«Desaprender no es lo contrario a aprender, sino es aprender a deshacer patrones, a voltear a ver algo nuevo y vivirlo, desaprendamos entonces a normalizar la violencia y el sufrimiento que tanto cuesta a millones de animales, quedémonos con las celebraciones y tradiciones que nos ayudan a sopesar la tristeza pero deshagámonos de lo aprendido que daña a otros, “desnormalicémos” la muerte de individuos inocentes que si en algo se parecen a nosotros es en el deseo de vivir», escribe Blanka Alfaro.
Ciudad de México, 4 de noviembre (SinEmbargo).- Celebrar a los muertos es una tradición que tenemos tan arraigada a nuestra cultura, que los «conquistadores» tuvieron que aceptarla y adaptarla a su conveniencia, y ¿cómo no? si la vivimos desde antes que ellos llegaran.
Diferentes culturas alrededor del mundo veneran la muerte desde tiempos inmemoriales, pero es bien sabido que nosotros, los mexicanos, lo hacemos más alegre y colorido, tanto así, que se convierte en toda una celebración nacional.
Conforme se acerca el mes de noviembre podemos darnos cuenta que nuestro entorno se llena de color e irónicamente los panteones se llenan de vida, esperamos todo el año con ansia el delicioso pan de muerto, las calaveras de azúcar y el olor a cempasúchil que inunda el ambiente.
¿Cómo es posible que la triste partida de un ser querido podamos convertirla en un festejo? El ser humano funciona de manera compleja en relación a su entorno, no sólo interactúa con él, sino que aprende en cada paso que da, sin embargo el aprender dentro de una estructura social conlleva indudablemente a la aceptación de patrones que han sido establecidos anteriormente y que normalizan lo que en ocasiones debería ser inaceptable o ilógico. Es así que algo tan triste como la muerte puede convertirse en celebración, aún y cuando en su esencia el evento o situación sea de una naturaleza dolorosa o inaceptable.
Hemos aprendido a aceptar que la muerte en el mes de noviembre es deliciosa, alegre y divertida, y el resto del tiempo dolorosa y triste, ¡que compleja y hermosa es nuestra mente!
Esta capacidad de normalizar que el ser humano tiene no sólo sirve para crear fiestas y celebraciones como el Día de Muertos, ojalá fuera así, pero desafortunadamente hemos normalizado comportamientos que no sólo no abonan a nuestra sociedad sino que la descomponen, ¿no debería ser acaso inaceptable la violencia y el sufrimiento?, ¿no deberíamos luchar incansablemente para evitarlos?.
Millones de animales viven en condiciones de sufrimiento inimaginables y son asesinados cada segundo de las maneras más terribles bajo argumentos tales como: “es normal”, “para eso son”, “ellos no sienten”, “algo tenemos que comer”, frases que son consecuencias del aprendizaje de patrones que aceptamos como normales, sin embargo, el animal que sufre, sufre de verdad, el animal que muere, no respira nunca más, no vuelve a sentir el sol, tocar su piel, no vuelve a sentir el viento ni la lluvia, porque la realidad es esa, la muerte es dejar de existir, es algo a lo que nadie quiere llegar, es algo que no queremos para nuestros seres amados, ¿entonces porque lo aceptamos para estos individuos tan fácilmente?
Desaprender no es lo contrario a aprender, sino es aprender a deshacer patrones, a voltear a ver algo nuevo y vivirlo, desaprendamos entonces a normalizar la violencia y el sufrimiento que tanto cuesta a millones de animales, quedémonos con las celebraciones y tradiciones que nos ayudan a sopesar la tristeza pero deshagámonos de lo aprendido que daña a otros, “desnormalicémos” la muerte de individuos inocentes que si en algo se parecen a nosotros es en el deseo de vivir.
¡Celebremos el Día de Muertos respetando la vida y honrando a los que se adelantaron en el camino!