El domingo del Súper Bowl es una tradición familiar de deporte, comida chatarra y música pop, pero sobre todo es el evento más visto cada año en la televisión norteamericana. Este fenómeno mediático le debe mucho a los actos de medio tiempo, que a principios de los 90 se convirtieron en una herramienta inofensiva para atraer audiencias altamente masivas, ¿qué podemos esperar para el medio tiempo de este año?
Por Raquel Miserachi, Vice Sports
Ciudad de México, 5 de febrero (SinEmbargo/ViceMedia).– El show de medio tiempo no siempre fue un evento musical tan espectacular como para provocar que los espacios publicitarios de 30 segundos costaran casi 5 millones de dólares. Desde la primera edición del Súper Bowl en 1967 hasta la vigésimo cuarta en 1990 sólo eran intervenciones folclóricas orquestadas por bandas de marcha universitarias y equipos de tablas gimnásticas.
Fue hasta 1991 que la NFL tomó la decisión de convertir el medio tiempo en un escaparate de ventas millonarias. Con la participación de los New Kids on the Block, una de las boy bands más aclamadas del momento, y un espectáculo producido por The Walt Disney Company. El modelo de negocio del Super Bowl cambió para siempre, utilizando artistas pop para ampliar el interés de audiencias potenciales a un nivel exponencial.
Según reportó CNN después del juego de los Broncos de Denver contra los Panthers de Carolina en 2016, las últimas tres ediciones del Súper Bowl han alcanzado los ratings más altos en la historia de la televisión. El más alto hasta ahora es un aproximado entre 118 y 120 millones de espectadores durante el show de medio tiempo de Katy Perry en 2015 para el juego de los Patriots de Nueva Inglaterra en contra de los Seahawks de Seattle.
El pop y las grandes audiencias han alimentado el derrame económico del Súper Bowl en una gran medida, pero en 2004 sucedió un incidente que puso en riesgo esta relación en la que todos ganan. Durante su show de medio tiempo, Justin Timberlake expuso uno de los pechos de Janet Jackson como parte de la coreografía y esto provocó, entre otras cosas, que la elección de los grupos que se presentarían en los años posteriores se mantuviera entre legendarios grupos de rock de los 60, 70 y 80 por un largo periodo para no perder espectadores potenciales. Finalmente en 2011 el escenario regresó a las manos de los artistas pop a manos de los Black Eyed Peas con Usher y Slash de Guns n’ Roses como invitados.
LADY GAGA Y EL SUPER BOWL
En agosto del año pasado, la cantante británica Adele reveló públicamente durante uno de sus shows en Los Ángeles que la NFL la había buscado para ofrecerle el escenario del Super Bowl LI. “Me pidieron que me presentara en el medio tiempo del Súper Bowl, fueron muy amables en haberlo hecho pero dije que no” dijo honestamente con la intención de evitar rumores y malos entendidos. El gesto de Adele provocó mucha especulación sobre el acto de medio tiempo hasta que un mes más tarde se confirmó la participación de Lady Gaga como única intérprete en el espectáculo.
Este formato no es común en la historia reciente del Súper Bowl, que usualmente integra a tres o más grandes artistas pop en un sólo show. Solamente Gloria Estefan, Michael Jackson, Diana Ross, U2, Paul McCartney, los Rolling Stones, Prince, Tom Petty, Bruce Springsteen y The Who han tenido la oportunidad de acaparar el escenario más grande del mundo sólo para ellos. Hasta la misma Beyoncé, quien se ha presentado en el Súper Bowl en dos ocasiones, lo hizo acompañada de Destiny’s Child en 2013, y de Bruno Mars y Coldplay en 2016.
Esta oportunidad significa millones de dólares para el bolsillo de la cantante de “Perfect Illusion”, pues aunque no existe una remuneración monetaria por su presentación, hay una relación directamente proporcional entre los ratings del medio tiempo y las ventas de discos y descargas digitales generadas después del evento. Bruno Mars subió las ventas de su segundo disco, Unorthodox Jukebox, un 92 por ciento y vendió 81 mil copias en sólo los siete días posteriores al show según informó Billboard. Su primer disco Doo-Wops & Hooligans subió el 58 por ciento y vendió 26 mil copias.
LA TENSIÓN POLÍTICA Y GAGA DEMÓCRATA
Gaga nunca ha sido reservada en cuanto a su postura política. Uno de los elementos que jugaron a su favor con el lanzamiento de su segundo álbum, The Fame Monster de 2009, fue la complicidad con la comunidad LGBTI. Ese mismo año fue una de las oradoras en la Marcha Nacional por la Equidad en Washington, D.C., y confesó que ese era “el acontecimiento más importante” de su carrera. Abiertamente bisexual, Lady Gaga se declaró militante defensora de la igualdad de derechos y la equidad de género.
En la recta final de la campaña de Hillary Clinton, Lady Gaga contribuyó activa y públicamente con la candidata demócrata. Promovió exhaustivamente el hashtag #ImWithHer en redes sociales, dio un discurso pro-feminista y cantó junto a Bon Jovi y Bruce Springsteen en el cierre de campaña de Clinton en Raleigh, Carolina del Norte y salió a manifestarse en contra de la victoria de Donald Trump.
Hace unos días el mismo Barack Obama mencionó la cooperación de la cantante al recordar el trabajo del ex vicepresidente Joe Biden en cuanto al tema de abuso en diferentes campus universitarios.
Tras la victoria de Donald Trump y la vehemencia con la que Gaga reiteró su tendencia demócrata en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, empezó a correr el rumor de que la NFL le había prohibido definitivamente tocar temas políticos durante su presentación. La teoría era probable, pues la relación entre Gaga y la NFL es algo patriótica. No olvidemos que el año pasado la invitaron a cantar el himno nacional de Estados Unidos en el Súper Bowl L.
Pronto se confirmó que la información que corría era incorrecta. “Es un rumor sin sentido y sin fuentes de gente que intenta generar controversia en donde no la hay,” declaró un vocero de la NFL en una exclusiva para TMZ Sports. “El Súper Bowl es un momento de unión. Lady Gaga está enfocada en montar un espectáculo increíble para los fans y nos encanta trabajar con ella,” continuó.
A pesar de la tensión política que se vive ahora en Estados Unidos, el Súper Bowl es un momento familiar en donde la rivalidad está en el campo de juego. Es poco probable que Gaga se atreva a desvirtuar la solemnidad del evento con gestos moderadamente liberales a favor de la libertad y en contra de su presidente actual. Lo que sí podemos esperar es un buen show con grandes coreografías, vestuarios espectaculares y música de Joanne, la última producción de Lady Gaga cuyo lanzamiento fue en octubre del año pasado, intercalada con los mega hits que han marcado la carrera de la cantante a través de los años.