De Rockdrigo González a Rafael Catana, ¿qué pasó con los rupestres? Un libro con la experiencia musical de los ‘80

04/07/2013 - 12:00 am

 

Rafael Catana (Foto: Facebook)
Rafael Catana (Foto: Facebook)

Ciudad de México, 4 julio (SinEmbargo).-  Coordinado por Jorge Pantoja, Rupestre, el libro rescata la experiencia del movimiento musical surgido en México en los ’80 y que al decir de Raúl Silva, “no representó un suceso aislado”. Por el contrario, “nacieron, crecieron y se reprodujeron en el centro de una incesante acción cultural y social”.

Silva es el responsable de la primera entrevista de las muchas que integran esta compilación indispensable. El personaje es el poeta Alejandro de la Garza, quien en 1983 dio a conocer el libro Poeta rupestre, integrado por “escritos que acaso hoy me daría pena mostrar de tan elementales, aunque conservan su fuerza original”, dice.

“He escrito siempre y casi digo que es lo que mejor hago, aunque me gusta la música. Toqué varias veces y compuse algunas canciones (siempre apoyado por mi carnalazo Catana), pero decidí dedicarme a escribir y eso he hecho”, afirma el entrevistado.

En cuanto al Movimiento Rupestre, De la Garza destaca “su espíritu independiente, al recrear una sensibilidad urbana contemporánea, veraz, real y saberlo hacer con gran manejo lírico, con canciones que te llevan de sorpresa en sorpresa, de hallazgo en hallazgo”, expresa.

Fotografía de 1985 tomada por Virginia Rodríguez (Foto: Especial)
Fotografía de 1985 tomada por Virginia Rodríguez (Foto: Especial)

Se trata, efectivamente, de un poderoso movimiento musical que ha llegado intacto a nuestros días, sin que ello esté condicionado por valores efímeros y banales como la fama y el éxito.

Las canciones rupestres perviven en una atmósfera subterránea, es cierto, pero al mismo tiempo describiendo con luminosidad y cierta acritud el paisaje urbano contemporáneo con artistas veteranos y consecuentes como el nombrado Rafael Catana, Arturo Meza, Gerardo Enciso, Armando Palomas y Armando Rosas, entre otros.

En ese sentido, Rupestre, el libro se destaca más por lo que tiene de valoración estética con vistas a un presente y un futuro posibles, que por lo que pudiera haber –y hay– de vocación nostálgica.

Claro que la nostalgia es inevitable cuando se habla de Rockdrigo González, quien tiene un capítulo dedicado expresamente a su figura, a cargo del ensayista Jorge Pantoja, sin que por ello deje de ser mencionado en varias de las entrevistas.

¿AMANDITITITA ES TU REVANCHA?

Pantoja se resiste a las preguntas que conllevan una interpretación previa, por caso la que hace referencia a Amandititita, hija del gran cantautor Rockdrigo González, nacido en Tampico, Tamaulipas y muerto en el terremoto del ’85 en ciudad de México.

Podría Pantoja preguntar cosas como ¿Amandititita es tu revancha?, o qué pensaría el cantautor del candado legal que le puso un familiar a su importante legado musical y que impide que le realicen homenajes, pero opta por recordar el momento en que conoció al artista y la primera canción de su autoría que escuchó, “Canicas”.

Del bebedor de Padre Kino y fumador contumaz de marihuana evoca su capacidad para saber venderse, para convencer a fuerza de canciones y cuenta la historia de un concierto multitudinario con un programa variado llevado a cabo en el Palacio de los Deportes en 1984, “donde Rodrigo había sido la sorpresa”.

La reunión entre “el brujo de Tijuana” Javier Bátiz y “el profeta del Nopal”, su trágica muerte en el sismo a raíz del derrumbe del edificio donde vivía en la calle Bruselas de la colonia Juárez, el legado del autor de la canción “Estación del Metro Balderas”, son los colores con que Pantoja pinta su particular cuadro de Rodrigo González.

