De acuerdo con el periodista y analista político Ernesto Núñez, las elecciones del 1 de julio de 2018, en las que Andrés Manuel López Obrador y el izquierdista Movimiento Regeneración Nacional (Morena) ganaron la Presidencia, el Congreso y cinco estados, fueron una “debacle absoluta” para el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
El peor resultado de la historia del partido se debió a la escasa popularidad de Enrique Peña Nieto, rodeado de escándalos como la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa, los aumentos del precio de la gasolina, el incremento de la violencia o la compra irregular de una mansión para el matrimonio presidencial.
Por Eduard Ribas i Admetlla
México, 4 de marzo (EFE).– El Partido Revolucionario Institucional (PRI), que durante décadas fue la agrupación hegemónica de México, cumplió este lunes 90 años de vida en medio de una grave crisis de popularidad y con voces internas que reclaman su refundación.
El otrora todopoderoso partido mexicano es actualmente una formación reducida a tercera fuerza en el Congreso, ya no ostenta la Presidencia del país y sólo conserva el poder en 12 de los 32 estados.
La crisis actual contrasta con la historia de éxito de esta organización fundada en 1929 bajo las siglas de Partido Nacional Revolucionario (PNR) por Plutarco Elías Calles, uno de los líderes de la Revolución Mexicana que acabó con la dictadura de Porfirio Díaz en 1911.
“El México contemporáneo no se pude entender sin el PRI porque es un partido creado desde el poder para poner orden a todas las fuerzas que estaban en pugna después de la Revolución”, contó a EFE el coordinador del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Khemvirg Puente.
El partido dominó por completo la vida política de México y vivió una transformación de la mano del Presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940), que le cambió el nombre a Partido de la Revolución Mexicana (PRM) y consolidó su poder.
El partido construyó entonces una sólida estructura corporativista con gremios de campesinos, de obreros y sindicatos adscritos a la organización que le brindaban apoyo.
El periodista y analista político Ernesto Núñez recordó a EFE que el partido “tenía gremios para todo” y que este sistema le permitió construir una sólida hegemonía electoral y establecer una “simbiosis entre el PRI (entonces PRM) y el Gobierno”.
“El primer priista del país era el Presidente de la República”. señaló.
De acuerdo con Puente, el PRI, que adoptó estas siglas en 1946, siempre fue “un partido pragmático sin ideología clara”, lo que permitía a sus liderazgos “resituarse en cada proceso electoral”.
En el PRI han convivido nacionalistas revolucionarios como Lázaro Cárdenas, quien nacionalizó el petróleo y dio refugio a los republicanos españoles, y tecnócratas liberales como el Presidente Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), quien firmó el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá.
Fue con Salinas de Gortari cuando el PRI consolidó por completo su “cultura política clientelar en la que el voto se conseguía a partir de dádivas y programas sociales”, explicó Núñez. “El voto duro del PRI venía de los pobres, que a cambio recibían migajas, que era lo único que tenían para subsistir”, sostuvo el periodista.
El poder autoritario del PRI, sin embargo, se fue resquebrajando y la presión de la oposición ante las acusaciones de fraudes electorales obligó al partido a abrir el país lentamente a la pluralidad política y ofrecer procesos electorales más transparentes.
El primer gran golpe que sufrió el partido fue en 1989, al perder un Gobierno estatal, el de Baja California, a manos del Partido Acción Nacional (PAN), que en el año 2000 arrebataría al PRI la Presidencia con Vicente Fox.
Desde entonces, el PRI ya no fue capaz de “recuperarse como partido”, según Puente, y aunque recuperó el poder presidencial con Enrique Peña Nieto en 2012, lo hizo “con una estructura mucho más debilitada”.
Su crisis electoral comenzó en 2016, al perder el poder en diversos estados por graves casos de corrupción, siendo el más emblemático el del Gobernador de Veracruz Javier Duarte, actualmente encarcelado.
Según Núñez, las elecciones del 1 de julio de 2018, en las que Andrés Manuel López Obrador y el izquierdista Movimiento Regeneración Nacional (Morena) ganaron la Presidencia, el Congreso y cinco estados, fueron una “debacle absoluta” para el PRI.
El peor resultado de la historia del partido se debió a la escasa popularidad de Peña Nieto, rodeado de escándalos como la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa, los aumentos del precio de la gasolina, el incremento de la violencia o la compra irregular de una mansión para el matrimonio presidencial.
Ahora el partido afronta un proceso de renovación con sus ingresos disminuidos, sin liderazgos claros y con una corriente crítica que exige la expulsión de Peña Nieto del partido.
“El PRI siempre ha renacido con dinero gubernamental y ahora tiene muy pocos Gobiernos. Nunca lo puedes dar por muerto pero esta vez está complicado”, sostuvo el periodista.
Morena no sólo ha absorbido el poder electoral del PRI, sino también a muchos de sus liderazgos, que “conocen muy bien la importancia de las redes clientelares”, dijo el politólogo.
Por eso, Puente sostuvo que “si el PRI no tiene capacidad para reconstruirse desde la base, muy probablemente será captado por Morena”.
Al fin y al cabo, López Obrador, quien está impulsando un amplio programa asistencial de ayudas sociales, militó y se formó en el PRI cuando era joven, recordó Núñez.