Jorge Alberto Gudiño Hernández
04/08/2024 - 12:01 am
Quienes somos nosotros
A la hora de las opiniones, es difícil ser nosotros. Compartir una postura idéntica con alguien más es complicado y poco deseable. Vuelve a ser tiempo de apuntalar al yo. Es difícil, es cierto, pero es quien verdaderamente somos.
Pasa con frecuencia: una persona, hablando de algún asunto personal o dando una opinión propia, de pronto, sin mediar justificaciones, comienza a utilizar la primera persona del plural. El nosotros.
Ya no es él o ella quien cree que el resultado de las elecciones de Venezuela es fraudulento, quien está en contra de lo sucedido en una competencia olímpica de boxeo femenil, quien opina con relación al conflicto entre Israel y Palestina, quien se suma a alguna causa políticamente correcta o incorrecta, quien explica las razones por las que se votó de determinada forma… ya no es esa persona, pues, sino nosotros.
Un nosotros que, por supuesto, le incluye, pero hace algo más, varias cosas más.
De entrada, el nosotros cobija al yo pues el individuo ya no tiene por qué cargar a solas con la responsabilidad de sus decires, sean éstos opiniones o sentencias categóricas. Es una forma de protegerse haciéndose muchos. Cuando yo estoy en contra de determinado abuso, soy quien se debe enfrentar al abusador; si somos nosotros, es más sencillo intimidarlo. La acumulación suele dar un poder que no tiene la persona.
También sirve para convencer. El sujeto aislado que sostiene que la Luna es una invención tanto como la redondez de la Tierra es un loco. Los miles de terraplanistas furiosos que no tienen empacho en confrontar a algunos ingenuos (que aceptan la discusión con seriedad y no como un mero entretenimiento) son una legión capaz de convencer a adeptos potenciales. Recordemos que entre más prosélitos haya más fácil es sostener una verdad (sea cierta o no).
Quita responsabilidad. Lo saben bien los intensos aficionados a justas deportivas. Cuando uno solo agrede a otro es fácil señalarlo y castigarlo. Cuando son nosotros, el problema crece, sin duda, pero es más sencillo ocultar la responsabilidad de un individuo concreto.
Cada vez es más frecuente esconderse tras el nosotros. Es común en las redes sociales, en las opiniones incómodas, incluso en las explicaciones y las predicciones. Es, en estas últimas, donde se vuelve más pernicioso el asunto. Si alguien busca explicar un fenómeno social a partir de percepciones propias, es probable que falle, pues no cuenta con todos los elementos para hacerlo: la subjetividad estorba bastante. Cuando lo hace escudado por un nosotros crea cierta sensación de objetividad que es una apariencia. De entrada, porque no hubo una colectividad que lo validara, sino una conjugación verbal diferente. Algo similar ocurre con algunas predicciones, pues no parten de un análisis profundo de datos desde diferentes ópticas, sino de ocurrencias que se afianzan tras un plural bastante falso.
A la hora de las opiniones, es difícil ser nosotros. Compartir una postura idéntica con alguien más es complicado y poco deseable. Vuelve a ser tiempo de apuntalar al yo. Es difícil, es cierto, pero es quien verdaderamente somos.
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