Hace más de 70 años, Vicente Lombardo Toledano fundó la Universidad Obrera para dotar a los trabajadores de conocimientos para defender sus derechos y organizarse. Hoy, su bisnieto, sigue aquel mandato en una casa de estudios ejemplar.
Ciudad de México, 5 de agosto (SinEmbargo).– Ahí está la Plaza de Loreto. Ahí, donde todo es desolación, música distorsionada por el volumen y los reproductores chinos en donde se toca, basura amontonada y olor a fritanga que ofende a su vecina, la monumental iglesia que un día fue hogar de los jesuitas y que Manuel Tolsá remodeló muchos años después.
Ahí, donde las prostitutas caminan en círculos o simplemente se paran en una esquina a esperar, deseando que los policías las dejen en paz un momento. Ahí, donde los niños juegan mientras sus mamás chismean, y los vendedores ambulantes vuelven casi imposible la circulación de peatones, y por supuesto, de automóviles, con sus puestos a media calle. Ahí, donde el sol se come las cabezas y la lluvia lava las piedras, ahí enfrente, simplemente cruzando la calle, hay una Universidad.
UN INTELECTUAL PROLETARIO
Quizá atravesaba el aire y apenas se notaba su figura delgada. Quizá sus ojos tristes y su rostro alargado no impresionaban a muchos. Y sí, era introvertido, dicen. Pero cuando hablaba ante un público se transformaba: Vicente Lombardo Toledano era un buen orador, y ese talento, como todos los demás que poseía, lo empleaba para convencer a quien quisiera escucharlo de que el capitalismo estaba muerto y que el socialismo era la única opción para el país.
Abogado y doctor en Filosofía, socialista “de hueso colorado”, profundamente comprometido con las teorías marxistas, Lombardo Toledano fundó una de las instituciones más cuestionadas de México: la Confederación de Trabajadores de México (CTM).
Dicen los que lo conocieron que poco tenía que ver éste, primer secretario general de la Confederación, con los que le siguieron después. Lo cierto es que si alguien apoyó a Fidel Velázquez Sánchez fue su brillante antecesor. Dicen, también, que en 1968, Vicente, ya un hombre de 74 años de edad, que sentía que la muerte lo acompañaba a todos lados como una sombra tenaz, no sólo desconoció el movimiento estudiantil, sino que además lo criticó abiertamente.
Pero también dicen, y hay numerosos testimonios al respecto, que formó parte del grupo de los Siete Sabios junto con su amigo Alfonso Caso, y Antonio Castro Leal, Manuel Gómez Morín y otros jóvenes inquietos, que fue director de la Escuela Central de Artes Plásticas y la Preparatoria Gabino Barreda, y que fundó, en 1936, la Universidad Obrera de México, porque sus anhelos eran:
Que ningún ser humano nazca en la miseria y el desamparo, y la sociedad lo cuide desde antes de que venga al mundo. Que desaparezca la ignorancia entre los hombres, y se multipliquen las escuelas de todos los grados, los libros se conviertan en pan de cada día y a los laboratorios y centros de investigación científica acudan como enjambres las nuevas generaciones. Que la inspiración tome posesión de sus demonios, y el arte se despliegue de mil modos.
Vicente Lombardo Toledano. La filosofía y el proletariado, 1962.
UNA ESCUELA PARA ORGANIZARSE Y DEFENDERSE
El edificio que está enfrente de la Plaza de Loreto, en la calle de San Ildefonso, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, no fue la primera sede de la Universidad Obrera del país. En un video deslavado por los años, en donde sólo se distinguen algunas figuras borrosas a blanco y negro, Vicente Lombardo Toledano pronuncia un apasionado discurso en la inauguración de ésta, la Universidad que había soñado y planeado quizá desde siempre.
Pero aunque éste no es aquel primer recinto, en esta construcción de piedra sólida, pintada de amarillo por dentro y que alguna vez fue también propiedad de los jesuitas, hoy se imparten las materias (especialidades, les llama su director actual, Emiliano Silva Prudkovsky) que dieron origen a este proyecto educativo:
“Tenemos un bloque básico de especialidades; por ejemplo, Formación Sindical, que yo creo que es nuestra especialidad más antigua, prácticamente desde que nació la Universidad. El plan de estudios ha ido evolucionando pero la intención es la misma: dotar a los trabajadores de los conocimientos para defender sus derechos, y poder organizarse de forma que sea efectiva la acción sindical entre ellos”.
