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El filme muestra un final empoderado que, por otro lado, deja la incógnita de si habría una segunda parte con Ángel siendo capaz de causar más mal en el estado en el que se encuentra.
Madrid, 4 de octubre (EuropaPress).- Mario Casas ha vuelto a conquistar al público de Netflix. Tras triunfar con Hogar, el actor gallego continúa esta senda de éxito con el thriller con El practicante, en el que se transforma en un frío y calculador paramédico que, tras quedar paralítico en silla de ruedas, mostrará su rostro más cruel e inhumano. La cinta de Carles Torras se ha convertido ya en otro éxito de la industria española en la plataforma estadounidense.
Aunque el carácter sociópata, egoísta y narcisista del personaje de Casas, llamado Ángel, comienza a verse al inicio de la película, es cuando acaba en una silla de ruedas el momento en el que su verdadera personalidad se desata completamente. Pero incluso antes del accidente ya puede verse que carece de empatía y compasión hacia cualquiera.
Manipula y espía a su novia y, en el trabajo, roba, en muchas ocasiones, pertenencias personales de víctimas de accidentes, que luego revende para ganar un dinero extra. Las cosas ya comienzan a empeorar cuando, tras estar meses buscando un hijo con su pareja, le comunican que no es fértil. Esto provoca que su paranoia aumente y sospeche que su novia le engaña.
Sus tendencias sociópatas empeoran con el accidente. Al tener el tren inferior totalmente paralizado y verse atado a una silla de ruedas, decide vigilar a su novia hackeando su teléfono y rastrea sus llamadas y la localización del móvil. Pero esto dura poco, pues Vane descubre todo y decide abandonarlo. No tarda en rehacer su vida, al lado de Ricardo, un excompañero de trabajo de Ángel que, además, conducía la ambulancia en el accidente que le dejo paralítico.
Para Ángel, el abandono de su novia es la gota que colma el vaso que destapa toda su maldad. Por ello, urde un plan para recuperar "aquello" que considera que le pertenece. Consigue citar a Vane en su casa para, supuestamente, devolverle sus pertenencias, pero, en realidad, la droga y la encierra en la que era la habitación de su abuela. Cuando se da cuenta de que Vane le supera en fuerza porque puede andar, decide darle anestesia epidural, que había robado en el hospital en el que trabajaba.
Con su novia secuestrada, Ángel desata también su instinto asesino. Previamente, mató al perro de su vecino, porque le impedía dormir. Su siguiente víctima es precisamente su vecino anciano y al que mata después de que el hombre escuche los gritos de Vane y amenace con llamar a la policía. Finalmente, Ángel también mata a Ricardo, su antiguo compañero y novio de Vane, manipulando la escena del crimen para que parezca un infarto debido al abuso de las drogas y el alcohol.
Cuando parece que Vane ha tirado la toalla, está postrada en una silla de ruedas debido a la anestesia epidural que Ángel le administra, la joven, en realidad, está trazando un plan para escapar y salvar su vida y la de su hijo, pues está embarazada de Ricardo. Fingiendo sumisión, un día, aprovechando que Ángel se ha ido a una farmacia, usa un cortaúñas para liberarse.
Pese a sus titánicos esfuerzos por escapar, Ángel llega e intenta atraparla. Pero tal es la desesperación de Vane, que saca fuerzas de donde no hay y, ya fuera de la casa, logra empujar por las escaleras a su trastornado exnovio.
Ángel sobrevive a la tremenda caída, pero se ha quedado tetrapléjico, quedando inválido hasta el cuello. Y la última escena muestra, a modo de epílogo, a Vane apareciendo en el hospital y susurrándole al oído, de forma escalofriante: "Ahora cuidaré yo de ti". El filme termina con el plano de Vanesa, aún embarazada, llevándose en su silla de ruedas a su captor en lo que parece el preludio a su fría venganza.
Así, el desenlace de El practicante abre la puerta a la venganza de una mujer que luchó hasta la extenuación contra un exnovio psicópata y maltratador. El que Vane decida ocuparse de él no parece para nada un acto compasión, sino un ajuste de cuentas y una buena manera de asegurarse de que no vuelve a intentar causar daño alguno a nadie: ni a ella ni a su futuro hijo.
Un final empoderado que, por otro lado, deja la incógnita de si habría una segunda parte con Ángel siendo capaz de causar más mal en el estado en el que se encuentra. Protagonizada también por Déborah François, Celso Bugallo y Guillermo Pfening, El practicante está ya disponible en Netflix.