Gustavo de Hoyos Walther
04/06/2024 - 12:04 am
Trump no es Mandela
“El triunfo de Trump sería un desafío para la democracia de su país, para la seguridad mundial y, desde luego, para las relaciones bilaterales entre México y Washington DC”.
En la historia de la humanidad han existido notables ejemplos de personalidades extraordinarias que han tenido que pasar una temporada en la cárcel acusados injustamente por gobiernos.
Quizás el ejemplo más famoso es el de Nelson Mandela en Sudáfrica. Después de pasar varios años tras las rejas, el gran líder no sólo fue liberado, sino que posteriormente logró ganar elecciones para encabezar la primera magistratura de su país.
Su causa fue justa: cambiar las condiciones de apartheid que dominaban su sociedad por una situación de integración racial y cultural.
Esto viene a cuento para fines de comparación con el caso de Trump en Estados Unidos.
Por supuesto que comparar a ambos líderes corre el albur de ser absurdo. Pero vale la pena para efectos de ilustración ética. También vale la pena porque existe un intento por parte de grupos conservadores en Estados Unidos de elevar a Trump a un estado de héroe cívico.
A diferencia de Mandela, que luchó por la igualdad y por eso pisó la cárcel, Trump fue encontrado culpable por un jurado de ciudadanos neoyorquinos en un tribunal constitucional por haber mentido sobre el dinero que le pagó a una estrella porno para que ella no hablara de su relación con el ex-presidente, rumbo a las elecciones presidenciales del 2016. Qué gran diferencia entre esto y haber encabezado todo un pueblo hacia su liberación.
Más que parecerse al caso de Mandela, el de Trump se parece al del famoso gángster oriundo de Brooklyn, Al Capone. En ambos casos, ellos fueron encontrados culpables de delitos relativamente menores – en el caso de Al Capone, la evasión de impuestos – cuando todo mundo sabe que tienen en su haber fechorías mucho más graves. Trump es famosamente el responsable de haber orquestado el golpe al Congreso que tenía como objetivo evitar el traspaso pacífico del poder presidencial hacia el ganador de la contienda del 2020, Joseph Biden. El episodio es el momento más cercano que ha estado Estados Unidos en toda su historia de que el poder no haya pasado de manera pacífica de un Presidente a otro.
Aunque la probabilidad de que Trump pise la cárcel es casi nula, esta es indudablemente una posibilidad real. No está descontado de ninguna manera que el próximo 11 de julio un juez le otorgue una sentencia de cárcel. Muchos piensan que eso convertiría a Trump en una especie de mártir de la democracia, como Mandela. Esta estratagema, a tres días de la convención del Partido Republicano a celebrarse en Milwaukee, podría servir para aumentar los votos en favor de Trump este noviembre próximo. En una elección muy cerrada, esto puede signar la diferencia en favor del antiguo magnate inmobiliario.
El triunfo de Trump sería un desafío para la democracia de su país, para la seguridad mundial y, desde luego, para las relaciones bilaterales entre México y Washington DC. Es por eso que esperamos que la estrategia de convertir a Trump en un mártir de la democracia fracase. Hay mucho en juego como para que esa frivolidad lleve a Trump a la máxima magistratura del país más poderoso sobre la faz de la tierra.
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