“En las primeras semanas, las autoridades silenciaron a los médicos y a otros por levantar banderas rojas. Disminuyeron los peligros para el público, dejando a los 11 millones de residentes de la ciudad sin saber que deberían protegerse. Cerraron un mercado de alimentos donde se creía que el virus había comenzado, pero no restringieron ampliamente el comercio de vida silvestre”, señalan Chris Buckley y Steven Lee Myers, reporteros del New York Times.
–El texto original de Chris Buckley y Steven Lee Myers puede ser consultado aquí.
Ciudad de México, 4 de febrero (SinEmbargo).– Antes de que el coronavirus se saliera de control, autoridades de China optaron por el silencio para evitar la alarma pública y la vergüenza política, y no para enfrentar la crisis, afirma este viernes una investigación de The New York Times.
“El médico Li Wenliang estaba en Wuhan cuando una misteriosa enfermedad afectó a siete pacientes en un hospital, y trató de advertir a los demás. “En cuarentena en el departamento de emergencias”, reportó en un grupo de chat en línea el 30 de diciembre”, relatan Chris Buckley y Steven Lee Myers, reporteros del diario neoyorkino.
“Después de que Wenliang realizara la advertencia, funcionarios de la autoridad de salud en la ciudad central de Wuhan le exigieron que dijera por qué había compartido la información. Tres días después, la policía lo obligó a firmar una declaración de que su advertencia constituía un comportamiento ilegal”, agregan los integrantes del New York Times.
“El manejo inicial de la epidemia por parte del gobierno permitió que el virus se mantuviera tenaz. En momentos críticos, los funcionarios optaron por poner el secreto y el orden antes de enfrentar abiertamente la creciente crisis para evitar la alarma pública y la vergüenza política”, dice el texto A medida que se propagaba el nuevo coronavirus, los viejos hábitos de China retrasaron la lucha, firmado por Chris Buckley y Steven Lee Myers.
Una reconstrucción de las siete semanas cruciales entre la aparición de los primeros síntomas, a principios de diciembre, y la decisión del gobierno de cerrar la ciudad, muestra que se retrasó una ofensiva concertada de salud pública, señala.
El caso de Li Wenliang no fue aislado. Varios médicos fueron silenciados durante las primeras semanas. Hasta hoy la enfermedad ha dejado 425 muertos en China.
“En esas semanas, las autoridades silenciaron a los médicos y a otros por levantar banderas rojas. Disminuyeron los peligros para el público, dejando a los 11 millones de residentes de la ciudad sin saber que deberían protegerse. Cerraron un mercado de alimentos donde se creía que el virus había comenzado, pero no restringieron ampliamente el comercio de vida silvestre”, añaden Chris Buckley y Steven Lee Myers.
Contener el coronavirus en su epicentro, la ciudad de Wuhan, e impedir su propagación al exterior sigue siendo la máxima prioridad de las autoridades chinas, que trataron este martes de mandar un mensaje de calma pese a los 425 muertos en China continental y los 20 mil 428 contagiados hasta la fecha.
Esta cifra supone un incremento de 64 muertes respecto al día anterior, aunque todas tuvieron lugar en la provincia de Hubei, de la que es capital Wuhan, que permanece en cuarentena desde el pasado 23 de enero, al igual que otras ciudades de esa demarcación.
Asimismo, la mayoría de los nuevos diagnosticados también se registraron en Hubei: el 72.5 por ciento de los 3 mil 235 nuevos casos.
No obstante, a esta cifra hay que añadir otra víctima que la ciudad semiautónoma china de Hong Kong confirmó este martes: un hombre de 39 años que había contraído el coronavirus y que murió hoy, lo que supone el primer fallecimiento en la ex colonia británica y el segundo fuera de China continental.
La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Hua Chunying, reclamó hoy “racionalidad” y “objetividad” a la comunidad internacional y aseguró que se está “progresando” gracias a las medidas tomadas para prevenir que la epidemia siga extendiéndose.
Asimismo, reiteró que el virus mantiene una tasa de mortalidad baja, del 2.09 por ciento, y que si se excluye Hubei, epicentro de la epidemia, la tasa de mortalidad es del 0.16 por ciento.
–Con información de Jesús Centeno y Shirley Lau, de la agencia EFE.