Emiliano Silva Prudkovsky tiene los ojos tristes de su bisabuelo. Al igual que, como decían que era Vicente, Emiliano es introvertido. Pero también, como su antepasado, se emociona cuando habla de lo que le interesa: en este caso, lo que se enseña actualmente en la Universidad Obrera de México:
“Otra especialidad es la de Derechos de los Trabajadores, que la hemos ido adecuando. Por ejemplo, estamos tomando en cuenta en el plan de estudios de este año las reformas que se hicieron a la Ley Federal del Trabajo a finales del año pasado… Otra es Derechos Humanos”.
[slideshow_deploy id=’708327′]Liderazgo y sindicalismo y Dirigencia político-sindical completan las opciones que los trabajadores que ingresan a esta casa de estudios pueden elegir. Aunque al principio no queda muy claro quiénes, exactamente, pueden entrar a estudiar aquí. Pero Emiliano se apresura a aclarar:
“Es muy variado. Aceptamos trabajadores de todo tipo, pero preferiblemente el perfil es de preparatoria en adelante. Porque aunque tratamos de que los maestros impartan las materias de forma muy amena, siempre hay tecnicismos o cuestiones muy específicas, por ejemplo, la materia de Derecho del trabajo, un trabajador que no esté familiarizado con los términos y que tenga, por decir, la secundaria, no los va a entender. De todos modos no estamos cerrados a eso. Siempre tratamos de establecer una dinámica de trabajo para los grupos en la que los alumnos que tengan mayores conocimientos puedan integrar a los demás, de forma que se intercambien experiencias y se asimilen mejor”.
Un paseo por los pasillos, en donde los salones de clase están abiertos, permite observar lo heterogéneo de los grupos: hay adultos mayores, jóvenes de cabello largo, mujeres de mirada decidida. Son grupos pequeños, de personas atentas que parecen agradecer cada minuto que pasan ahí.
“Ahora sólo tenemos especialidades, pero estamos buscando el registro para tres licenciaturas, aunque nos encontramos en trámites todavía. Básicamente las licenciaturas que deseamos impartir son derecho, economía y sociología del trabajo. Derecho y economía están basadas en un enfoque social, cosa que prácticamente ninguna universidad del país tiene. Incluso en algunas universidades públicas han estado reduciendo carga a las materias sociales, como son Derecho laboral o Derecho agrario, por ejemplo. Nosotros queremos retomarlo como una necesidad que tiene el país por las condiciones en las que nos encontramos actualmente”.
Pero, ¿hay una visión crítica hacia lo que se ha convertido el sindicalismo en la actualidad? Emiliano dice que sí:
“Actualmente mucho se puede decir de la transparencia de los sindicatos: que hay mucha corrupción, de los caciques. Y sí, nosotros somos los primeros críticos, no tenemos compromiso con ningún sindicato ni partido político. Eso se ha mantenido desde la fundación de la Universidad. Nos permite trabajar con total libertad”.
[slideshow_deploy id=’708333′]AQUÍ VOY:
LA CULTURA: MUCHO MÁS QUE UN ADORNO
Si para Lombardo Toledano la educación era el pilar del desarrollo, la cultura tenía que ser el complemento vital para la transformación de la sociedad, lo que podría darle cohesión y armonía. También en este terreno, la Universidad Obrera que hoy dirige su bisnieto Emiliano, sigue sus pasos.
Para empezar, Silva Prudkovsky eligió a la periodista, poeta, crítica de cine y ensayista Perla Schwartz como la Coordinadora de Difusión Cultural de la universidad.
Quién sabe cuántos cigarros han tocado los labios y la garganta de Perla, pero su voz, como luna que se rompe contra las olas, no se puede separar del resto de su personalidad: vibrante, colorida, agreste y al mismo tiempo, dulce y generosa. Taza de café en mano, explica que:
“A últimas fechas el área cultural se ha abierto para vecinos de la zona considerando que en el Centro Histórico, en esta partecita de San Ildefonso, por ejemplo, tienes el Museo de la Luz, el Museo de los Constituyentes, y a partir de la apertura de la línea 4 del Metrobus ya hay más gente que se anima a venir acá. Ya como la ciudad es tan grande, es importante que por zonas se vayan abriendo espacios a la cultura”.
Conforme avanza la conversación, Emiliano Silva ha dejado de lado la timidez y la severidad de un principio. Casi arrebata la palabra a Perla Schwartz para contar que el Cine-club de la Universidad Obrera, llamado Charlie Chaplin, es el más antiguo que existe en México. También explica cómo se diseñan los talleres y las actividades culturales:
“Tratamos de que los temas que se tratan dentro de las actividades culturales estén ligados a los temas que damos dentro de la educación formal. Precisamente para que se complemente el aprendizaje”.
