La obra del NAIM fue financiada mediante bonos: es decir, inversionistas particulares o empresas invirtieron dinero a cambio de promesas de pago por futuras ganancias cuando la obra operara. Unos 6 mil millones de dólares del financiamiento se obtuvieron a través de bonos internacionales, que son hoy dolor de cabeza del nuevo Gobierno y la razón por la que no se puede detener la obra.
Además de las complicaciones financieras que esta negociación representará para las finanzas públicas, también implicará desconfianza y pérdida de credibilidad para el Gobierno de AMLO l, refirieron expertos, por lo que Hacienda tendrá que ejecutar una hábil negociación con los inversionistas extranjeros para evitar más pérdidas.
Por Laura Quintero
Ciudad de México, 4 de noviembre (EconomíaHoy/SinEmbargo).- En el segundo día del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, su equipo de Comunicaciones y Transportes anunció que las obras del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) en Texcoco continuarían, pese a que el nuevo Presidente decidió cancelarlas hace poco más de un mes, tras realizar una consulta ciudadana. Detenerlas, aseguran, metería en serios aprietos legales y económicos a la recién estrenada administración. No se sabe hasta cuándo continuarán las obras, pero lo que es un hecho es que ahora enfrentarán una dura negociación con los tenedores de bonos internacionales.
“Si quieres que te preste lo voy a hacer a una tasa de interés más alto, el daño por la cancelación del NAIM es de credibilidad. ¿Quién te va a querer prestar dinero para obras de infraestructura? nadie, pero si te prestan te van a pedir una mayor tasa de interés”, aseguró Raymundo Tenorio.
El domingo 2 de diciembre, un día después de la toma de posesión del Presidente, el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM) informó que el Fideicomiso del Aeropuerto de la Ciudad de México (MEXCAT) realizaría una oferta pública para recomprar mil 800 millones de dólares de los bonos internacionales. ¿Qué quiere decir esto?
LOS BONOS DEL NAIM
La obra del Nuevo Aeropuerto, como muchos otros proyectos, por lo costoso de su naturaleza y tamaño, fue financiada mediante bonos. Es decir, inversionistas particulares o empresas invirtieron dinero a cambio de promesas de pago por futuras ganancias cuando la obra entrara en operaciones. Estos bonos fueron agrupados dentro de un fideicomiso, y a su vez este fideicomiso es gestionado por el GACM, que es la entidad gubernamental presidida por Javier Jiménez Espriú, secretario de Comunicaciones y Transportes que debe dar la cara ante los inversionistas que, tras la cancelación del proyecto, ya no obtendrán las prometidas ganancias.
Estos bonos, como todo instrumento financiero, se rigen por la ley de la oferta y la demanda, por lo que, cuando había promesa de ganancias, tenían un alto valor. Luego, cuando se supo que el Aeropuerto se cancelaría, su valor se desplomó más de un 25 por ciento en el último año.
Pero, tras la noticia del lunes pasado, de que el nuevo Gobierno tiene interés en comprar una cantidad significativa a los inversionistas, los bonos se revalorizaron y de acuerdo con información de Bloomberg, para el 2026 subieron 7.69 por ciento alcanzando un valor de 88.67 dólares, mientras que para 2047 avanzó 13.13 por ciento a los 85.19 dólares.
En total, el financiamiento que se obtuvo para el NAIM consiste de bonos emitidos a través de fideicomisos por 75 mil millones de pesos, entre ellos, la Fibra E (un fideicomiso especializado en energía e infraestructura), en el que participaron sociedades de inversión, bancos y las Afores Banamex, Inbursa, Profuturo y Banorte; y por último, los 6 mil millones de dólares en bonos internacionales, que son el objeto de preocupación del nuevo Gobierno y la razón por la que no se puede detener la obra.
LOS BONOS INTERNACIONALES
En entrevista para Economíahoy.mx, Raymundo Tenorio Aguilar, analista económico del Tecnológico de Monterrey destacó que los bonos que se firmaron con inversionistas del exterior por 6 mil millones de dólares están firmados con un clausulado de acuerdo a las leyes del mercado estadounidense, este acuerdo dice que si el emisor de bonos (GACM) llegara a cancelar el proyecto, no sólo tendría que pagar el 100 por ciento del dinero que se le prestó a través de esos bonos, además tendría que pagar una pena convencional del 50 por ciento más.
