Existen una serie de señales que pueden indicarnos que nuestra mascota sufre esta dolencia y prevenirnos de la necesidad de acudir a un veterinario.
Ciudad de México, 4 de abril (AS).- Detectar si nuestro perro tiene fiebre puede ser una tarea complicada si se desconocen los síntomas que puede padecer en esas situaciones, sobre todo teniendo en cuenta que la temperatura corporal de estos animales no es igual a la de los seres humanos. La temperatura normal de los canes está entre los 38 y los 39 grados, por lo que si supera estas cifras seguramente padezca un malestar asociado a esta circunstancia.
Existen una serie de síntomas que pueden indicarnos que nuestra mascota sufre fiebre y que pueden avisarnos de alguna dolencia, ya que es una de las formas que utiliza el sistema inmunitario para protegerse de la presencia de un patógeno en el organismo.
LOS SÍNTOMAS MÁS HABITUALES
Además de que el perro puede mostrarse apático o desganado, puede padecer síntomas como los que enumeramos a continuación:
-Nariz seca y muy caliente.
-Pérdida de apetito.
-Temblores.
-Secreción nasal o vómitos.
-Jadeo constante y llamativo.
-Más sueño del habitual.
Estas son algunas de las situaciones que pueden indicarnos que el perro no se encuentra bien a causa de una fiebre, aunque la confirmación definitiva nos la dará el termómetro, que debe ser empleado por vía rectal para su correcta utilización. En el caso de que el valor que muestre alcance los 41 grados puede considerarse que se trata de una situación grave, por lo que debe ser atendido por un veterinario lo antes posible.
CÓMO BAJARLE LA TEMPERATURA
Si el perro sufre fiebre, se pueden realizar una serie de acciones que ayuden a regular su temperatura. En ningún caso se debe recurrir al uso de fármacos sin la supervisión de un veterinario, pero se pueden tomar otro tipo de medidas, como ponerle agua fresca alrededor de las orejas y las patas, así como humedecerle el resto del cuerpo de manera progresiva.
Además, puede ayudar a controlar la temperatura corporal de nuestra mascota que le coloquemos una compresa fría en su pecho o barriga, al igual que facilitarle que vaya tomando agua poco a poco y en pequeñas cantidades. En cualquier caso, siempre es recomendable acudir al veterinario para que determine las causas y proceda a decidir un tratamiento en caso de ser necesario.