La era de Trump es un peligroso panorama nuevo para el ámbito corporativo estadounidense. Las compañías están sintiendo la presión política como nunca antes, estrujadas por los consumidores que boicotean productos que tengan cualquier lazo con el nuevo gobierno, y por un Presidente al que le encanta expresarse a través de las redes sociales. Automotrices de Estados Unidos y Japón consideran o han cancelado sus inversiones en México, mientras que otras aún se resisten a los amagos del magnate republicano, por mencionar sólo al sector industrial más señalado.
Por Julie Bykowicz
Washington, 4 de febrero (AP) — El director general de Uber renunció al consejo económico del Presidente Donald Trump. Nordstrom dejó de vender ropa y accesorios de la marca de Ivanka Trump. Boeing, Lockheed Martin y Toyota, mientras tanto, vivieron momentos de desazón al ser víctimas de las diatribas de Trump en Twitter.
La era de Trump es un peligroso panorama nuevo para el ámbito corporativo estadounidense. Las compañías están sintiendo la presión política como nunca antes, estrujadas por los consumidores que boicotean productos que tengan cualquier lazo con el nuevo gobierno, y por un Presidente franco al que le encanta expresarse a través de las redes sociales.
Para la mayoría de las compañías, la decisión de asumir posturas políticas solía ser tomada luego de largas y cuidadosas deliberaciones entre el líder de la empresa, un equipo de relaciones públicas, abogados y cabilderos. Ahora, en un Estados Unidos cada vez más dividido, las compañías podrían no tener opción más que actuar rápido.
“Uno debe de comprender a los clientes en tiempo real dado que las ramificaciones políticas están ocurriendo instantáneamente”, afirmó Matt Friedman, un asesor en comunicaciones de crisis que radica cerca de Detroit y que ha trabajado con compañías públicas y privadas. “Ahora todas las empresas tienen que ver en dónde se ubican sus clientes dentro de la división política y de qué manera los valores de su compañía se adaptan a lo que el Presidente hace cada día”.
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El predicamento de las compañías fue puesto en evidencia antes de la primera reunión de Trump en la Casa Blanca el viernes con su foro empresarial, un grupo que incluye a la directora general de General Motors, Mary Barra; el director general de JP Morgan, Jamie Dimon; y una decena de otros directivos. Una noche antes, el ejecutivo de Uber, Travis Kalanick, anunció a sus empleados que había decidido renunciar al consejo puesto que su presencia en él estaba siendo “malinterpretada” como un respaldo al Presidente.
“Pasé mucho tiempo pensando sobre esto y vinculándolo a nuestros valores”, declaró Kalanick a sus empleados en un memorándum interno obtenido por The Associated Press.
El director general de Disney, Bob Iger, tampoco acudió a la junta; en vez de eso se presentó a una reunión de la junta directiva de la compañía en California.
Un asiento en un consejo de alto perfil de la Casa Blanca, sin importar cuál partido político se encuentre en el poder, había sido anteriormente una oportunidad de prestigio que nadie dejaría pasar. Es una manera directa en la que una compañía da a conocer sus opiniones al Presidente, la cual genera mucho menos tensión que el tratar de tener acceso por medio del cabildeo o la donación de dinero.
Pero una audiencia con este mandatario, al menos en este momento, viene acompañada de complicaciones con los consumidores. Sin duda que uno de los motivos por los que Kalanick tomó la decisión de dejar ir esa influencia fue el boicot que ha sufrido toda la semana la compañía de taxis, popular en zonas urbanas predominantemente demócratas.
Robert Passikoff, presidente de Brand Keys Inc., dijo que los directores generales son particularmente vulnerables ahora porque la tecnología permite que la gente proteste y ventile su molestia sin necesidad de organizar una marcha, o ni siquiera salir de casa. Entre quienes pueden intervenir con tan solo teclear un poco se encuentra el líder del mundo occidental.
“La comunicación directa del Presidente de Estados Unidos, con ataques hacia marcas específicas y personas específicas, no es algo que hayamos visto antes”, aseguró.
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El periodista de Associated Press Bernard Condon en Nueva York contribuyó a este despacho.