“No puede dejar de construir el aeropuerto porque si lo hace tendría que pagar la totalidad de los bonos, más una pena convencional”, advirtió.
Por otro parte Rafael Antonio Camacho, Analista de Aeropuertos y Aerolíneas del Grupo Financiero Ve Por Más, dijo que los bonos internacionales tienen unas cláusulas muy importantes, por lo que si el proyecto del Nuevo Aeropuerto se cancela, las cláusulas de incumplimiento se activan y los tenedores de bonos pueden exigir el pago de esas cláusulas, pero el problema es que el Gobierno no tiene la liquidez para hacerlo porque el pago está garantizado con la Tarifa Única Aeroportuaria (TUA), la estrategia es salir al mercado recomprar los bonos y una vez teniendo la tenencia de todos los bonos y ahora sí cancelar la obra.
“Es muy difícil saber cuándo concluiría de comprar los bonos el nuevo Gobierno, eso se dará en función de lo que pueda negociar la Secretaría de Hacienda con los tenedores de bonos. (… ) El mercado internacional es muy exigente sobre todo en este tipo de proyectos, por lo que Hacienda va a tener un papel muy importante”, aseguró Rafael Camacho.
LA COMPRA DE BONOS
Por su parte la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) confirmó que el Fideicomiso MEXCAT comprará en efectivo parte de los bonos que se emitieron para financiar la construcción del Aeropuerto en Texcoco, además de que solicitará el consentimiento de los tenedores de los Valores para hacer ciertas modificaciones a los convenios de emisión y otros documentos relacionados.
Raymundo Tenorio indicó que cuando López Obrador decidió cancelar el aeropuerto a lo que se compromete es a firmar el decreto expropiatorio, pero sí lo hace implica pagar, enfrentar la pena convencional y las demandas, por lo que recomprar los bonos es la única opción dentro del marco legal.
PÉRDIDA DE CREDIBILIDAD Y COSTO ECONÓMICO
A pesar de que la recompra de bonos es la única forma de no afectar y aumentar las pérdidas económicas de la cancelación del Nuevo Aeropuerto, algo que no podrá resarcir es la pérdida de credibilidad, lo cual también tendrá un costo económico aseguró Tenorio Aguilar.
“Si quieres que te preste lo voy a hacer a una tasa de interés más alto, el daño por la cancelación del Nuevo Aeropuerto es de credibilidad. ¿Quién te va a querer prestar dinero en el futuro para obras de infraestructura? nadie, pero si te prestan te van a pedir una mayor tasa de interés”, aseguró.
“Habrá inversionistas a los que les convenga vender, pero con quienes no quieran vender el nuevo Gobierno tendrá que negociar algunas mejores condiciones”, destacó Rafael Camacho.
Lo que no contempló el nuevo Gobierno, explicó Camacho, era todo el tema de las demandas que podían suceder en los tribunales internacionales, ya que toda esta problemática podría sobrepasar el nivel de los órganos internos de gobierno.
Camacho comentó que una gran parte de salir de este embrollo jurídico depende de lo que negocie el equipo de Hacienda con ellos, no solo en el tema de la recompra, sino en una posible salida, como por ejemplo, conseguir que se permita usar los fondos del fideicomiso para el NAIM en otra obra, como el aeropuerto de Santa Lucía o el Tren Maya. “Puede ser una alternativa, pero va a ser una negociación dura”, sentenció el experto.
“FONDOS BUITRE”: ¿UNA AMENAZA?
Tenorio detalló que la compra de los bonos saldrá del dinero en efectivo que tienen del propio Fideicomiso, por lo que harán todo lo posible para recuperar parte de esos papeles al mejor precio para que no queden en manos de “buitres”, como sucedió en Argentina.
“Es posible que quienes tengan esos bonos en sus manos digan que de lo perdido lo hallado, pero primero van a ver cómo responden los inversionistas”, afirmó Tenorio.
Los “fondos buitre” son aquellos de capital riesgo que compran deuda de economías en problemas, cercanas a la quiebra, o activos castigados por el mercado, que después presionan y cobran la totalidad de su valor más intereses.
Por lo que, en el caso de los bonos del Nuevo Aeropuerto tras su desplome por la inminente cancelación del proyecto éstos se volvían cada vez más atractivos para los fondos de inversión de capital de riesgo.