para ayudarla. Pero tiene que seguir. No tuvo tiempo para lamentarse.

“Yo trabajo ahorita como solista porque no sale bastante dinero en las calles. Pero yo trabajo con un grupo completo. Nos contratan en eventos, fiestas. Por esta situación se me cerraron bastantes contrataciones que yo tenía. A mí me había contactado la Secretaría de Cultura para tocar en una Feria del Libro en la Ciudad de México, también iba a estar en Querétaro. Ya no se pudo”, relata.

“México no es uno de los mejores países para ser artista. La verdad es que muchos artistas, cantantes, pintores, de todo y no es tan remunerado como debería de serlo. Es bastante difícil estudiar artes en México, desde entrar en una escuela. Está difícil ingresar…Y al final del día uno termina ganando muy poco. Se hace por amor al arte. Hay muchísima competencia. Somos muchísimos los músicos que hay aquí. Es bastante complicado conseguir un trabajo. Tienes que ser lo mejor de lo mejor para llegar a la meta. Estoy esperando terminar mi carrera para llegar a algo muchísimo mejor”, agrega. Erandi estudia en la Escuela Superior de Música.

La joven asegura que toca todos los géneros. “No me cierro, la música debe ser así, pues no sabes que público te vas a encontrar, más en las calles. Puedes encontrar maestros de la UNAM que son fanáticos de la música clásica y te hacen críticas fuertes. Todas las críticas te hacen crecer”, dice. El pop, sin embargo, es el género que prevalece durante su concierto en la avenida Juárez.

Erandi dice que no teme a la enfermedad que ha dejado, hasta hoy, más de 3 millones de contagios en el planeta. Insiste en que sí hay que cuidarse, pero a veces es imposible. Ella, por ejemplo, recibe monedas de extraños a cada rato, y así las toma para traducirlas en comida. Es lo que hay, no le queda de otra. Al menos no por ahora. Al menos no hoy.

Carlos Vargas Sepúlveda
Periodista hecho en Polakas. Autor del libro Rostros en la oscuridad: El caso Ayotzinapa. Hace crónica del México violento de hoy. Ya concluyó siete maratones.
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