Jesús Robles Maloof
04/02/2014 - 12:00 am
La libertad sabe a helado de limón
“Probablemente de todos nuestros sentimientos el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose”. Julio Cortázar. Rayuela, 1963.
“Probablemente de todos nuestros sentimientos el único que no
es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le
pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose”.
Julio Cortázar. Rayuela, 1963.
Es domingo por la tarde y mientras preparo el trabajo del lunes recuerdo un pendiente de la semana que acaba. Tanto en las derrotas como en las victorias, se debe revisar lo que salió bien y lo que hicimos mal. Me pongo a pensar en Esperanza Reyes Aguillón apenas liberada hace un día, luego de haber pasado más de dos años en prisión por pagar una libreta, sin saberlo, con un billete falso de 100 pesos. La busco sin éxito en el teléfono del domicilio de su hermana Eréndira. Salieron a comprar un helado.
Converso con José Mario de la Garza, un gran abogado quien desde San Luis Potosí trabaja por la libertad de cientos de personas, “el año pasado logramos alrededor de 200 liberaciones” me dice José Mario, él es una de esas personas por las que siento orgullo ser abogado. Desde la organización civil Renace da asesoría y representación profesional a personas de escasos recursos acusadas injustamente. Esta asociación se ha fijado como misión: “trabajar por la construcción y mejora continua de un sistema de justicia con sentido humano, accesible a los ciudadanos”. En México esto significa dedicarse a una misión titánica.
Esperanza quedó atrapada en el sistema penal, en principio por falta de una defensa adecuada. Al no contar con recursos acudió a un defensor de oficio. “No fue a verme, no tuve ninguna entrevista con él, ni a darme notificaciones, ni a pedir pruebas”. Miguel Martínez Castro, en ese entonces abogado del Instituto Federal de Defensoría Pública no compareció personalmente al juicio de Esperanza y aportó solo dos cartas de buena conducta como pruebas. No controvirtió las evidencias imputadas contra Esperanza, ni buscó realizar los peritajes que el caso ameritaba.
En México la ley de gravedad se invierte. Los corruptos se caen pa’ arriba y ahora Martínez Castro ocupa una Subsecretaría en el gobierno del priísta Fernando Toranzo. El año del juicio a Esperanza este señor ganó a nuestras expensas alrededor de 756 mil pesos. Ahora ganará más a expensas de los potosinos.
El segundo factor que mantuvo a Esperanza en prisión es que en México no se respeta la presunción de inocencia, por el contrario, quien es acusado parte de la presunción de culpabilidad y durante el proceso tiene que mostrar su inocencia.
El tercer factor de injusticia es que las instituciones que deben revisar las decisiones de los jueces ordinarios, no están cumpliendo con la función de corregir los errores y los abusos. Lo dice muy claramente Esperanza: “ni siquiera leen los documentos a fondo. Ellos que sí estudiaron deberían poner más atención”.
Los abusos contra Esperanza no terminaron con la sentencia. Del penal de La Pila en San Luis Potosí, terminó en las Islas Marías con un breve paso en Tepic. “En prisión soñaba que estaba con mis hijos allá en San Luis Potosí, que iba al centro y que estábamos de abajo para arriba. Pero despertaba a mi realidad en las Islas Marías”.
Por fin puedo platicar con Esperanza, quien ha regresado de comer helados con sus hijos. A lo lejos se escuchan varias voces de todas las edades, un poco de bullicio como muchos de los hogares mexicanos en domingo por la tarde. “Ahora estoy con mi familia. Necesito reestablecerme y pensar en cómo voy a sacar a mis hijos adelante”.
En prisión recibió las cartas de sus hijos. “Ya regresa mami. Quiero una fiesta de 15 pero la quiero contigo” escribía su pequeña hija de tan solo una década de edad. Con dulzura me lee línea tras línea de aquellas letras ahora grabadas en su memoria. “Cuando vi a mi hija tras un año y dos meses, no la reconocía. No se vale que me hayan robado tanto tiempo sin ellos. Me perdí dos 10 de mayo seguidos”. Fueron largas mis vacaciones pero ya regresé”.
Queda registro de ese encuentro en un video que Renace preparó. Mientras abraza a sus hijos, se escucha la voz de José Mario que dice “hemos dado un paso al regresarte a tu estado, el siguiente será tú libertad”. Palabras que honró una semana después.
José Mario considera que las claves para la libertad de Esperanza fueron que se hizo un estudio a profundidad del caso; que una organización con el prestigio de la Barra Mexicana Colegio de Abogados A.C. apoyó la solicitud de indulto. y que al conocerse la injusticia, miles de personas se solidarizaron porque todos manejamos billetes y muy pocos podemos determinar si un billete es falso o no. Finalmente existió la voluntad en una parte del Gobierno Federal, en concreto en la Subsecretaría de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación que es justo reconocer.
¿Qué piensas hacer ahora? le pregunto a Esperanza, “tengo que empezar a trabajar pronto y le agradezco a las organizaciones civiles de San Luis Potosí que hayan organizado una colecta en mi beneficio, me gustaría juntar el dinero para poner una boutique”.
Esperanza obtuvo su libertad anticipada, beneficio que se otorga a quienes han cumplido el mayor tiempo de su condena en prisión y han demostrado buena conducta. Quienes nos dedicamos a los temas de justicia y derechos humanos, hubiésemos querido un indulto, pero para Esperanza ese tema no es lo importante.
“Me cumpliste mami” fue lo primero que escuchó de su hija cuando se encontró con ella en libertad. Ya por terminar la llamada escucho cómo alguien canta en el fondo una canción infantil. Se escucha la alegría.
Casi por instinto le pregunto de qué sabor era el helado que compró. “De limón. A mí y a mis hijos nos gusta mucho” respondió. El gusto por ese sabor me sorprendió muchísimo. No porque esté fuera de lo normal sino porque me recordó que en 2010 hablé con el bloguero Héctor Bautista, quien la misma tarde que salió de prisión me contó que una vez libre lo primero que hizo fue ir por un helado de limón.
En esencia la libertad se parece más a las cosas hermosamente sencillas, que a las grandes narrativas. A esas sensaciones que una paletería te brinda o a esa canción que escuchas con tu familia una tarde de domingo.
Termino cerca de la medianoche este texto. Me siento feliz de haber colaborado, junto con miles más, para lograr la libertad de Esperanza. Creo que es tarde para salir por un helado, pero en una esquina de mi refrigerador encuentro una lata de Root Beer bien fría.
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