Arnoldo Cuellar
05/03/2020 - 12:05 am
Las distintas velocidades de Guanajuato
Lamentablemente, comprar espejos y cuentas de vidrio es una costumbre fuertemente arraigada en estas tierras.
Uno es el estado que están viendo desde los altos podios donde les gusta plantarse, personajes como Diego Sinhue Rodríguez y Carlos Zamarripa. Según sus informes, sus mensajes publicitarios, sus equipos de prensa, Guanajuato es un lugar de ensueño apenas opacado por dos o tres incidentes menores que no les merecen mucha atención.
Aquí la criminalidad disminuye, aseguran, salvo por ese pequeño inconveniente de los homocidios dolosos, forma técnica de llamar a las masacres inmisericordes, las ejecuciones cotidianas y las muertes colaterales de víctimas inocentes. Eso no los despeina ni les quita el sueño.
Aquí ni siquiera había fosas, por lo menos no en el discurso ni las estadísticas oficiales, hasta que a un grupo de familias le dio por manifestarse, dar ruedas de prensa, aglutinarse en torno a los activistas y generar un movimiento que creció como la espuma porque, en efecto, en Guanajuato hay desaparecidos cuyos casos ni siquiera están registrados por las fiscalías de la entidad.
En el Guanajuato de Sinhue podemos ser como Singapur, Alemania o Islandia si contratamos a unos consultores caros que nos vengan a decir cómo le hicieron allá para ser como son. Lástima de la estorbosa realidad de tantos cinturones de miseria, rancherías marginadas y bandas criminales que pululan por todo el estado, regando cadáveres.
La publicidad con motivo del segundo informe de Gobierno ha escarbado en toda clase de minucias para poder llenar espectaculares, videos en redes sociales, páginas de impresos y cineminutos con la imagen de un Gobernador que no acaba de darle un sello propio a su mandato y que sigue montando en los vicios y virtudes de sus antecesores.
¿Crecimiento industrial? Fueron Juan Manuel Oliva y Miguel Márquez quienes sostuvieron esa política mediante la costosa adquisición de terrenos privados para ser obsequiados a empresas multinacionales que vinieron a incrementar la oferta de empleo precario y elevar un Producto Interno Bruto que luce en las estadísticas pero no se refleja en la realidad ya que la mayor parte de esos flujos se dirigen a las matrices de las empresas que solo dejan aquí una aporte insignficante de sus utilidades.
Sinhue está atado a continuar esa política, pero ya no tiene los mismos recursos para comprar terrenos, además la especulación de predios con vocación industrial es imparable y la industria automotriz esta en un intenso proceso de reinvención por la robotización y el internet de las cosas.
En eso podría tener sentido el discurso del Gobernador con su idea prestada de la “mentefactura”, sin embargo para ello habría que trabajar exhaustivamente en el cambio de modelo educativo en los niveles medio y superior, algo que no se ve haciendo al ya agotado Secretario de Innovación, Eusebio Vega Pérez, quien a duras penas traerá unos cursos de Microsoft al desvencijado parque Bicentenario, para hacerlos pasar por una “universidad”.
Cambiar el modelo de desarrollo que se ha arraigado en los últimos 20 años y que está a punto de periclitar por crisis globales y complicaciones en el modelo de libre tránsito de mercancías requeriría talento y voluntad política en serio, algo que el equipo de Sinhue no ha logrado mostrar, atrapado entre la inexperiencia de los políticos de su generación y el agotamiento de los que le heredaron los Márquez y Olivas.
Y a diferencia del Gobierno, en una velocidad muy distinta, los jóvenes que se forman en las universidades públicas y privadas parecen estar despertando no solo para incorporarse pasivamente al mercado de trabajo, sino también para exigir sus derechos de plena ciudadanía frente a un modelo político que se volvió excluyente y cerrado y que sólo se regodea en reciclar burócratas de un cargo a otro sin importar la experiencia.
A otra velocidad también están marchando núcleos importantes de mujeres jóvenes que harán entrar en crisis al machismo patrimonialista de los partidos políticos y sobresalientemente del PAN.
El techo de cristal que ha impedido contar con gabinetes paritarios y que solo instauró ese modelo en el Congreso y las alcaldías por obligación de ley, también está a punto de entrar en crisis, igual que pasará con el ascendiente de la iglesia católica sobre la población de Guanajuato, quizá el mayor suelo nutricio sobre el que creció la hegemonía panista y su mayor fuente de misoginia.
Los cambios están en marcha. Políticos más hábiles, más cultos, podrían tratar de ponerse al día para que los acontecimientos no los rebasen. Sin embargo, esa reserva intelectual no la encontrarán ni en Singapur ni en Hannover, lugares desde los cuales solo les venderán franquicias y soluciones enlatadas de difícil aplicación en nuestra realidad.
Lamentablemente, comprar espejos y cuentas de vidrio es una costumbre fuertemente arraigada en estas tierras.
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