El bisnieto del sindicalista presume con orgullo las publicaciones de la universidad que encabeza: el pliego informativo del área de investigación llamado Hoja obrera, la revista Trabajadores, el periódico Ventana obrera, y finalmente La gaceta de la Universidad Obrera, que fundamentalmente contiene información sobre los talleres y actividades culturales: obras de teatro como Mujeres de arena, sobre las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez; ciclos de cine documental, asesinos seriales y los padres en el séptimo arte, todo ello, por supuesto, en el cine-club Charlie Chaplin.
[slideshow_deploy id=’708347′]Ahora es Perla quien interrumpe suavemente a su jefe:
“Hay otra cosa que es muy importante: existe un fondo histórico, el Fondo Histórico Vicente Lombardo Toledano, que se está digitalizando poco a poco, y aparte vienen investigadores tanto nacionales como extranjeros porque hay muchos documentos firmados por el propio Lombardo Toledano”.
La digitalización del archivo histórico también es motivo de orgullo para Emiliano, que con la mirada triste de su bisabuelo y una sonrisa que parece condecirla, afirma que la idea es poner el material online para que investigadores de todo el mundo puedan tener acceso a la obra del filósofo, sindicalista y académico.
LA LLUVIA EMPAPA EL EDIFICIO QUE LOMBARDO NO CONOCIÓ
Cada vez se vuelve más difícil escuchar a Emiliano y a Perla. Contra el techo alto de la oficina, la lluvia de la tarde ha iniciado una verdadera revolución.
Por encima de uno de los sillones de esta singular sala de estar, a la que acompaña una biblioteca abarrotada hasta el techo de ejemplares encuadernados, Vicente Lombardo Toledano observa. Los ojos del hombre, ya mayor, del retrato, siguen teniendo la misma expresión que tenía el joven de cuello delgado y cara afilada. Pero éste, con el pelo casi blanco y la piel colgando desde las mejillas, la barbilla y el cuello, parece cansado. Es quizá el que, siendo el candidato oponente, terminó por apoyar a Adolfo Ruiz Cortines en su campaña por la presidencia de la República. Quizá también es el mismo que en 1964 se pronunció por la reelección de diputados. Pero sin duda es el que al final de su vida siguió proclamando que “transigir con los principios equivale al suicidio”.
La última pregunta provoca que un ligero rubor cubra momentáneamente las mejillas de Emiliano:
–Eres el heredero biológico de Vicente Lombardo Toledano, pero ¿te sientes también su heredero ideológico?
Su primer impulso es responder con un “Sí”. Después hace una breve pausa y continúa:
“Bueno, es una buena pregunta… Yo creo que es una tradición familiar. Siempre hemos tenido un perfil de izquierda, progresista. Entonces, de alguna manera, sí me siento identificado y creo que es una responsabilidad muy grande además, para continuar con su trabajo”.
[slideshow_deploy id=’708349′]Al salir de la oficina y caminar por los pasillos que desembocan en el imponente patio central se alcanza a ver un cartel que anuncia la presentación de la obra El Kame Hame Ha, escrita por Jaime Chabaud y dirigida por Jesús Jiménez. Es un monólogo en el que un joven recluido en un reformatorio (ahora sutilmente llamados Unidades para Tratamiento de Menores) narra los acontecimientos que lo llevaron ahí: desde robos de autos hasta el primer muerto.
Otro cartel, más adelante, informa sobre el próximo foro de reflexión que se llevará a cabo ahí, en la Universidad. El tema será la reforma energética y entre los ponentes estarán Manuel Bartlett y Martín Esparza, el polémico dirigente del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME).
Un poco más allá hay otro cartel. El protagonista es el escritor, periodista y académico René Avilés Fabila, que por lo visto continuará con los homenajes por sus 50 años dedicado a la literatura en la Universidad Obrera de México.
A pesar de la humedad que se ha instalado en el ambiente esta tarde de verano, aquí adentro se respira esperanza.
Afuera, la calle de San Ildefonso es una instantánea borrosa bajo la cortina de lluvia. Hay una especie de nostalgia en la gente, que apretada en los portales, se protege como puede del agua que no perdona nada, en los conductores de bici taxis, que debajo de improvisadas capas hechas con bolsas de plástico, emprenden una lucha feroz contra los autos, sus escandalosas bocinas y las luces implacables de sus faros.
Un barrio, una ciudad, un país marcados por sus enormes inequidades.
Muy lejos de lo que algún día deseó Vicente Lombardo Toledano.