Desde diciembre, China ha adoptado medidas de buena voluntad, como la bajada de aranceles a los vehículos importados de EU, la reanudación de la compra de soja o la presentación de un proyecto de ley para prohibir la transferencia forzada de tecnología; sin embargo, como condición para no recrudecer sus aranceles, Washington quería también que Pekín se comprometiera a cambios estructurales en su economía.
Washington, 5 de mayo (EFE).- El Presidente Donald Trump anunció este domingo que Estados Unidos aumentará el próximo viernes del 10 por ciento al 25 por ciento los aranceles sobre China en bienes de importación debido a que las negociaciones que ambas potencias mantienen desde hace meses en materia de comercio exterior “continúan, pero demasiado lento”.
“Durante 10 meses China ha estado pagando aranceles a EU del 25 por ciento sobre 50 mil millones de dólares en bienes tecnológicos, y del 10 por ciento hasta los 200 mil millones de dólares en otros bienes (…). Los del 10 por ciento subirán al 25 por ciento el viernes”, señaló Trump en su cuenta personal de Twitter.
En un segundo tuit, el mandatario achacó esta decisión a que “el acuerdo comercial con China continúa, pero demasiado lento, al tiempo que ellos intentan renegociar. ¡No!”.
https://twitter.com/realDonaldTrump/status/1125069836088950784
Según Trump, en la actualidad entran en suelo estadounidense productos procedentes de China “sin gravar” por valor de 325 mil millones de dólares, a lo que pretende poner fin con este nuevo arancel del 25 por ciento.
Trump advirtió a finales del año pasado de que, si no alcanzaba un acuerdo con China antes del 1 de marzo, elevaría del 10 por ciento actual al 25 por ciento los aranceles que aplica a las importaciones chinas por valor de 200 mil millones de dólares.
Sin embargo, finalmente optó por prorrogar este plazo para dar margen a las negociaciones que mantienen ambos países.
Desde diciembre, Pekín ha adoptado medidas de buena voluntad, como la bajada de aranceles a los vehículos importados de EU, la reanudación de la compra de soja o la presentación de un proyecto de ley para prohibir la transferencia forzada de tecnología.
Pero, como condición para no recrudecer sus aranceles a China, que afectan desde textiles y alimentos hasta a combustibles, Washington quería también que Pekín se comprometiera a cambios estructurales en su economía para, entre otras cosas, proteger la propiedad intelectual de las empresas estadounidenses.