AL se mancha de sangre por un Estado ausente y que cede su sitio al narco: hijo de Pablo Escobar

05/03/2015 - 12:01 am
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El hijo del nacotraficante colombiano Pablo Escobar Gaviria aseguró que la corrupción en América Latina se ha arraigado porque el Estado desatiende las causas sociales. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

Ciudad de México, 5 de marzo (SinEmbargo).– Juan Pablo Escobar, hijo del narcotraficante colombiano Pablo Emilio Escobar Gaviria, aseguró que en muchos países de América Latina impera la corrupción y la violencia porque las autoridades –que incluso mantienen una postura de prohibición– se desentienden de problemáticas sociales, lo que da apertura a que el narcotráfico penetre en la sociedad para, presuntamente, resolver sus problemas y carencias.

“El Estado se quiere desentender con medidas de prohibición, pero esto es un problema de todos; el problema ahí está y si el Estado no lo administra, los capos lo van a hacer, lo están haciendo desde hace 40 años y eso es lo que nos tiene llenos de sangre en toda Latinoamérica, llenos de poder incontrolable y de corrupción”, expresó Escobar.

El hijo del capo colombiano, cuyo nombre legal es Sebastián Marroquín, es un empresario del ramo textil que vive en Argentina. El hijo del fallecido capo, que es uno de los más conocidos en el mundo, aseguró que el narcotráfico está a dispuesto a sustituir al gobierno cuando éste no atienda su deber.

“Cada vez que el Estado se ausenta hay alguien dispuesto a ocupar su lugar”, dijo Marroquín y agregó que su padre dominó el lugar que el gobierno de Colombia debió administrar.

Sebastian Marroquín se reunió con la Comisión de Seguridad del Senado de la República. Ahí, afirmó, sería respetuoso y no opinaría mucho sobre la situación en tierra mexicana y la lucha que desde 2006 enfrenta en contra de los grandes cárteles de la droga, y que ha dejado cientos de muertos y desaparecidos. Sin embargo, afirmó, México está a tiempo de no repetir la misma situación de Colombia, donde una estrategia armada llevó a ese país a más violencia y no a la paz.

“[Pablo Escobar] Decía que su fortuna era de él, que sus amigos ya eran ricos y que utilizaba su propio dinero para resolver la construcción de escuelas, universidades. Tenía una idea loca de poner al narcotráfico al servicio de Colombia y decía: ‘le voy a devolver al pueblo la dignidad que el Estado no le quiso dar’”, expresó.

NO ES TIEMPO DE EXCUSAS

Sebastián Marroquín con el Senador panista Roberto Gil Zuarth durante la reunión con la Comisión de Justicia. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Sebastián Marroquín con el Senador panista Roberto Gil Zuarth, durante la reunión con la Comisión de Justicia. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

El empresario, quien también presentó su libro Pablo Escobar: Mi Padre, contó que el ex líder del Cártel de Medellín sigue siendo muy querido en Colombia porque ayudó a gente pobre. “Muchos taxistas portan en su automóvil un sticker [calcomanía] de mi papá” y explicó que el afecto se debe a que su padre hizo lo que el gobierno no pudo.

“El Estado debe atender las problemáticas y dejarse de excusas para que esas personas [las desfavorecidas] dejen de ver al narcotráfico como la última salida”, acusó.

Juan Pablo comentó que se siente preocupado cuando observa en redes sociales que jóvenes quieren ser como su padre. Por ello, dijo, ha dado a conocer su testimonio, “para que historias como la de mi padre o la mía no se repitan”.

“Hay comentarios en las redes de muchos adolescentes que me preocupan, dicen cosas como: ‘yo adoro a tú papá, yo quiero ser como él’. Eso es algo que yo digo: yo también lo adoro, pero yo no quiero ser como él. Yo no perdí el amor por mi padre, pero eso no me impidió ver la realidad y la violencia que implicaba el negocio del narcotráfico, de las drogas, de la violencia en general”, dijo ante los legisladores.

Llamó a quienes admiran al mítico capo colombiano a entender que el narcotráfico es un negocio cortoplacista que si bien pueden dejar beneficios económicos, arrebata la tranquilidad de las familias y de pueblos enteros.

Pablo Escobar Gaviria se disparó el 2 de diciembre de 1993 cuando se vio herido y acorralado en los tejados de una vivienda de Medellín, Colombia, donde creó un gigantesco cartel de la droga, amasó una gran fortuna que manejaba en efectivo –sin cheques ni rastros financieros– y dirigió su red criminal que “desestabilizó” al gobierno colombiano.

Pablo Escobar: Mi Padre, publicado por Editorial Planeta, es un documento histórico fruto de “una gran investigación familiar y judicial”, aseveró a la agencia EFE el autor.

Juan Pablo, quien no busca justificar a su padre sino “entender lo que motivó una violencia que terminó destruyendo un país”, vive actualmente en Argentina junto a su esposa, su hijo de dos años, su madre y su hermana.

Este hombre, ahora con 37 años, apenas tenía siete años cuando –confesó– terminó su infancia feliz. Era el año 1984 y su progenitor ordenaba el asesinato del entonces ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla. Ahí comenzó la persecución y el temor.

“Este libro no tiene ánimo de revanchismo, lo importante es relatar la historia, entenderla en toda su dimensión, comprender que yo tuve la capacidad de desprenderme de los afectos como hijo para poder describir a mi padre tal cual era”, dijo. Y es verdad: en el texto lo califica de “narcotraficante, terrorista y asesino”.

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