Ciudad de México, 4 de enero (SinEmbargo).- Serena Williams viaja por el mundo pensando siempre en París, donde tiene una casa, además de haber encontrado al entrenador que le marcó el rumbo definitivo que hoy le ha dado ser la mejor del mundo por diferencia. Mientras llega Roland Garros con su verano francés, la estadounidense se prepara para arrancar el año igual que terminó el recién diluido 2013. Como en la categoría varonil, hay una rival a vencer dentro del ambiente femenino. La hermana menor se ha catapultado a una zona donde se engrandece a quienes sobrepasan ciertas fronteras mortales con sus atributos atléticos.
En el US Open del año pasado, se enfrentó a la dos del mundo, Victoria Azarenka. Ante su gente, en el estadio más grande del circuito. Williams ganó su Grand Slam 17, coronándose como la mejor tenista del mundo. Antes, tuvo una racha de 34 victorias consecutivas que la sorpresiva Sabine Lisicki interrumpió en los cuartos de final de Wimbledon, dejando su trono vacante. La hegemonía de Serena no solo está en los títulos de Grand Slam (tiene los mismos que Roger Federer), sino en las formas que tiene para sobrepasar por sus rivales. La potencia de sus golpes se ve esparcida por todos los recintos gracias al eco natural que absorbe el contacto de pelota y raqueta.
Relajada y sonriente fuera de las pistas, se transforma cuando arriba a la cancha mostrando una seriedad de burócrata ante la insistencia de un usuario impertinente a la hora de la comida. Saca, sube a la red y poco más. Nunca antes hubo en el tour una jugadora tan dominante desde lo físico. Es el aspecto mental que Patrick Mouratoglou, entrenador y supuesta pareja de la tenista, ha ido mejorando. Los desplantes emocionales que ha tenido a lo largo de su carrera han ido disminuyendo en apariciones. Durante la temporada pasada, cuando perdía los estribos, era capaz de recuperar el sentido, volviéndose a concentrar. Bajo esa sorpresiva herramienta, la WTA conoció una de las mejores versiones de su mayor baluarte.
La temporada inicial tiene una llamada a escena grande en Australia. Ahí, previo a la cita de Melbourne con toda su solemnidad deportiva, Serena jugará la final de Brisbane frente a Victoria Azarenka, su principal perseguidora en el ranking. Como cabeza de serie, la estadounidense supo librarse de la enjundiosa e inestable Maria Sharapova en un poco más de una hora de juego. “Las dos somos jugadoras muy fuertes. Hoy no pude conseguir un buen porcentaje en mi primer servicio, que estuvo muy bajo”, declaró Serena antes de aceptar que “la intensidad era muy alta”. El ejercicio de autocrítica es otro de los aspectos que le ha agregado su entrenador de origen griego constantemente apegado a ella.
Azarenka y Williams protagonizaran el primer duelo de lo que será una constante lucha por la cima del ranking durante todo 2014. A unas cuantas horas de Melbourne, las dos mejores del mundo esperan dar un mensaje claro de lo que serán sus aspiraciones. Serena confía en consolidar el camino que lleva recorrido. La bielorrusa, por su parte, anhela por fin dar ese salto de calidad a pesar de la diferencia en el potencial físico entre ambas. Con elegante juego, Victoria se juega su primera carta previo al primer Grand Slam de la campaña que se proyecta tan emocionante. Serena sueña con llegar a París en pleno verano siendo continuando como la mejor del mundo. El calor australiano, y un circuito voraz, esperan darle algunas complicaciones.