Hace referencia así a un artista fundamental del Colectivo Rupestre, quien todavía hace sentir su peso y su influencia en los cultores del género, a pesar de que su obra quedó truncada por su temprano fallecimiento.

DARWIN SE VOLVERÍA LOCO

“Darwin se volvería loco. En la penúltima década del siglo XX nacería un movimiento que nos haría regresar a las cavernas. Un grupo de músicos sin otra herramienta que una guitarra de palo evolucionaría la historia musical de esta jungla de asfalto”, escribe Jorge Pantoja.

Uno de los artistas que volvería loco al científico que descubrió la evolución de las especies es sin duda el legendario Rafael Catana, otro baluarte rupestre que Silva entrevista, llamándolo cariñosamente “un gato de corazón púrpura”, como el nombre del primero de sus discos, lanzado en 1989.

“En la intrincada trama de la vida mexicana contemporánea, de la urbe y sus recovecos más misteriosos, Rafael Catana es uno de esos personajes que nutren y se nutren con alimentos tan diversos como la generosidad, el sentido del humor, la irreverencia, el canto popular, la poesía, la solidaridad y la memoria”, apunta Raúl Silva.

“Catana ha poblado su ser con todo tipo de literatura”, de Henry Miller a Roque Dalton, pasando por Mario Santiago, agrega.

Firme en la brecha, imparable, Rafael cuenta con cinco discos en su haber e innumerables presentaciones en diversos escenarios urbanos. ¿Famoso? ¿Exitoso? ¿Parte del mainstream? Por supuesto que no. Sin embargo, la música metropolitana, esa que pinta el fiero y hermoso paisaje de una urbe desolada y hambrienta, carecería de algo sustancial sin la obra de Catana.

Además, él lo tiene claro, clarísimo.

“Cuando nosotros ideamos esto no pensábamos en cantarle a la revolución social ni si íbamos a ser cantantes de la televisión, aunque Rockdrigo sí lo quería ser. Pero hay sucesos en los que uno no cabe: o sea, no estás en el mainstream y tienes la necesidad de hacer tu trabajo hasta que estés viejito. Esto no es ser un perdedor, sino estar en una batalla permanente que tal vez no ganes, pero sabes que no vas a perder”, afirma Catana.

“Recuerdo esa época como si fuera el principio de un sueño: el sueño de poder construir un movimiento de rock con canción de autor y gente de bien creando buenas rolas, con amor al escenario, a la música, al espíritu creativo de un país que pensábamos que podía cambiar”, agrega con cierta nostalgia y en relación al Colectivo Rupestre.

LA MÚSICA VIVA, VIVA LA MÚSICA

La muestra clara de que hay mucha música rupestre para rato aun cuando un movimiento definido a su alrededor ya no esté tan vigente es el capítulo que el joven periodista Juan Pablo Proal dedica al cantautor Fausto Arrellín.

Proal, autor también de Vivir en un cuerpo equivocado y de la biografía de José Cruz, líder de Real de Catorce y que verá la luz próximamente a cargo de la editorial Lectorum, narra la vida de un personaje fascinante que no sólo se define por la música, sino también por sus actividades paralelas, entre ellas la fotografía y la colocación de alarmas para autos.

“El tiempo ya no nos alcanzó, pasé a formar parte del grupo Qual y con el Rockdrigo nos sobraba la chamba”, dice Arrellín, considerada una gran voz del rock mexicano.

Rupestre, el libro es un documento valioso por la honra a un pasado que como bien apunta Catana estaba alimentado por la ilusión de cambiar el país y si fuera posible el mundo. También por la lanza que arroja hacia un presente donde las canciones bien puede decirnos qué pasa en esta ciudad que sabe a rabia y contento, que pierde y gana con estupor, que mata y renace con pasión idéntica e irreversible.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video

más leídas

más leídas