Greenpeace
04/04/2022 - 12:05 am
¿Dónde estaba Greenpeace hace 30 años?
"Mencionar dónde estuvo Greenpeace a lo largo de casi 30 años tomaría varias entregas. Las fuentes periodísticas pueden dar testimonio de esa presencia en el devenir socio ambiental de México. Acá, una breve reseña que tampoco refleja a cabalidad la intensidad y diversidad de los temas abordados".
Hace una semana Greenpeace dio testimonio público de cómo la construcción del tramo 5 del Tren Maya se ha adentrado en la selva maya. La protesta de Greenpeace en el Municipio de Solidaridad, Quintana Roo, aumentó el interés de los medios de comunicación sobre el tema. Nuestro propósito fue advertir de los riesgos para el medio ambiente que implica la construcción de ese tramo en una zona frágil y que alberga parte de uno de los sistemas más extensos de ríos subterráneos. Las imágenes del trazo que se adentra en la selva, así como de las cavernas que dan cuenta de la fragilidad del suelo kárstico, hablan por sí mismas. Ahora toca a las autoridades considerar lo expuesto, replantear el trazado y dar a conocer los estudios de impacto ambiental de ese tramo y el de los siguientes, hacia Bacalar.
El impacto de la protesta pacífica también generó una pregunta muy importante que circuló por varias plataformas: ¿dónde estuvo Greenpeace en los últimos 30 años? Es un hecho que Greenpeace no ha podido estar en cada uno de los lugares que ha sufrido deterioro o destrucción ambiental. La vastedad de conflictos socio ambientales y luchas por la defensa de los territorios en México hace imposible para una organización estar en todas partes, con la misma capacidad. A eso, se suma que Greenpeace es una organización con recursos limitados, que se financia en su mayoría a partir de pequeños donativos mensuales de gente de a pie. Por eso, Greenpeace es parte de un movimiento mucho más amplio, compuesto por una gran diversidad de organizaciones y asociaciones que, a distintos niveles de trabajo, buscan que se proteja al medio ambiente y a las comunidades que lo habitan.
LOS INICIOS
Desde su llegada a México en 1993, la organización ha mostrado empeño y disposición hacia el trabajo conjunto y cooperativo con organizaciones sociales, con comunidades, y autoridades para avanzar en la búsqueda de soluciones a los grandes desafíos ambientales del país. Mezclando la denuncia pública, la investigación, presión social, activismo, y tácticas de confrontación creativa, Greenpeace buscaba abrir el debate público, concientizar a la población, y presionar a industrias y gobiernos para lograr los cambios que la crisis ecológica global y nacional demandan. Basada en documentación y análisis de situaciones paradigmáticas del deterioro o amenazas ambientales, Greenpeace estructura su accionar en campañas específicas para llamar la atención sobre temas que consideramos que son particularmente importantes.
Tras la apertura de la oficina mexicana, nuestra primera actividad consistió en evitar el ingreso al país de un cargamento de 530 toneladas de desechos tóxicos provenientes del Reino Unido y con destino a San Luis Potosí. También organizamos el seminario “El transporte y la contaminación. Situación actual y perspectiva para el año 2000”. Ese primer año exhibimos el ocultamiento de información por parte del Gobierno mexicano en torno al accidente del barco noruego Betula, después de que éste derramara con ácido sulfúrico la costa de Lázaro Cárdenas, Michoacán.
Un año después, en 1994, denunciamos los altos niveles de contaminación atmosférica en la Ciudad de México exigiendo transporte público como la solución a los asfixiantes congestionamientos vehiculares. Ese mismo año, Greenpeace exigía estrategias integrales de transporte público para la capital del país y advertía de los efectos de la contaminación en la salud de conductores y pasajeros. Como parte de esa campaña, en un trabajo pionero, realizamos monitoreos de calidad del aire en tiempo real y al nivel en el que respiran las personas; algo que hoy prácticamente no se realiza en ninguna ciudad mexicana.
Por otro lado, pusimos en evidencia el mal manejo de residuos peligrosos, como el de 15,5000 toneladas de residuos tóxicos abandonados por la empresa estadounidense Alco Pacífico en Tijuana, Baja California. Además, también ese año, denunciamos la aplicación por vía aérea de 85 toneladas de herbicida tóxico glifosato en el Lago de Chapala para combatir el lirio acuático.
En 1995 mostramos que en el semidesierto de San Luis Potosí había enterrados 55 mil tambos y 20 mil toneladas de sustancias peligrosas con grados de explosividad del 100 por ciento, incluyendo residuos radiactivos. Después de marchas, protestas, entrega de informes y colaboración con otras organizaciones, el basurero clandestino de Guadalcázar y su municipio declarado área natural protegida estatal.
Otra participación de importancia que refleja el interés de Greenpeace por los conflictos más dramáticos de nuestro país tiene que ver con la preocupación de la organización ante la posibilidad de un genocidio y ecocidio en Chiapas, luego de la orden del Presidente Zedillo al Ejército mexicano de entrar en las comunidades indígenas. El reclamo zapatista (EZLN) tenía poco más de un año de hacerse oír fuertemente y en ese contexto, una delegación de Greenpeace viajó a Chiapas para documentar los impactos de la guerra en las comunidades indígenas y el medio ambiente. El 8 de marzo de ese año se presentó un reporte de evaluación de los impactos del conflicto bélico, en el cual se manifestó que la presencia de tropas de la región obedecía a una estrategia de “guerra de baja intensidad” y no ocupación pacífica sin consecuencias para la población y el ecosistema de esa zona del sureste mexicano.
Mencionar dónde estuvo Greenpeace a lo largo de casi 30 años tomaría varias entregas. Las fuentes periodísticas pueden dar testimonio de esa presencia en el devenir socio ambiental de México. Acá, una breve reseña que tampoco refleja a cabalidad la intensidad y diversidad de los temas abordados.
GREENPEACE EN QROO
Es importante, para cerrar esta colaboración, señalar que la presencia de Greenpeace en este estado se remonta a 1998. Ese año iniciamos una campaña para defender la reproducción de tortugas marinas en la zona de X’cacel, amenazada por la construcción del consorcio español Sol-Meliá. X’cacel era en ese entonces la playa más importante de todo el Caribe mexicano para la anidación de tortugas marinas. Cuando el Fideicomiso Chaleta de Xel-Há y del Caribe anuncian la venda de 45 hectáreas de X’cacel al consorcio español, Greenpeace solicita a las autoridades judiciales, a la Contraloría de la Federación y al Gobernador Joaquín Hendriks, la revisión de los procesos de venta realizada por el organismo gubernamental durante la gestión de Mario Villanueva, entonces prófugo de la justicia mexicana. El proyecto hotelero, finalmente fue cancelado y hoy X’cacel y X’cacelito es zona de protección. Veinticuatro años atrás, Greenpeace ponía ya a debate público la indiferencia del Gobierno federal y estatal sobre el desarrollo urbano y turístico desordenado como principal amenaza para la biodiversidad del estado de Quintana Roo, señalando la rápida expansión de la mancha urbana de Cancún por todo el litoral del estado.
Desde hace casi 30 años, a través de conferencias de prensa, investigaciones, reportes y acciones directas no violentas, Greenpeace ha hecho innumerables denuncias y levantado la fuerte la voz para desenmascarar a los responsables de la destrucción ambiental; para exigir el castigo y la reparación del daño del daño correspondiente; para poner en evidencia a funcionarios negligentes o cómplices; para exigir a diputados y senadores que legislen con coherencia y responsabilidad; y, no menos importante, se ha invitado a la ciudadanía a actuar.
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