Se cumple un año desde que The New York Times destapó las denuncias de abusos sexuales contra Weinstein, de 66 años, que acabó despedido de su productora, expulsado de la Academia del Cine, abandonado por su mujer y repudiado por sus colegas; una caída que tocó fondo el pasado 25 de mayo, cuando el magnate se entregó en una comisaría de Manhattan.
Nueva York, 4 de octubre (EFE).- Harvey Weinstein, descrito por muchas de las actrices de las películas que produjo como un depredador sexual, ha pasado en un año de ser el ‘Dios’ de Hollywood a estar a un paso de la cárcel, quien sabe si condenado a cadena perpetua.
Weinstein era uno de los hombres más poderosos en el mundo del cine norteamericano y como ejemplo de ello una cifra curiosa: es la segunda persona más nombrada en los discursos de los premiados en los Óscar (34 veces), solo superado por Steven Spielberg y empatado con Dios.
Mañana hará un año que The New York Times destapó las denuncias de abusos sexuales contra Weinstein, de 66 años, que acabó despedido de su productora, expulsado de la Academia del Cine, abandonado por su mujer y repudiado por sus colegas; una caída a los infiernos que tocó techo el pasado 25 de mayo, cuando el magnate se entregó en una comisaría de Manhattan.
Criado en Nueva York en el seno de una familia judía, ha vivido toda su carrera cinematográfica de la mano de su hermano Bob, con el que empezó organizar conciertos de rock alternativo cuando aún eran unos muchachos en los años 70.
Con ese dinero, fundaron su primera productora a la que llamaron Miramax en honor a sus padres -Miriam, una secretaria, y Max, un diamantista-, que fue ganando fama hasta que en 1993 la vendieron a Disney, aunque siguieron dirigiéndola.
Gracias a esa lluvia de dinero, Weinstein consiguió su primer “taquillazo”, “Pulp Fiction” de Quentin Tarantino, un amigo fiel que acabó reconociendo que pudo haber hecho más por pararle los pies ya que sabía “lo suficiente” acerca de sus fechorías.
En 2005 abandonó Miramax y fundó una nueva productora junto a su hermano, The Weinstein Company, en la que según los fiscales sometió a un trato “despiadado” a algunas de sus trabajadoras, a las que encargaba buscarle conquistas sexuales y amenazaba con usar sus contactos políticos si se atrevían a hablar.
No iba de farol: Weinstein, importante donante demócrata, lo fiaba todo a sus conexiones e intentó parar la tormenta cuando la vio venir escribiendo a importantes ejecutivos de Hollywood. “Si la industria me apoya, eso es todo lo que necesito”, les dijo.
Pero no lo hicieron. A Weinstein le abandonaron todos, comenzando por su esposa y madre de dos de sus hijos, la diseñadora Georgina Chapman, que negó saber nada de los abusos de su marido y lamentó haber pecado de “ingenua”.
Su primera esposa, Eve Chilton, a la que conoció en 1986 cuando trabajaba como ayudante para Miramax, pidió a un juez que garantizara la cuantiosa pensión de sus hijas al margen de los líos judiciales de su exmarido, que posee una fortuna de unos 240 millones de dólares, según el New York Post.
Weinstein enfrenta por ahora cargos por violación y abuso sexual, y en dos de los casos está encima de la mesa el castigo máximo de cadena perpetua, según la Fiscalía de Manhattan.
La institución, que lleva meses investigando al otrora poderoso productor de Hollywood, en libertad provisional tras pagar 10 millones de dólares, le imputó a finales de mayo tres cargos que abarcaban una violación y abusos contra dos mujeres, a lo que luego se sumó una tercera víctima.
Un gran jurado lo acusa de haber realizado un “acto criminal sexual en primer grado” al practicarle sexo oral forzado a una mujer en julio de 2006.
También le suma dos cargos de “agresión sexual predatoria”, los más graves entre el total de seis que reúne hasta el momento y que están penados en EE.UU. con un mínimo de diez años de prisión y un máximo de cadena perpetua.
Entre sus víctimas está la actriz de origen español Paz de la Huerta, que denunció haber sido violada en 2010, y la aspirante a actriz Lucia Evans, que es quien aseguró haber sido obligada a practicarle sexo oral en 2004.
Varias estrellas que consiguieron zafarse de él aseguraron que sus carreras se vieron perjudicadas por no haber accedido a tener sexo con él.
Sin ir más lejos, la actriz Ashley Judd presentó una demanda contra el productor por haberle arruinado la carrera y es que, según relató, tras rechazarlo en los años 90, el productor movió hilos para vetarla de la popular saga “The Lord of the Rings”.
Hasta la fecha, unas 80 mujeres han alzado su voz contra Weinstein, algunas tras décadas de silencio, y su caso sirvió de mecha para el movimiento #MeToo, que ha ayudado a destapar otros casos de abusos en el mundo del cine, el periodismo o la política.