Ciudad de México, 3 de diciembre (SinEmbargo).– La agenda económica, e incluso las reformas impulsadas por Enrique Peña Nieto, van rumbo al fracaso porque el Presidente de México no cumplió en garantizar seguridad y separar su estrategia de la del ex mandatario Felipe Calderón Hinojosa, advirtió uno de los principales investigadores de Human Rights Watch y autor de “Desaparecidos en México”, Nik Steinberg.
Steinberg publica un amplio artículo en The Financial Times, diario con una enorme penetración entre inversionistas y empresarios de todo el mundo.
“Si su gobierno sigue adoptando una ‘guerra contra las drogas’ en todo menos en el nombre, el señor Peña Nieto pronto podría encontrar gran parte de su agenda de reformas socavada por haber dejado igual la política de seguridad. Y mientras, como demuestra su primer año, el costo humano devastador de la violencia continuará, y los abusos seguirán creciendo”.
“Cuando el Presidente Enrique Peña Nieto tomó la oficina hace un año, prometió un nuevo enfoque de los cárteles de la droga del país. Su predecesor, Felipe Calderón, había declarado una ‘guerra contra las drogas’ en 2007, con resultados desastrosos. Más de 70,000 personas murieron y 26,000 fueron ‘desaparecidas’ por las fuerzas de seguridad o reportados como desaparecidos”, dice.
Para muchos en México, “importaba poco que el señor Peña Nieto diera pocos detalles sobre cómo iba a terminar con la ‘guerra’, sólo que él lo haría. De hecho, no fue un problema importante para su elección. Peña Nieto se comprometió a ampliar su agenda a la energía, el trabajo y las reformas educativas”.
“La contundencia con la que él y su gabinete identifican los defectos de la estrategia de Calderón –que se basó casi exclusivamente en el uso de fuerzas de seguridad mal entrenadas y abusivas para hacer frente a la delincuencia organizada– dio esperanza de que se podía cambiar el enfoque. El propio señor Peña Nieto argumentó que la garantía de los soldados y policías respeten los derechos humanos es crítica, no un obstáculo, para mejorar la seguridad. El nuevo gobierno también reconoció que los esfuerzos por profesionalizar las fuerzas de seguridad tuvieron que ir de la mano con fiscales de formación más eficaces para llevar a cabo investigaciones encaminadas a desmantelar a los cárteles”, agrega el artículo de The Financial Times.
“Que el señor Peña Nieto pareció reconocer los errores de la ‘guerra’ hace aún más desconcertante que él los haya repetido. Tome el estado de Michoacán: cuando la violencia del narcotráfico se disparó, a principios de mandato del señor Peña Nieto, su solución fue recurrir a las mismas fuerzas de seguridad problemáticas. Envió a miles de soldados sin una misión clara, sin calendario para la retirada, sin la supervisión civil o formación adecuada. Michoacán era, para los mexicanos, el primer lugar al que Calderón envió tropas”.
Agrega:
“Como era de esperarse, este enfoque ha fallado. En octubre, los ataques coordinados de un cartel sobre las centrales eléctrica dejaron de medio millón de personas en Michoacán en la oscuridad. En noviembre, el obispo católico [de Apatzingán] publicó una carta abierta llamándolo un ‘Estado fallido’ . Así que el señor Peña Nieto envió más soldados y policías”.
Steinberg argumenta: “¿Cómo explicar este apego a una política fracasada? Una posibilidad es que él cree que la crisis de seguridad es demasiado grande para arreglarla, por lo que se está centrando en otras áreas tales como la economía, donde se cree que puede lograr el cambio. Sin lugar a dudas, México está corto en confianza sobre las fuerzas del orden y de la justicia. Y los carteles son cada vez más sofisticados. Pero sólo porque estos problemas están arraigados no quiere decir que son insuperables. Por el contrario, el señor Peña Nieto tiene las herramientas a su disposición para mejorar la forma en que el gobierno lucha contra la delincuencia. El problema es que no los está usando”.
“Tome el roto sistema de justicia, en el cual el 98 por ciento de los delitos denunciados el año pasado quedó impune. En 2008, México aprobó un plan audaz para pasar de un sistema opaco –en el que la mayoría de los jueces toman decisiones basadas únicamente en informes escritos– a juicios públicos en los que los jueces puedan ver y oír al acusado. La reforma fue diseñada para erradicar muchas de las peores prácticas del viejo sistema, en donde los crímenes que investiga participan en gran medida las confesiones de los sospechosos. Sin embargo, el señor Peña Nieto ha expuesto casi no hay recursos ni peso político detrás del esfuerzo. El lanzamiento ha sido tan incompetente en algunas partes de México que algunos han comenzado a ver el nuevo sistema como una herramienta para proteger a los criminales en lugar de impartir justicia”, agrega.
Steinberg dice que otra posibilidad por la que Peña recurre a la fallida estrategia es que “al perpetuar la autoridad en la expansión de los militares y en la renuncia a las investigaciones sobre abusos de la época de Calderón, el señor Peña Nieto ha asegurado el apoyo del Ejército y su oposición política para el resto de su agenda. Pero cuando se trata de la seguridad frente a otras reformas , no es una o la otra proposiciones”.
“Es difícil mejorar las escuelas –continúa– cuando los maestros tienen que pagar una parte de sus salarios a los carteles, como en el estado de Guerrero durante los años de Calderón. Las compañías de energía estarán menos dispuestas a invertir en un país en el que ductos ilegales en las tuberías se han duplicado en el último año, sobre todo gracias a la delincuencia organizada”.