Desde su emisión, las búsquedas referidas al ajedrez se han duplicado en Google, en “Ebay” se ha aumentado la venta de tableros y la plataforma de ajedrez online “Chess.com” ha visto incrementadas por cinco sus suscripciones.
Por María Muñoz
Madrid, 05 de diciembre (EFE).- Es la miniserie más vista de la historia de Netflix, ha incrementado la compra de tableros de ajedrez y despertado una fascinación global por este juego. The Queen’s Gambit (Gambito de dama) es la serie del momento, además de un fenómeno de masas que acerca el mundo del ajedrez a la pantalla a través de Beth Harmon, una joven huérfana que se erige como campeona mundial, desafiando, además de a sus oponentes, a los códigos de la época.
Hasta hace algo más de un mes, el “gambito de dama” era únicamente una de las aperturas de juego más antiguas del ajedrez. Ahora, y desde el estreno de esta ficción hace cuatro semanas, el imaginario colectivo piensa, al escuchar estas palabras, en la miniserie de siete capítulos de Netflix que narra la fascinante historia de Beth Harmon, inspirada en la novela de Walter Trevis The Queen’s Gambit (1983).
Desde su emisión, las búsquedas referidas al ajedrez se han duplicado en Google, en “Ebay” se ha aumentado la venta de tableros y la plataforma de ajedrez online “Chess.com” ha visto incrementadas por cinco sus suscripciones. Además, y según ha informado Netflix, es la miniserie más vista de su historia, ocupa el número uno en 63 países.
La ficción dirigida y producida por Scott Frank se ha convertido en un fenómeno, posicionando el ajedrez como uno de los temas de moda del momento, y desempolvando nombres como el de Bobby Fischer, maestro de ajedrez en los años setenta cuya historia recuerda, en algunos matices, a la de la protagonista de la serie.
The Queen’s Gambit narra la historia de Beth Harmon (Anya Taylor-Joy), una niña huérfana que comienza a jugar al ajedrez en el sótano de su orfanato con el señor Shaibel (Bill Camp), el conserje de la institución. Shaibel acaba siendo su tutor, además de descubrir su prodigioso talento, y Harmon crecerá desde entonces como una eminencia en el universo del ajedrez hasta coronarse como campeona del mundo.
La ajedrecista compite así en un ambiente eminentemente masculino y con jugadores que la doblan en edad, pero que no la intimidan, uno de los aspectos que más ha llamado la atención de la audiencia, que busca y debate en redes posibles teorías sobre la creación de este personaje de ficción.
Un personaje que, según Walter Trevis no se inspira en una única persona, sino en varios jugadores como Robert Fischer, Boris Spassky y Antoly Karpov, aunque según confesaba a The New York Times al publicar el libro, se inspiraba sobre todo en sí mismo, al contar con una dilatada experiencia jugando al ajedrez profesional y también con el abuso de sustancias.
“Nací en San Francisco y cuando era pequeño me diagnosticaron una enfermedad reumática del corazón para la que me dieron unas drogas muy fuertes. De ahí tomé la drogodependencia de Beth, escribir sobre ella ha sido una especie de purgatorio”, declaró Trevis.
Un punto común a Harmon, que desde su estancia en el orfanato crea una dependencia por los tranquilizantes, suministrados a los huérfanos como “vitaminas” y bajo cuyos efectos, la protagonista visualiza en el techo los movimientos idóneos para sus partidas, sin dejar margen a fallar o a quedar “en tablas” con su contrincante, ya que, tal y como la definen en la serie, “si algo le gusta a Beth Harmon, es ganar”.
“Es todo un mundo en solo 64 cuadrados. Me siento segura en él. Puedo controlarlo, puedo dominarlo y es predecible. Así que, si me hago daño, solo me tengo a mi misma para culparme”, explica en uno de los capítulos Beth Harmon sobre el ajedrez, que no solo es el hilo conductor de la serie sino el eje vertebrador de la vida de la propia protagonista, que pasa de jugar al ajedrez en un sótano a ganar a los maestros consagrados de este juego.
Es precisamente la seguridad de anticiparse a los movimientos de su adversario, lo que la reconforta, según explicó a Efe en una entrevista Anya Taylor-Joy (Miami, 1996), la actriz que da vida a la jugadora: “En gran parte, la seducción del ajedrez es que, si aprendes sus reglas, puedes entender cómo va a reaccionar alguien y tener movimientos para ello. Ella responde bien a tener reglas, a saber qué hacer, y encuentra seguridad en eso”, explica la intérprete sobre su personaje.
Harmon madura deprisa, vive un ascenso rápido e insólito debido a su edad en relación con la de sus adversarios, además de ser la única mujer en competir, aspectos irrelevantes para el personaje, que al convertirse en famosa “no entiende por qué la gente habla de su género en lugar de sus habilidades como jugadora”.
Unas habilidades que la actriz tuvo que aprender a interpretar en pantalla, sirviéndose para ello de “maestros increíbles” del ajedrez como Bruce Pandolfini, para dar forma al personaje de Beth Harmon, que desde su primera entrada en escena engancha al espectador a través de un particular mundo interior con forma de tablero de ajedrez.