Antes de ponerte los tenis debes realizarte un reconocimiento médico, pues tu corazón podría estar dañado, fibrosado, inflamado o con cicatrices, aunque hayas sido asintomático.
MADRID, 5 de abril (EUROPA PRESS).– Alfonso Galán, médico experto en medicina antienvejecimiento en la Clínica Neolife, ha recomendado no realizar ejercicio físico de alta intensidad si se ha pasado la COVID-19, así como no retomar la actividad deportiva al nivel anterior a la enfermedad hasta que no se haya realizado una evaluación cardiaca previa.
Estudio a estudio y gracias a las respuestas obtenidas en los chequeos de personas afectadas e incluso de los datos de autopsia de los fallecidos a consecuencia del virus, se sabe que esta enfermedad supone un peligro para la salud cardiaca. De hecho, este experto advierte de que el músculo cardíaco puede estar dañado, fibrosado, inflamado o con cicatrices tras el paso de la enfermedad.
“No se trata de sembrar la alarma. El objetivo es prevenir y “evitar cuadros potencialmente muy graves e incluso de riesgo vital si tenemos una afectación cardíaca de la que no teníamos conocimiento”, matiza el doctor Alfonso Galán.
Esta advertencia nace de las conclusiones de diferentes estudios publicados por la comunidad científica internacional. El más relevante es el realizado en Alemania entre 100 pacientes, 53 hombres y 47 mujeres, que habían pasado la enfermedad por COVID-19. A estas personas, con una media de edad de 49 años, se les realizó una resonancia magnética cardiaca y una medición del daño miocárdico (troponina) a los 71 días de haber pasado la enfermedad.
El estudio concluye que la salud cardiaca del 78 por ciento de los examinados estaba comprometida por los efectos del coronavirus. El 60 por ciento de los mismos presentaba inflamación miocárdica. Ambos datos, según el doctor Galán, “independientemente de las condiciones preexistentes, la gravedad y curso general de la enfermedad aguda y tiempo desde el diagnóstico original”.
El experto que, aunque basándose en otros estudios se pudiese reducir las cifras hasta el 50 por ciento, “son porcentajes enormes”. “Es muy probable que pasar la infección por COVID-19, aunque no llegamos a ponernos tan enfermos que precisásemos acudir al hospital, haya dejado un daño en muestro corazón, en nuestro músculo cardíaco, que puede estar dañado, fibrosado, inflamado o con cicatrices. Esa es la realidad que dibujan los estudios y no debemos esconderla”, ha alertado.
LO QUE TIENES QUE SABER ANTES DE VOLVER A CALZARTE LAS DEPORTIVAS
Así, para evitarlo, la revista científica British Journal Sports of Medicine ha publicado una serie recomendaciones para la práctica segura del deporte tras pasar la COVID-19. En primer lugar, antes de calzarse las deportivas de nuevo, todos aquellos afectados por la COVID-19, ya hayan sido asintomáticos o hayan pasado afectación severa, deben realizarse un reconocimiento médico para la aptitud deportiva.
Igualmente, recomiendan estudiar e incluir en la historia clínica del paciente síntomas como dolor, opresión torácica, palpitaciones, intolerancia al ejercicio y frecuencia cardiaca exagerada, esta última, sobre todo, en el periodo de recuperación posterior al esfuerzo. De la misma forma, será necesario realizar a los deportistas exploración cardiovascular con auscultación, toma de tensión y electrocardiograma en reposo.
En caso de que hallen signos de afectación cardiaca, ven preciso realizar una ecocardiografía y un electrocardiograma de esfuerzo y consultar con el cardiólogo. En el caso de deportistas con antecedentes de enfermedad moderada-grave por COVID-19 y que han precisado ser hospitalizados, se precisará una evaluación integral de un cardiólogo del deporte.
Si hay sospecha de lesión miocárdica, será necesario realizar una Resonancia Magnética Cardiaca. Cuando sea detectada afectación miocárdica, el regreso al deporte deberá ser gradual, bajo supervisión médica y al menos seis meses tras la superación de la enfermedad.
La conclusión para quienes practican deporte con regularidad es evitar un regreso abrupto a la actividad de alta intensidad. Comenzar con rutinas y planes de menor a mayor carga, siempre bajo supervisión médica, desde el reconocimiento básico hasta la evaluación clínica integral con pruebas avanzadas, según intensidad y riesgo de síntomas y lesiones.