Mío II

05/04/2015 - 12:00 am

Que llegue la noche y llegue de vuelta tu-mi cuerpo a la casa que es mitad verde y mitad techo, donde hay espacio para corretearse y tomar el sol, donde hay tiempo para abrazarse bajo las demasiadas mantas y para dejarse correr el agua tibia mientras se canta una, diez veces la misma canción que no es nuestra pero ya es nuestra, que cambia para hacernos reír y que no puede bailarse a la luz de las velas, sólo ante el espejo, sólo entre carcajadas y caricias que no llevan a más que a ellas mismas porque el romance es dejado para luego, para la noche.

Que llegue la noche y yo pueda alimentarte, que me siento cocinera desde que llegaste y luego el horno chorrea chispas de chocolate y panes humeantes de frutas frescas que hay que repartir y compartir porque felicidades de estas se secan si las encerramos, y el gas las toxifica si no comemos con los amigos y los hermanos y las familias que celebran en silencio y en duda que se desduda con cada sonrisa y cada suspiro y cada historia que se queda flotando porque contiene palabras secretas, tuyas y mías, que son más mágicas si se guardan para ti y para mí y para nuestras noches.

Que lleguen tu voz y tus manos grandes, que la primera elija la historia más larga y se le quite le codicia, que las segundas me sostengan el mundo un rato y ese mundo en ellas se convierta en calidez que se desborda y me arropa y me acaricia, que esos dedos me almohaden la frente y me acompañen en el sueño, me midan con firmeza y me suelten con cuidado, me encuentren y vuelvan a buscarme y se entrelacen con mi cintura y mis pantorrillas y mis omóplatos besadores de labios en el escándalo que se vuelve, por tanto, silencio del más cómodo estilo.

Que llegue la noche todas las noches, para que sin darte cuenta me alentes el mundo y recuerde respirar, para que lo exterior se encoja a nuestro alrededor y nos envuelva en lo más esencial como una frazada, como una telaraña limpia de víctimas, flexible de alcances, transparente de paredes, que permita saltar y crecer y danzar con una copa de vino blanco.

Que llegues tú y pueda meterme en tu corazón de burbuja y volar en dirección al mundo que, día con día y noche con noche, se arma con tus colores y mis palabras allá, no tan lejos, acá, en las palmas de tus manos, en las yemas de mis dedos, en los pasos de nuestros pies mientras caminamos y paramos para mirarnos a los ojos y pestañear y echarnos a dormir abrazados hasta que llegue, esta vez, el día.

Lorena Amkie
Nació en la Ciudad de México en 1981. Su idilio con las palabras empezó muy temprano y la llevó a pasearse por la poesía, el ensayo y el cuento, para encontrar su hogar en la novela. Graduada de Comunicación por la Universidad Iberoamericana, ha publicado la trilogía gótica para jóvenes Gothic Doll (Grupo Planeta) y la novela El Club de los Perdedores. Imparte talleres de escritura creativa y colabora con distintos medios impresos y digitales. Su cercanía y profundo respeto hacia su público, así como su estilo franco y nada condescendiente, le han valido la atención de miles de jóvenes en México y Latinoamérica, situándola como una de las autoras de literatura juvenil más interesantes en el mundo de habla hispana actualmente.
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