Ciudad de México, 4 septiembre (SinEmbargo).- Son buenas noticias para la música mexicana y para los muchos admiradores que a lo largo de su carrera ha cosechado la talentosa Betsy Pecanins, nacida en Yuma, Arizona, pero radicada desde hace muchos años en nuestro país, donde es considerada una artista nacional.
Experta en el blues y en transmitir sentimientos mediante una voz prodigiosa, Betsy parece estar dejando atrás los delicados problemas de salud que la mantuvieron alejada de la actividad profesional en 2012 y prepara ahora su regreso con un espectáculo que ha dado en llamar Ave Phoenix.
Con la colaboración de varios letristas entre los que destacan Guillermo Briseño, Rafael Mendoza, Jaime López, David Huerta, Frino y Magali Lara, Betsy compone canciones dichas y rapeadas que hablan del amor, del cuerpo, de la migración, de las obsesiones, tomando como centro la visión de una artista que renace y a la vez se rehace.
Así, Pecanins incursiona en el hip hop, el rock, la música electrónica y contemporánea, siempre de la mano del hábito que la nutre y le da sentido: el blues, arropada por un grupo de músicos de primer y la colaboración de la cantante invitada Julia González Larson.
El pasado 14 de marzo, la artista reapareció en los escenarios, con un emotivo concierto brindado en la Universidad Nacional Autónoma de México en la FES Acatlán y que le hizo escribir a su hija, Tessa Pecanins, en Facebook, que “hoy, como cada día, mi mamá demostró la gran fuerza de la que está hecha”.
UNA FUERZA BLUSERA
Precisamente, fueron la fuerza y la lealtad a una manera de entender la música la que hicieron de Betsy Pecanins una intérprete extraordinaria. Personal al punto de tener que sacrificar en parte y sin quererlo una carrera internacional “porque cuando alguien quiere contratar a una artista desde afuera, buscan a alguien que interprete el cancionero folclórico”.
“Soy la eterna incomprendida”, supo decir en una entrevista que le hiciéramos hace unos años en su casa de La Condesa, al tiempo de reconocer que en los últimos tiempos, la globalización hizo mucho en beneficio de su arte.
“Hasta hace unos años hasta la tan mentada world music era muy cerrada y solo hacía hincapié en el folclore, ahora hay mucha más apertura”, dijo Betsy.
“En mi caso, hacer música es un acto profundamente personal, en todos los sentidos. Cuando era joven todo el mundo me decía: - Canta blues, que te sale muy bien. Pero yo decía que no, que no quería imitar a Koko Taylor, para mí cantar blues iba a ser el resultado de mi dolor, de mi humor, de mi sensualidad”, afirma.
– ¿Es una fatalidad cantar como usted lo hace, es un destino?
– Puede ser o simplemente se trata de que lo que hago lleva una carga muy personal, entiendo que así tiene que ser y eso es lo que he ido desarrollando.
– ¿Se siente en cierta manera una pionera?
– Sí, siento eso, desde luego. No lo digo de ninguna manera en un sentido presumido, pero fui una de las primeras cantantes populares en incluir el cello en sus conciertos, una de las primeras en interpretar blues, que ahora es un género mucho más difundido.
– Cuando se compara el blues con el jazz, muchos suelen decir que el blues como género es bastante limitado…
– Bueno, es lo que se dice, pero para mí el blues posee un sentido que tiene tanto que ver conmigo que se ha convertido en un género indispensable en mi manera de expresar el arte. Por otro lado, cualquier jazzista en un momento dado se echa un blues o recurre al blues para su trabajo. Son hermanos el jazz y el blues. Desde luego, el jazz ha tenido una evolución más sofisticada y entiendo que a un nivel más abstracto de la música, el jazz es una gran plataforma.
– Y como compositora e intérprete, ¿le permitió el blues expresar todos sus sentimientos, toda su creatividad?
– Siempre he dicho que para mí el blues es como un zapato viejo, no hay ninguno que te ayude a caminar como ese zapato viejo, aunque no puedo decir que compongo estrictamente blues. Cuando me pongo a componer, recurro a otras cosas y hasta ahora hice algunos blues y también hice otras canciones que no son blues. Soy de Arizona, por lo que el folk también es una influencia para mí.
CANTAR PARA VIVIR
Con 16 discos en su haber, Betsy Pecanins a menudo dice que está viva de milagro y que su cuerpo, sometido a muchas operaciones, siempre ha respondido bien al estímulo de la música. “Es cantar lo que me ha dado vida y lo que me ha permitido luchar contra las adversidades”, afirmó cuando presentó, en 2000, Esta que habita mi cuerpo.
– ¿Cómo ha sido esto de dedicarse a cantar?
– Soy lo que se dice una working artist. Canto para vivir, para pagar la renta, no soy el producto de una compañía disquera y cada álbum ha sido para mí un acto heroico. Canté en inglés, canté en catalán, en un disco que fue importante para mí por ahí di a conocer mis primeras composiciones, hice un álbum con Guillermo Briseño, otro dedicado íntegramente a Los Beatles, luego vino Efecto Tequila, con arreglos de Rosino Serrano; hice el soundtrack de La Reina de la noche, de Arturo Ripstein.
– ¿Cómo es su proceso creativo?
– Soy muy disciplinada, vocalizo a diario, ensayo. A veces compongo, a veces busco canciones.
– Y tiene un público muy diverso…
– Sí, eso me sorprende mucho. Hay desde hombres muy serios y trajeados, hasta chavitos universitarios. Me gusta eso. Me gusta también que a menudo haya niños, pues los considero un público muy importante. Hay dolor en lo que hago, pero también hay mucho humor y eso me lo ha enseñado el blues. En las circunstancias más terribles, debes aprender a reírte de ti mismo.
– Y la chancla que tiró ya no la vuelve a juntar…
– No te creas (risas), he vuelto a levantar varias…